Vivir del feminismo

Las dos orillas

09 de marzo 2025 - 03:08

No es lo mismo ser feminista que vivir del feminismo. Es una diferencia que ya ha quedado clarísima en la política española. Sin embargo, como le suele pasar a la izquierda marxista, tardan más de un siglo en entender que su concepto del mundo ha quedado desfasado. Ya no estamos en los tiempos de Marx y la revolución industrial, sino en el trumpismo artificial. Y tampoco estamos en los tiempos de Simone de Beauvoir. Ahora, en España, las lideresas del feminismo quieren ser Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra. Ninguna de las tres sería capaz de escribir El segundo sexo.

El feminismo sigue siendo necesario. ¿Y qué es el feminismo? Esa es la cuestión. El feminismo se debe entender como la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad de los derechos, allá donde no los tienen. En este país han avanzado mucho. Pero aún les queda. Los problemas para el feminismo se agravan cuando los partidos políticos intentan utilizar a las mujeres. Hay unos vividores y unas vividoras del feminismo, que se aprovechan de las mujeres para conseguir más votos. Por lo que se puede considerar como otro neomachismo.

Ahora recitan un mantra. Desde el sanchismo y sus socios están repitiendo que el feminismo se debe basar en la lucha contra la ultraderecha. Entendiendo por tal a todos los que no votan junto a Puigdemont y el bloque llamado progresista, que no lo es. Sin embargo, resulta que una de las ultraderechistas de referencia para el sanchismo, la italiana Giorgia Meloni, presentó el viernes un proyecto de ley en el que declara el feminicidio como un delito en el que los autores serán condenados a cadena perpetua. Es decir, Meloni plantea en Italia una ley más dura que la española para los condenados por violencia machista.

En España, la izquierda se opuso en 2015 a la prisión permanente revisable (se aprobó sólo con los votos del PP), no admite la cadena perpetua, y metieron la pata hasta el fondo con la ley del sólo sí es sí, que derivó en penas inferiores para condenados por violencia machista. Y han dado el cante con los casos de Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, que fueron tapados y ocultados en Sumar y Podemos, respectivamente, por unos feministos y feministas de pacotilla, que practican la hipocresía política.

Vivir del feminismo es una patraña tan grosera que la mayoría de las mujeres ya se han dado cuenta. Y han entendido que deben luchar por sí mismas, sin ser rehenes de quienes las utilizan para su beneficio.

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