Alto y claro
José Antonio Carrizosa
La confianza está rota
"...Y te he metido la batería portátil en el bolsillo de la mochila, que te conozco y seguro que no lo has cargado entero. Y unas picotas de las de chuches, por si te pica el hambre. Van en una bolsa grande, como las de Juan. Y toma 100 euros más, anda, por si acaso. Y hazme el favor de avisar cuando llegues. Y cuando te metas el autobús. Y en la estación te quedas sentadito, que siempre hay chusma en las estaciones, y a saber allí. Tú no te fíes de nadie que no conozcas y ya está. Y me mandas fotos, que quiero ver cómo está la habitación, que si la tienen muy mal buscamos otra cosa y punto, tú por eso no te preocupes. Y me vas contando, ¿eh? No dejes de contarme. Yo de todas formas te llamo mañana y me explicas todo, y el lunes me llamas tú cuando salgas del trabajo y me dices cómo te ha ido el primer día. Ay, yo no sé cómo te metes ahí. Bueno, sí lo sé, que es verdad que aquí no ha nada para ti, pero hijo… al menos podrías haberte buscado algo en España y no irte tan lejos…
Bueno, tú sácalo todo de la maleta en cuanto llegues y lo dejas recogido, que te conozco y encima no te has querido llevar la plancha de viaje, así que o doblas bien la ropa o vas a ir al trabajo con las camisetas más arrugadas que la rodilla de un elefante. Tú sabrás. En la estación estate atento a las pantallas y a los avisos, no te vayas a equivocar de andén, que la liamos. El viaje es largo, así que te da tiempo de sobra a echar una cabezadita. Te duermes, que tienes que descansar, y si no puedes, te pones algo en el iPad, o miras por la ventanilla, que seguro que el paisaje es muy bonito. Hazle fotos y me las mandas, que a mí las fotos de las vías me gustan mucho.
Y no te pongas triste, que te lo noto en la cara. Tú, relajao, que nos vamos a ver pronto. Hazme el favor de alegrarte, que estoy aquí aguantando y ahora resulta que el que se pone tonto eres tú, niño. Qué más quisiera yo que te pudieras quedar aquí, hijo, pero qué desastre. El otro día leí que casi mil chavales (bueno... chavales… tú me entiendes) se habían tenido que ir este año para buscar un trabajo en condiciones. Cómo nos han engañado entre todos con tantas potencialidades y tanta charlatanería, hijo. Menuda panda de trileros. Cómo me arrepiento de haberles votado, de no haberme levantado cada vez que nos ninguneaban. Cada vez que nos negaban una oportunidad. Me arrepiento porque ahora, mírame, estoy aquí, de brazos cruzados, viendo cómo te vas porque no he sido capaz de defender tu futuro. Porque he dejado que mi tierra y la tuya, nuestra tierra, estuviera cada vez más lejos de todo. Ya, ya sé que yo no tengo la culpa, pero es que a ellos les da igual, hijo. Míralos, ahí en Sevilla, y en Madrid, de brazos cruzados dejando que entre todos conviertan nuestra tierra, que también es suya, en una isla. Huelva, abandonada a su suerte. Huelva, cada vez más sola mientras vosotros os tenéis que ir a buscaros el futuro a otro sitio. Qué pena, hijo. Qué pena.
Pero deja el móvil, chiquillo, que le vas a gastar la batería. Y vamos al coche ya, no sea que pierdas el tren, que no estamos para perder más trenes”.
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