Javier Chaparro

A vueltas con las playas

Paso cambiado

07 de marzo 2010 - 01:00

UNA vez más, algunas de nuestras autoridades han puesto en práctica el manual de usos y costumbres para afrontar situaciones de crisis, especialmente cuando se actúa con escasa diligencia: el primer paso consiste en negar la mayor y matar al mensajero, aunque finalmente se acabe por reconocer el problema -sólo parcialmente- y anunciar algunas ayudas a los damnificados. Después de muchas semanas de lluvias y viento con catastróficas consecuencias en muchos puntos del litoral onubense, los responsables políticos se han apresurado a conocer in situ el estado de las zonas afectadas para anunciar o reclamar inversiones con las que paliar los daños. Los trabajos se realizarán cuando escampe, lo que no tendrá lugar, como muy pronto, hasta dentro de dos semanas. Es lógico que el Gobierno de la nación sea cauto a la hora de hacer las reparaciones oportunas a fin de no tirar el dinero, aunque es necesario insistir en que hay situaciones, como es el caso de Matalascañas y Mazagón, que pudieron y debieron corregirse mucho antes mediante la ejecución de obras que se vienen reclamando desde hace años, como la construcción de pequeños espigones en las playas para frenar el fuerte oleaje y retener la arena, sin olvidar la reforma del dique Juan Carlos I con idéntico fin.

Mucho nos tememos que la presente situación va a tener un impacto terrible durante la próxima Semana Santa en el sector servicios, tanto en términos empresariales como de empleo. Basta ver cualquier foto de ambas playas -como de Isla Canela, Isla Antilla, El Portil o Punta Umbría- para darse cuenta de que las demandas lanzadas por los alcaldes están más que justificadas. Que Huelva no se convierta en un fondo de cajón, no sólo geográficamente sino políticamente, depende de que los responsables políticos de todo signo estén a la altura de las circunstancias y den la cara por los intereses de la provincia de la misma manera que vemos cómo lo hacen sus colegas de territorios con fuerte raíz nacionalista a través de sus diputados y senadores, que son quienes al final deben trabajarse en Sevilla y Madrid la llegada de las partidas presupuestarias. Si alguien tiene la suerte de ver a alguno de ellos pisando la arena estos días, que se lo recuerde.

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