Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
La otra orilla
Hace unos días se emitía el último programa de Señales de Humo. Es un programa de radio que se viene emitiendo desde hace casi veinte años en una emisora local de Huelva. Un programa realizado por el mismo equipo que hace esta columna que estás leyendo. Y que tiene un contenido social y ambiental, algo que nos permite llevar, cada semana, a personas de la sociedad civil, gente que defiende la paz, los derechos humanos, la acogida a inmigrantes, la cultura, el mundo rural, la cooperación internacional, la recuperación de la memoria, el decrecimiento, el trabajo digno. Y un largo etcétera.
Me quiero detener en ese “largo etcétera”. Porque, más allá de las aportaciones que nos van dejando, las propuestas más o menos incisivas, más allá de todo eso está el simple hecho de que existan. Quiero decir: hay mucha gente dedicando su tiempo, sus recursos, sus capacidades, a promover mejores condiciones de vida para su entorno, gente empeñada en construir otro mundo mejor, más acogedor, menos violento, más justo, menos desquiciado.
Es evidente que toda esa gente, en términos globales, no están logrando convencer a un número suficiente de conciudadanos. No generan masa crítica. Son una mayoría silenciosa y silenciada. Pero también es evidente que sin todas estas personas el mundo sería bastante más gris, y que son un contrapeso imprescindible a la minoría depredadora, violenta, acumuladora y machista.
Es un privilegio poder poner delante de un micro a todas esas voces, porque de alguna manera nos reconcilia con el mundo, regenera la esperanza, abre un increíble abanico de alternativas sociopolíticas que, en algún momento, conseguirán generar masa crítica. Porque las sociedades modernas, si quieren seguir avanzando (más allá de la tecnología) lo tendrán que hacer desde la cooperación, el reparto de bienes y recursos, la acogida, la cultura, el bien común.
Esa mayoría silenciosa que apuesta, que apostamos, por un mundo mejor, terminará encontrando la manera de conectar las luchas. Mientras tanto deberíamos estar atentos a esas voces, porque igual que esos bancos de semillas que hay escondidos en algunas montañas, esas voces son la esperanza de que, en algún momento, reconstruyamos la convivencia y la cooperación en este planeta nuestro.
También te puede interesar
Lo último