Trump and friends

Yo te digo mi verdad

28 de enero 2025 - 03:06

Leo que Donald Trump propone “limpiar Gaza”, y que lo que entiende por limpieza es expulsar a millones de palestinos hacia los países vecinos, como Egipto y Jordania. Pienso en qué concepto de lo aséptico tiene este presidente, que implica considerar a hombres, mujeres y niños como una basura que hay que barrer de sus hogares, supongo que para tomar posesión de ellos y levantar allí bloques de apartamentos como los que forjaron su imperio, heredado por cierto. Gusta el rubicundo mandatario de decir que él es un hombre hecho a sí mismo, y quizá sea verdad, y por eso le ha salido este engendro.

Aún no he conseguido curarme del espanto de las reiteradas declaraciones altisonantes del jefe del Estado más poderoso del mundo (o eso les gusta decir), pero más me espanta percatarme de que el hombre que piensa y dice esas cosas tiene amigos y seguidores en España, como Santiago Abascal, líder de Vox, y más aún el hecho de que este cuenta con millones de votantes en nuestro país, y que hay muchos más millones que apoyan a personajes similares en un número creciente de países de todo el mundo.

La ecuación es terrible, descorazonadora. Nos hallamos ante multitudes en todo el planeta dispuestas a favorecer que este modelo de hombres (pocas mujeres) orgullosos, prepotentes, e inmensamente ricos, lo más parecido a los villanos de las películas, tome el control del mundo, por supuesto proclamando que lo que quieren es hacer grandes de nuevo a sus naciones, mientras hacen el saludo nazi. No me imagino a qué tiempo se refieren cuando hablan de los pasados esplendores, y menos aún en nuestra querida España de pasados recientes más bien vergonzosos.

Lo más llamativo es que muchos de esos nacionalistas de antiguos modos, que admiran las maneras de autoritarios iluminados de libro, se empeñan en asegurar cada día que estamos gobernados por un dictador mentiroso, Pedro Sánchez, que está llevando a los españoles al abismo, acompañado en su destructiva misión por los enemigos del país. Pero resulta que el presidente tiene una curiosa forma de ejercer la dictadura: perder votaciones trascendentales en el Congreso, precisamente a manos de sus supuestos compinches en los planes de destrucción de lo nuestro. Mira por dónde, algo tan democrático como la aritmética de los escaños desmiente a los profetas de no se sabe qué negro futuro.

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