El balcón
Ignacio Martínez
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Parece que en los tiempos que corren no se puede expresar una condena a la masacre que el Estado de Israel está ejerciendo sobre la población palestina sin que uno sea tachado de terrorista. Eso le ha ocurrido al presidente del Gobierno español, que ha expresado su condena sin paliativos al terrorismo de Hamas y, al mismo tiempo, ha exigido al Gobierno israelí que respete la legalidad internacional y deje de asesinar civiles –mujeres y niños, fundamentalmente–, para proteger a la población de Gaza. Pedro Sánchez también ha defendido la solución de los dos estados como la mejor manera de derrotar al terrorismo y garantizar la seguridad de Israel y la paz en la zona.
Esta posición del Gobierno español ha enfadado a Netanyahu –primer ministro israelí– y ha causado un conflicto diplomático; al mismo tiempo la oposición política española ha acusado de terrorista al presidente Sánchez. Parece que Israel tiene, lleva teniendo, bula para hacer lo que le venga en gana con el pueblo palestino, al que tiene recluido desde hace 40 años en un gran campo de refugiados en la franja de Gaza y Cisjordania, desoyendo las resoluciones y mandatos de las Naciones Unidas.
Y es que la respuesta a unos ataques terroristas inhumanos y crueles, condenables a todas luces, no puede ser la venganza ni la matanza indiscriminada de civiles ni el sufrimiento atroz de un pueblo, ni la destrucción de hospitales ni el bloqueo de la ayuda humanitaria… La cifra de muertos es insoportable. Hay que dar pasos hacia un alto el fuego permanente. Hay que reivindicar el diálogo y una solución al conflicto que, inevitablemente, lleve al reconocimiento del Estado palestino.
Decir esto no es apoyar a Hamas, grupo terrorista que también ha matado a inocentes civiles en sus ataques indiscriminados. Decir esto es situarse al lado de los que sufren la sed, el hambre, la falta de libertad, los bombardeos y la muerte. Decir esto es clamar por el cumplimiento de las resoluciones de los organismos internacionales. Decir esto es señalar también que al Gobierno de Netanyahu, cada vez más acosado por la corrupción y cada vez más extremista, le ha venido bien el terrorismo de Hamas para aumentar su popularidad y evitar las críticas. Entre los israelíes ya hay voces que claman por la paz y el entendimiento de los dos pueblos, de los dos Estados. Y si la oposición política española cree que por exigir que se cumpla el derecho internacional se es terrorista y defensor de Hamas, yo también soy terrorista.
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