¿Son las leyes telas de araña?

La ciudad y los días

17 de enero 2025 - 03:05

Se están forzando y retorciendo hasta tal punto las leyes, se está vulnerando tan descaradamente la separación de poderes, se está comprometiendo tan gravemente la credibilidad de las instituciones, se está practicando una tan baja y mezquina política partidista y cortoplacista, que encuentro de lo más actual lo que escribió Plutarco sobre Solón en su Vidas paralelas.

Andaba Atenas agitada por la división entre los partidarios de la democracia y la oligarquía, y por el enfrentamiento entre los cada vez más pobres y los cada vez más los ricos, “poniendo a la ciudad en una situación sumamente delicada; tanto, que parecía que sólo podía volver de la turbación a la tranquilidad y al sosiego por medio de la dominación de uno solo”. Fue elegido Solón “pues ni tenía parte en los atropellos de los ricos, ni estaba sujeto a las angustias de los pobres, actuando a satisfacción de los ricos, por ser hombre acomodado, y de los pobres, por la opinión de su probidad”. Cuando algunos le animaron a convertirse en un tirano les contestó: “Muy buena posesión es la tiranía; pero no tiene salida”. Eso sí, precisa Plutarco, “no porque repudió la tiranía se condujo blanda y débilmente en los negocios, sometiéndose a los poderosos: ni hizo sus leyes a gusto de los que le eligieron”. Prefiriendo leyes a la fuerza, y confiado en la bondad de la igualdad que “no engendra discordia”, pudo presumir Solón de que “salvé sin tiranía el patrio suelo, y sin usar de inexorable fuerza”.

Pero –¡ay!– también Plutarco cuenta que cuando visitó Atenas el filósofo Anacarsis “se rio del cuidado de Solón y de que pudiera pensar que contendría las injusticias y codicias de los ciudadanos con los vínculos de las leyes, que decía no se diferenciaban de las telas de araña, sino que, como estas, enredaban y detenían a los débiles y flacos que con ellas chocaban, pero eran despedazadas por los poderosos y los ricos”. Concluyendo con pesimismo que “el éxito fue más conforme con la conjetura de Anacarsis que con las esperanzas de Solón”.

Triste conclusión que, por desgracia, la historia ha ratificado muchas veces y nuestra presente, mediocre y mezquina vida política, tan grosera y esquemáticamente partidista, confirma. Las leyes, piensan algunos actuando en consecuencia, son esas telas de araña que solo detienen a los débiles ciudadanos, mientras los poderosos las rompen. O lo intentan, como se está haciendo.

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