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Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Miras estrechas
Una noticia, que nos temíamos ha venido a revelar la falta de responsabilidad del Gobierno en la catástrofe de la Dana en tierras de Valencia. Así se desprende del audio que la Confederación Hidrográfica del Júcar no avisó puntualmente de la riada, no informando del “incremento súbito” del Poyo, demostrando el apagón informativo del ejecutivo durante las horas más críticas de la catástrofe. Ello prueba que en la comparecencia del 27 de noviembre pasado en el Congreso de los Diputados, para rendir cuentas sobre la gestión de la Dana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mintió una vez más tal como lo revela ahora el audio del presidente de la Confederación, soslayando así la responsabilidad del Ministerio de Transición Ecológica y de su titular entonces Teresa Ribera, más interesada en conseguir la vicepresidencia de la Comisión Europea que en resolver los problemas planteados por la inundación. Responsabilidad que comprometía al propio Gobierno más interesado también en descargar las culpas sobre el presidente de la Generalidad valenciana que en disponer los medios para enfrentarse a la trágica situación como era su obligación dada la gravísima envergadura del desastre.
Leíamos hace unos días que el Banco Mundial constataba que España es la potencia donde más retrocede la democracia siendo el país que sufre un daño institucional más acusado. La endeble, por no decir caótica, estabilidad institucional, consecuencia evidente de la extrema debilidad del Gobierno y de los partidos que lo sustentan, nos abocan a la ingobernabilidad, a la ausencia de gestión política, social y económica, a la inacción emprendedora y inversora y en ese empeño obsesivo y enfermizo de torpedear de la manera más innoble la alternativa de la oposición y toda opción que saque al país de un marasmo improductivo y estéril, de una falsa progresía rehén de unos partidos nacionalistas y retrógrados que lo chantajean a mansalva. Acabar con lo que se considera un discurso o un relato, como ahora se dice, que algunos consideran inteligente y hábil, cuando no es más que una sarta de embustes y manipulaciones interesadas y engañosas.
Y una cuestión: ¿Qué validez informativa tienen las ruedas de prensa – caso de las del Consejo de Ministros – en las que se seleccionan previamente las preguntas y los medios que las formulan, por lo general afines al Gobierno y convenientemente subvencionados? ¿Es libertad de expresión o información? Es como esos articulistas, bien conocidos, nostálgicos de la Junta de Andalucía socialista que no pueden disimular su irritación porque Juan Manuel Moreno Bonilla alardee de su mayoría absoluta. ¿Es que unos pueden presumir de la mayoría que no tienen y otros no de la que le otorgaron los ciudadanos mayoritariamente y demuestran – así lo aseguran las encuestas – su confianza en la moderación y la eficacia?
¿Y qué decir de la ignominiosa comisión del Congreso permitiendo a un terrorista condenado acusar sin pruebas al CNI?
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