Ricos, tenemos un problema

Siguiendo el hilo de los dos últimos artículos que hemos publicado en La Otra Orilla (vayan a las ediciones digitales o impresas de este periódico de domingo y miércoles) nos encontramos: a un lado de la escena a miles (millones más bien) de personas cuya realidad es la de los no derechos, Dimas hablaba en su artículo del no derecho a la vivienda, pero no hace falta ser una persona muy informada para saber que ese “no” se lo podemos colocar por delante a la Educación, a la Salud, a la Alimentación… cuando hablamos de las millones (decir miles sería quedarnos muy cortos) de personas que en estos momentos sufren la pobreza.

Al otro lado de la escena, decía M.ª Ángeles el domingo pasado, se encuentran los cibermagnates acompañados del resto de milmillonarios mundiales, que es un club al que pertenecen, según Forbes, 2.781 personas y que atesoran 14,2 billones de dólares. Un 0,000034% de la población mundial que acumula casi el 3% de la riqueza global, vaya.

Esta desigualdad no para de crecer y haríamos mal apuntándonos a las teorías de las utopías liberales que la explican desde la meritocracia y haríamos peor todavía peor si no nos parasemos a observar el reguero de catástrofes ambientales, guerras, destrucción, injusticias… que hay detrás de los caballos que montan estos atilas modernos en la conquista del crecimiento de sus fortunas. Los no derechos de los que hablábamos el miércoles tienen su raíz en las prácticas de los ultramillonarios de los que hablábamos el domingo, así que estos han empezado a darse cuenta de que eso puede ser peligroso para ellos y, por un lado, han empezado a elaborar sus propias fantasías escapistas ante las catástrofes que se nos pueden venir encima (les recomiendo La Supervivencia de los más ricos, de Douglas Rushkoff) y, por otro, se dedican a financiar los discursos y las políticas de odio, a distraernos con debates estériles como los de la estampita de Lalachús o a poner a pelear al último contra el penúltimo: al inmigrante subsahariano contra el el inmigrante de Europa del Este, al okupa contra la humilde pensionista… mientras ellos siguen a lo suyo, mientras buscan nuevas formas de que ellos y las sociedades que capitanean eludan sus obligaciones fiscales o ambientales. Dos datos: Veinte multinacionales generan un tercio de las emisiones de carbono del planeta y su evasión fiscal asciende a 600 mil millones de dólares al año.