
La firma
Antonio Fernández Jurado
Y nosotros, ¿qué?
Por montera
Cada vez que se produce un crimen atroz en España, sobre todo en los que las víctimas son personas sencillas, sus familiares y amigos suelen ser enfocados por las cámaras de televisión ante las que imploran llorando que “esto no vuelva a ocurrir”. Esta semana en la que otra mujer ha sido asesinada, ésta ha muerto no a manos de su novio, marido, pareja o ex. No. Ha sido asesinada por adolescentes de 14 y 15 años de cuyas identidades poco se sabe hasta el momento. Seguimos protegiendo la identidad porque son menores. Sí han transcendido algunos detalles de estas criaturas por parte de sus propios padres. Dos de sus progenitores, los padres, han pedido perdón a la familia de Belén Cortés, de 35 años, la educadora que estaba al cargo de los chicos en una vivienda tutelada de Badajoz. De ellos han desvelado que eran chicos con problemas desde niños debido a que sus madres –dicen– , ambas dos, estaban sumergidas en una vida desestructurada y en el mundo de las drogas a las que indujeron a sus hijos ellas mismas. Ellos interpusieron denuncias varias durante años enfrentándose, incluso a nivel judicial, y a problemas inherentes de rupturas infernales que desencadenaron en la destrucción de una vida que debía garantizar la seguridad de estos jóvenes. Adolescentes de los que podríamos imaginar que su mayor problema podría ser el pasar demasiadas horas atentos al móvil. Pero no, son chavales que han venido cometiendo robos, palizas, amenazas, broncas, detenciones, huidas de los centros donde se supone que iban a encontrar la solución para la cura de todos sus males gracias a la vocación y dedicación de personas entregadas como la asesinada Belén, quien ya había denunciado que iba atemorizada a la vivienda tras haber sido intimidada en varias ocasiones por esos mismos chavales. Y aquí llegamos al punto de inflexión nuevamente, puesto que no es la primera vez que unos menores de edad cometen crímenes, es decir, matan a personas, pero que por no haber cumplido los 18 años se libran de serles aplicada la ley de los mayores. Si cometen un crimen de mayores deben cumplir una condena para mayores. Para ello hay muchas cuestiones que arreglar en el sistema: desde la injustificada deficiencia de la Ley del Menor, al abandono por parte de las administraciones, quienes dan a entender que un asesino se va a reinsertar en un piso tutelado, y la ausencia de protección en ellos. Las lágrimas y la solidaridad no son suficientes para que no vuelva a ocurrir.
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