Rostros y máscaras

11 de julio 2024 - 03:08

Hace poco la Audiencia de Barcelona absolvió al hombre acusado de un delito de odio por los insultos homófobos que profirió a un joven en un local de comida rápida el día de la celebración del Orgullo en 2019. Le dijo cosas muy feas, ofensivas y violentas relacionadas con su vestimenta y su orientación sexual. Me quedo sin palabras y se me encoge el alma ante semejantes ciruelos, necios y mentecatos que se toman la molestia de levantarse de una mesa para insultar a una persona que no conocen porque no les gusta el color de su camiseta. Hay que estar aburrido y tener pocas neuronas en el cerebro para hacer daño de esta manera. A lo mejor es que le tenía envidia por cómo le quedaban los pantalones cortos, sería eso.

Realmente lo que he sentido al leer la noticia es miedo. Esta persona que ha sido absuelta está en la calle, como otras muchas que se salen con la suya pisoteando a todo el que se le pone por delante.

No sé qué deriva llevarán mis palabras hoy porque me siento triste. No sé cómo le daré la vuelta a esta parodia agridulce en la que cada jueves me embarco para subir los ánimos de una tropa que imagino leyendo esta columna y buscando una sonrisa entre tantas noticias feas.

La violencia, el odio y la corrupción son el pan nuestro de cada día. La que presenta el telediario le cuesta sonreír cuando le toca dar la noticia buena del día, para no terminar con mal sabor de boca: “Premio Guinnes para el pueblo de Villa Caraja por hacer el bocadillo de panceta más largo del mundo, hablemos con la alcaldesa: –Se ha necesitado mucha agua para bajar esto, encima tenemos sequía; el aceite está por las nubes, el Ayuntamiento tiene deudas, la obesidad está aumentando y el pan no era de masa madre–. No era tan buena noticia… Cortamos la conexión”.

¿Con qué armas podemos luchar para frenar esta oleada de merluzos homófobos, racistas y misóginos? Pues tenemos la educación, que no está asegurada ni pasa controles de calidad; viajar, que dicen que abre la mente, pero Benidorm no cuenta. Leer, según qué… No parece que estén funcionando ninguna de estas opciones: son las necesarias y las correctas pero si se es una marioneta y no el titiritero, esto no sirve de nada (o de mucho para el que maneja los hilos).

Pienso que una de las claves es conocer a gente que sea diferente de ti, que no lleve la misma ropa, que no piense lo mismo que tú y con la que puedas hablar de cualquier tema sin tener que levantar la voz, si acaso para brindar por la diversidad. Personas que no hieren ni insultan a nadie, aquellas que se atreven a desafiar la norma, esa norma casposa de una parte de la sociedad que no quiere avanzar.

Y para muestra un botón: hay una exposición fantástica con fotografías de la Fundación Olontia en la Sala de los Brazos de la Casa Colón que puedes visitar hasta el día 20: son retratos de valientes que tuvieron las agallas de ser ellos mismos.

Si llevas una máscara que sea para ir a una fiesta y no para esconder un rostro del que te avergüenzas para hacer daño a los demás.

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