Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
Hace dos días quedó inaugurada la segunda legislatura de Donald John Trump, el presidente número 47 de Estados Unidos. La ceremonia de investidura del personaje no defraudó, y es que a su megalomanía habitual sumó un mesianismo hiperbólico que, si no fuera por el sufrimiento que puede generar, sería desternillante. La misión que Dios ha encomendado a este convicto es la de “volver a hacer de Estados Unidos un país grande de nuevo”. Nada más acabar su entronización y con la compañía de todos los magnates tecnológicos supermillonarios, dejó a las claras por dónde irá su política con anuncios, micrófono en mano, de una serie de medidas absurdas, xenófobas, homófobas, antiecológicas… y todos los apelativos que se nos ocurran. Pero justo en ese momento, además de sentar las bases de su misión y visión para el mundo, Trump también abrió la oportunidad para que el resto del universo reaccione ante tal ofensa al sentido común.
Probablemente la candidata Harris perdió las elecciones porque era la corresponsable de una política típica del establishment occidental, de buenas intenciones en los discursos, pero de adormidera en las acciones, donde el objetivo real era el de mantener el statu quo capitalista mediante un manejo silencioso de las actuaciones. Esta forma de hacer política ya no cala en una sociedad tan polarizada, ávida de mensajes simples pero contundentes, de seguridades, una sociedad que vive completamente perdida en una etapa de cambios sin precedentes. Para hacer frente al “trumpismo”, o a las prácticas parecidas de regímenes poco democráticos como el ruso o el chino, habrá que posicionarse claramente contra el proteccionismo, el autoritarismo o el despilfarro ecológico, ofreciendo un futuro viable basado en la intercooperación y en la defensa de los Derechos Humanos, sin complejos, con contundencia y con convencimiento. Probablemente sea la Unión Europea una de las conminadas a ofrecer esa respuesta antiautoritaria, enérgica, negándose a seguir el juego perverso que acaba de proponer el nuevo inquilino de la Casa Blanca, siendo la que refuerce a contrapoderes universales como la ONU o la Corte Penal Internacional.
Lo del lunes podemos definirlo como una enorme desgracia, que ya veremos en qué queda para la historia, pero también como una gran oportunidad, la de promover una tercera vía que construya paz y justicia en el mundo. Veremos.
También te puede interesar
Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
En tránsito
Eduardo Jordá
Poema inaugural
La colmena
Magdalena Trillo
La risa de Hillary
La otra orilla
Andrés García
Era Trump, oportunidad histórica