Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
Una parte de mí quisiera poder conformarse con la opinión de algunos analistas sobre Trump, que ven en su victoria más de lo mismo. Republicanos y demócratas no dejan de ser dos caras de la misma moneda, la versión americana de las peleas dentro de una misma élite que solo está de acuerdo en una cosa: concentrar en pocas manos los bienes y recursos que deberían ser de todos. En política internacional tampoco habrá muchos cambios: el antiguo-nuevo presidente seguirá apoyando a Netanyahu, como también hubiera hecho Harris; y como él no necesita más dinero del que tiene, incluso puede que no aumenten las concesiones al lobby armamentístico. A fin de cuentas, la imagen de ese presidente rencoroso, corrupto, misógino e ignorante ha sido forjada desde Europa, a quien no le conviene que Estados Unidos vaya por libre, cuestionando a la OTAN y despreciando la multilateralidad.
Pero evidentemente estas opiniones no me consuelan: hago mía la derrota de Kamala, y no solo porque su imagen sea más amable que la de Trump. Puede que su presencia en la Casa Blanca hubiera contribuido a la lucha contra el racismo y el machismo, que son estructurales y van unidos a la esencia del país, pero esto nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos ya es que los norteamericanos verán elevarse estratosféricamente las cifras de la desigualdad, al albur de esos tecnomagnates que buscan suprimir cualquier intervención del Estado, excepto cuando les convenga lo contrario. Sabemos también que aumentará la pobreza de forma insoportable, que se deportará a los inmigrantes, que las mentiras y bulos ocuparán el lugar de la verdad. Y sabemos con certeza, ay, que el caos climático será cada vez mayor. El planeta también pierde con la derrota de Harris.
En este oscuro panorama ultraliberal y negacionista, cresta de esa ola reaccionaria que inunda el planeta y se lleva por delante más vidas que las riadas de verdad, ¿dónde buscar la luz? No es momento de planteamientos abstractos, ni de escuchar el triste silencio de una izquierda desnortada. Pero sí de extender el horizonte de lo posible, que es lo que no dejarán de hacer en muchos barrios, en pequeñas asociaciones, en iniciativas de economía social o redes de apoyo mutuo. Sirve en Estados Unidos y sirve aquí también: cada derrota siembra signos y semillas de supervivencia, tan humildes como radicalmente transformadoras. No tienen la hegemonía, seguramente nunca conquistarán el poder como Trump.
Pero no serán vencidas.
También te puede interesar
Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
En tránsito
Eduardo Jordá
Poema inaugural
La colmena
Magdalena Trillo
La risa de Hillary
La otra orilla
Andrés García
Era Trump, oportunidad histórica