Alto y claro
José Antonio Carrizosa
La confianza está rota
Cómo nos alimentamos? El plato nos delata y señala las desigualdades que existentes. La alimentación está muy relacionada con el modelo de producción agrícola y ganadera, lo que ahora se llama agroindustria y ganadería industrial. Hace un par de años, el entonces ministro de consumo, Alberto Garzón, criticó la ganadería industrial y el excesivo consumo de carne y fue muy criticado y acusado de atacar a los ganaderos.
Y Garzón llevaba razón porque lo que diferencia la ganadería industrial de la ganadería extensiva, la de toda la vida, es que la primera produce productos comerciales y la segunda produce alimentos. Los poderes financieros son los nuevos amos de la tierra. Han sustituido el ladrillo por la tierra y los recursos naturales. La agricultura y la ganadería se han convertido en industrias especulativas. La tierra ya no es para trabajarla , es para especular. El precio de los cereales y de la carne se decide en las bolsas de Chicago, Tokyo, París o Londres. Toda una eternidad diciendo que con la comida no se juega y resulta que se ha convertido en un elemento más del juego bursátil.
Ya no se trata de consumir según lo que necesitamos. Ahora se trata de comerciar rápidamente y maximizar beneficios: criar muchos animales y engordarlos en el menor tiempo posible, sobreexplotar la tierra para producir todo el año todo tipo de cultivos. Lo que se lleva son enormes latifundios en manos de las grandes corporaciones que especulan con la alimentación.
Hasta la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, tan renombrada últimamente, está diseñada de tal forma que ahoga en burocracia a los agricultores y potencia a los grandes terratenientes. La mayor parte de los fondos de la UE van a parar a sus manos, a las grandes cadenas alimentarias como Mercadona o Lindl y a empresas tan alejadas del campo como Telefónica o Telecom. Y es que el 20 por ciento más pudiente acapara el 80 por ciento de las ayudas…
Hemos de revertir esta situación, es el momento de la agricultura familiar y local. Hace falta una verdadera transición ecológica del sistema alimentario. Hay que poner la soberanía alimentaria en el centro de las políticas agrarias y ganaderas. El medio ambiente y nuestra salud lo necesitan.
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