Javier Sánchez Menéndez

La vara de medir

Los afanes

19 de diciembre 2019 - 01:34

Desde la ventana de mi habitación, cuando era joven, y en la fachada de un edificio inmenso con tejado de uralita, se leía con letras grandes Libertad a Carrillo. Un municipio de un pueblo andaluz. Año 1976. El edificio era una fábrica de costuras donde entraban muchísimas mujeres en turnos diferentes. Un día y otro día leía el mensaje que alguien había pintado en los ladrillos. Carrillo tardó poco en salir de prisión, había regresado a España del exilio y la democracia española estaba comenzando a balbucear de la mano de Suárez, de la mano de políticos -independientemente de su ideología-. Eran otros políticos. Y me acordaba de ello tras leer que Mae de la Concha, de Podemos, consejera de Agricultura, Pesca y Alimentación en Baleares, y que cobra 60.000 euros, dice que sin el plus de 22.000 euros no llega a final de mes. Y por tanto que no renuncia a dicho plus de residencia.

Pedro Sánchez no es el presidente del Gobierno de España. Ni siquiera es el presidente del Gobierno en funciones de España. Pedro Sánchez es el presidente de sí mismo y de un grupo de amiguetes que no han dado un palo al agua en la vida y nunca se han visto en otra.

El carisma de los políticos de antes estaba hecho de otra pasta. De una fórmula que había vivido la dictadura y había trabajado con sudor la transición. A Felipe González lo derrotó la corrupción, al igual que a Rajoy. A Sánchez lo ha derrotado su ambición. Porque Pedro Sánchez ha sido derrotado por él mismo. Aún no ha sido nombrado presidente y ya posee más desencuentros que encuentros. Hasta entre sus propios apoyos. Claro está que esta gente que vive del cuento intenta que el cuento sea de nunca acabar. Zapatero y Pedro Sánchez comenzaron a destruir aquella socialdemocracia de González.

La presión fiscal que los españoles soportamos está por encima del 70%. No solo en los impuestos directos que pagamos, si a ello le sumamos que, desde la cerveza, a la gasolina, o un libro, pasando por todo, absolutamente todo lo que consumimos, comemos o nos movemos y viajamos está gravado con impuestos, pues eso, otorga el 70% que mencionamos. ¿Y todo eso para qué? Pues para que puedan seguir viviendo del cuento los gobernantes. Para que rompan de un plumazo la vara de medir que nunca mide nada, tan solo lo que ellos desean.

Nos preparamos pues para más impuestos, más deuda, más déficit. Pero ellos a lo suyo. A seguir viviendo de los españoles decentes y trabajadores.

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