Santa Lucía

13 de diciembre 2024 - 03:07

En ocasiones, de camino al colegio por las mañanas cuando el sol aún no inunda las calles, cogidos de la mano, me has dicho que casi nunca escribo de ti, y es verdad, procuro la salvaguarda del silencio. Espero que algún día lo entiendas. Pero hoy el santoral me ofrece la oportunidad de hacerte un regalo envuelto en palabras. Además me entronca con la hermosa tradición de celebrar los santos, tan del sur, tan nuestra. En casa de mis abuelos se celebraban más los santos que los cumpleaños; comidas o meriendas de mesa larga con seres entrelazados por la sangre y por las letras de un nombre. Un recuerdo de belleza sencilla.

En este caso, el calendario marca Santa Lucía. Yo tenía un profesor en el colegio que cuando veía en los exámenes que alguien miraba de más la hoja del compañero buscando la respuesta olvidada, iba y decía: Que Santa Lucía te conserve la vista, pero no te la aumente. Y es que la italiana Lucía de Siracusa es patrona de la vista, según narra la hagiografía, tenía unos ojos hermosísimos, lo que, como tantas veces pasa en la vida, dio lugar a la envidia y al deseo. El resto es la historia del martirio de una joven de apenas diecinueve años. Por suerte, ella y su mirada han perdurado más que los malos del relato, a quienes ya nadie recuerda.

Otro relato bien distinto, mucho más alegre, sin tiranos ni tierras lejanas, es el que cuenta tu madre de cuando en el coche por la radio empezó a sonar la música y ese comienzo de la letra: “Vuela esta canción para ti, Lucía, la más bella historia que tuve y tendré. Es una carta de amor que se lleva el viento pintado en mi voz, a ninguna parte, a ningún buzón”. El resto es tarareo de la memoria. En ese momento, afirma ella, justo cuando Rosario Flores versionaba la canción de Serrat y dijo aquel nombre, diste un brinco en su vientre. Entonces lo supo. Aquel sería tu nombre. Era una de las posibilidades. El mismo que el de tu tía abuela. El mismo, como tú dices, que está dentro de Andalucía. Esa luz. Lucía. Poner un nombre es algo serio. Un nombre te pertenece, y tú perteneces a cada una de sus letras. En este caso, tú elegiste el tuyo. Desde pequeña has puesto empeño en dibujarlo sobre los folios blancos, y desde pequeña respondes con alegría a su llamada. Desde entonces eres el bichito de luz de nuestra casa. Esta tarde tendrá más sentido que nunca cuando cites a Miguel Ríos y nos digas eso de “vamos al parque”.

Disfruta, sigue iluminándonos.

stats