La firma
Antonio Fernández Jurado
Se retroalimentan
Por montera
Tenemos ante nosotros el triángulo de la justicia. En vez de estar alineada dando estabilidad al Estado se ha formado un peligroso vórtice lleno de misterio. ¿Qué pasará en este enfrentamiento? Lo veremos. Todas las esperanzas están puestas sobre el Tribunal Supremo. La imputación del Fiscal General del Estado le ha llevado a este a postrarse ante un juez el Supremo. El pulso por qué parte de la justicia gana está servido: o gana la justicia entregada a la política o la justicia arraigada en las leyes constitucionales. El desafío es evidente. García Ortiz, el primer fiscal General imputado en democracia ha entrado al Tribunal por la puerta grande. Llegó orgulloso, saludó a la prensa sonriente como en una alfombra roja ataviado con una corbata con bordados de la balanza de la justicia que, curiosamente, ese mismo día, mientras él declaraba ante el juez, dos miembros más del gobierno abrazaban sus cuellos dejando colgar la lengua de la misma tela sobre sus respectivos pechos. Pulso de Ortiz al no querer sentarse en el banco frente al juez sino en las mesas reservadas para jueces, abogados y fiscalía en un tribunal. Ortiz se negó a declarar, no respondió más que a las preguntas preparadas previamente con su abogado, un abogado del Estado. La Fiscalía de sala, una subordinada del jefe investigado no quiso preguntar. La justicia española tiene la oportunidad de retomar la confianza social por las últimas decisiones de la Presidenta del Tribunal Supremo, Isabel Perelló. Desde que PSOE y PP desbloquearon el CGPJ ha nombrado ya a treinta y dos altos cargos judiciales, cuyos nuevos nombramientos fueron sometidos a una comisión para evaluar su capacidad, mérito y paridad. Esta renovación se viene haciendo con pulcritud y discreción de manera constructiva, con altura de miras, tal y como Perelló pidió a todos. La confianza se recupera tras aquel pacto alcanzado entre PSOE y PP de que los nuevos cargos serían elegidos entre los propios jueces repartiendo diez para uno y diez para el otro equilibrando la balanza. Balanza que la progresía rompió en el Constitucional donde siempre, voten lo que voten, el resultado es el mismo: siete votos contra cinco. Siete de izquierdas, cinco de derechas. Y para que no haya dudas de que el TC sigue a las órdenes del gobierno han apartado a José María Macías del debate sobre la inconstitucionalidad de la Amnistía. Que la justicia no se ahogue en la trampa triangular de los navegantes.
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