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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Ya hemos dejado bastante atrás el cuarenta de mayo y el sol aprieta. Aún hay algunas nubes en el horizonte de los mapas del tiempo pero ya se acercan como hechos aislados. El sayo en el perchero. En unos días daremos el pistoletazo de salida al verano. Llega el solsticio. El fuego. San Juan. La crema protectora factor 50. No hay vuelta de hoja. Ya la ropa tiende a su versión más corta, y el calzado también pasa a descubrirse, al tiempo que la gorra pasará a ser un fijo en mi indumentaria. En el hemisferio norte casi tocamos el sol con la yema de los dedos. Las tardes eternas, las noches cortas.
La naturaleza nos ofrece un cambio que nosotros interpretamos como sociedad. Por eso ojalá más sombras, más arboledas umbrías y menos solerías. Amoldamos costumbres como desempolvamos la sombrilla. Cambia la programación en los canales de televisión, con Eurocopa y Juegos Olímpicos en el horizonte, junto al maratón de películas, los nuevos programas y concursos de entretenimiento. Cambiará el decorado de las emisiones tradicionales y hasta los telediarios se llenarán de bermudas y bikinis. Nos abrasará la noticia de las máximas temperaturas y dónde ir a encontrarlas. O las columnas de coches hacia un destino con promesa de agua y refrigerio. Bienaventurados los domingueros salvajes porque de ellos es el reino de la orilla.
Pero andamos en un casi, estamos con un pie con chancla y el otro con zapato. Un sí pero no. Un ya viene pero espera. En casa, por ejemplo, casi acaban los cursos escolares, en las tardes no hay deberes pero en la mañana hay clases, y en la agenda semanal marcamos verbenas y graduaciones. Ropas y bailes. Celebraciones. Vengan a nosotros todas las celebraciones necesarias. Se va un curso, ha sido superado aunque hubiera momentos en los que se dudaba. Next level en septiembre. Ahora tómbolas y escenarios improvisados con mala acústica y goma eva en los patios de los colegios.
Y en unos días tocará la recolocación, la reorganización del día a día, en ese maravilloso limbo de la conciliación familiar y ya tenemos planificadas las semanas en campamentos o puede que en su caso con los abuelos. Como todo escolar que hemos sido, se va cerrando un curso y nos huele a vacaciones aunque la alarma nos siga sonando temprano y vistamos el uniforme de trabajo; no es lo mismo. Estamos en un casi, disfrutemos del proceso del cambio.
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