
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Objetivo: salir en la foto
La Virgen de la Cueva, ¿dígame? – Le llamo porque quería poner una reclamación; soy andaluza y tenía contratada la tarifa básica de lluvia, no este despropósito. Esto se nos ha ido de las manos. ¿Le han cambiado el contrato y le han hecho fija? ¿Desde cuándo no duerme? – Pero señora, usted había pedido agua para llenar los pantanos. – Sí, pero esto parece el diluvio universal y no hay tanta madera para el arca, ni yo me llamo Noé. Estamos en el sur de España y parece que vengo de coger percebes, ya me han convalidado el B1 de percebeira y se me está poniendo cara de londinense. Mi cuñada está feliz porque se ha comprado una secadora, la zapatería de la esquina ha hecho un pedido de botas de agua, después de devolver las que tenía a finales de febrero, y las ópticas han empezado a vender gafas de natación. Es que nos va a dar algo, sin poder llevar a los niños al parque… – Señora, entiendo su situación, pero recuerde que yo solo gestiono la lluvia, no el servicio de secado. Para eso tiene que contactar con San Lorenzo, aunque le aviso que lleva en ERTE desde el verano pasado. – Pues que lo reincorporen, ¡aquí necesitamos un poco de sol! – Le ofrezco una solución: ¿ha probado a colgar ajos en la ventana y cantar sevillanas al revés? Es la versión premium del conjuro para despejar nubes. – Haga algo, por favor, acabo de ver a un pato en Unicaja pidiendo una hipoteca porque le ha salido un lago en la puerta de mi casa.
– Señora, si le sirve de consuelo, en Galicia están aplaudiendo porque, por primera vez, llueve más en Andalucía que en su tierra. – Ya, pues como sigamos así, en Sevilla van a cambiar la Feria de Abril por la Feria Náutica. – Mire, lo que puedo hacer es derivarle al departamento de San Pedro, pero le aviso que el hombre está desbordado: tiene la nube de datos saturada. – ¿Y si pruebo a poner huevos a Santa Clara? El otro día que hizo tanto viento, en el paseo de Santa Fe, vi unas sábanas de Snoopy colgando de la rama de un árbol; esa pobre mujer, que se fue de casa con la ropa tendida en el balcón, pensando que no iba a llover y de repente llegó Konrad, la borrasca, y ahora va a tener que dar un paseo por el barrio, a ver si recupera la colada. – No sé qué más decirle, señora, la naturaleza es así. – Es que tengo las flores del patio empapuchás, se me ha echado a perder la hierbabuena y el perejil. El poto está en su mejor momento, pero con ese no puedo hacerme el té de la tarde. Y en Peguerillas han sacado a los vecinos de sus casas en zodiac; me llamó una amiga que vive allí, que nunca ha pisado la playa, que había sido uno de los días más emocionantes de su vida. – Señora, voy a intentar ayudarla: le pediré al que le pone los nombres a las borrascas que se coja unos días libres, en Semana Santa, así disfrutará del sol y podrá ir a coger espárragos. ¿Le parece bien? – Es usted una santa, muchas gracias. – Es que nunca llueve a gusto de todos. Que tenga un buen día. – ¡Igualmente!
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