Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Me gustaría hoy, de verdad, escribir sobre la miserable actitud de unos árbitros en la competición paralímpica de maratón con la atleta española, Elena Congost, invidente sancionada sin medalla de bronce, por soltar mínimamente la cinta de unión con su guía para socorrerlo ante su situación física. Los reglamentos es evidente que están para cumplirlos pero en este caso el incumplimiento no produjo perjuicio a nadie en el resultado final de la carrera y, sin embargo, puso de manifiesto el sentido humanístico y los valores del olimpismo. No fue una trampa calculada de la que obtuviera un beneficio sino una prestación momentánea de auxilio. Lamentable decisión arbitral.
También me podría haber decidido por comentar la última decisión colonizadora institucional de nuestro Presidente, convirtiendo al ente regulador y, por tanto, vigilante y supervisor, en mero asesor del Gobierno, al nombrar al ya exministro Escrivá como Gobernador del Banco de España.
Tambien podría hacerlo sobre la incomprensible actitud gubernamental con respecto al tema Venezuela, escudándose en la esperada -¿hasta cuándo?- decisión de la UE, mientras se blanquea la figura impresentable de ZP y despreciando con la ausencia del Gobierno en pleno, el debate y votación sobre la cuestión en el Parlamento.
Pero, sin embargo, lo importante es representar a la figura excelsa del salvador de nuestro país, en la goebelsiana repetición del mantra sobre la malvada derecha a la que le niega el derecho democrático de alcanzar el Poder por la vía de las urnas, configurado el principio democrático de la alternancia.
Esto, lo pone de manifiesto con su estrategia en Cataluña donde con el señuelo económico, camufla un verdadero conflicto territorial. Claro que el dinero es importante, pero el otorgamiento pleno de la fiscalidad a un territorio, por mucho que lo niegue, traslada a lo meramente económico a una asimetría y la desigualdad consiguiente a los ciudadanos. Se defiende, diciendo que es un cambio de modelos, no un debate territorial y aunque no expone el modelo, sus seguidores lo aceptan porque pueden el cargo y la paga más que el pensar y el ejercicio democrático.
Lo digo así porque subliminalmente, se pone al límite del cumplimiento constitucional y sin ocultarse, dice una de las frases más graves de todo nuestro periodo transicional y que revela un talante totalitario innegable, vista la debilidad del Gobierno: “...seguiré con o sin el concurso del poder legislativo…”
Demostración, pues, de un carácter autoritario que no acepta la separación de poderes y su decisión de mantenerse en el mismo como sea. Ya tras su “parada reflexiva”, del pasado abril, dijo “seguiré” y ahora lo ratifica.
¿Recuerdan al Felipito Tacatún de Joe Rigoli?, pues eso: yo sigo.
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