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Huelva/España juega hoy la final de la Eurocopa con Inglaterra, y el mismo día un joven deportista, Carlos Alcaraz, juega su segunda final consecutiva de Wimbledon. Ya se ha dicho que este domingo puede ser glorioso para el deporte español; de esos días que se recuerdan toda la vida si los resultados son favorables. Y si no lo son, también. Porque sólo el hecho de llegar aquí, estar y tener una última opción de alcanzar la gloria con un trofeo de prestigio, es para darse por satisfechos. Y ya es un triunfo excepcional tener esa capacidad, el poder fabuloso de ilusionar, conciliar y dar felicidad con algo tan simple, tan intrascendente (o no) como ver triunfar a quienes sentimos más cercanos, paisanos, y hacernos partícipes de sus gestas, aunque sea por el sufrimiento y el deseo compartido con pasión.
Así es el deporte, y así se vive especialmente aquí, quizá como bálsamo frente a preocupaciones más relevantes que tenemos cada día, aplicado en ese momento de comunión familiar y personal viendo ganar a los nuestros. Nos produce a la mayoría una reacción hormonal que nos dura para rato, nos vacuna por un tiempo, y nos marca para el resto. Como ese Mundial de fútbol de 2010, o ese oro olímpico de Carolina Marín, que ha elevado el deporte onubense a lo más alto que se puede llegar.
En Huelva nos toca especialmente el deporte, como parte de nuestro patrimonio e identidad y nuestra esencia. La presencia británica desde hace más de 150 años, nos trajo el fútbol, el deporte más popular del mundo. Aquí se empezó a practicar en España, precisamente en esta provincia y en esta ciudad por la que entró. Y de aquellos albores, entre las cortas de Riotinto y las marismas del Titán en el Puerto de la capital, llegamos a esta final de Berlín, en la que la selección española busca hoy un cuarto título de Europa frente a los inventores del juego, aquellos que a mediados del siglo XIX lo importaron en Huelva; esa pérfida albión que ya sucumbió una vez, como el meta Williams ante Zarra en el Brasil del maracanazo en el 50.
El Recreativo de Huelva, nuestro Recre, encarna esos tiempos pioneros como primer club de fútbol creado en España en diciembre de 1889. Igual que el Recreativo de Tenis de Huelva, club hermano siamés, ahora otra entidad autónoma desde comienzos del XX, que hace también que este otro Recreativo, el de raquetas y pelotas amarillas, sea también decano, como primero y más antiguo entre los clubes de tenis de España.
Sólo hay tres torneos de tenis en el mundo que son más antiguos que el Recreativo de Tenis: Wimbledon, US Open y Máster de Canadá
El fútbol solapa casi cualquier otro deporte en España. Igual que en Huelva con el Recre también al resto. Aunque no debería hacerlo con su mellizo, otro motivo de orgullo obligado para el onubensismo y esta tierra tan necesitada de referentes y de patrimonio que refuerce su identidad y amor propio. Por más que esté reconocido como Bien de Interés Cultural, se olvida el valor incalculable que tiene también el Recreativo de Tenis, y la fortuna que supone contar con él en nuestra historia y en nuestro presente.
Esta semana ha organizado su gran torneo, la Copa del Rey de Tenis. Era su edición 99 y ya desde el cierre del viernes ha empezado la cuenta atrás para la más especial, la edición centenaria. No hay un torneo más antiguo en España que éste de Huelva. Aunque sea actualmente de exhibición. Fue creado en 1912, ahora con 112 años, aunque son menos sus ediciones por paréntesis obligados por diferentes avatares, como la guerra.
No es el torneo más antiguo del mundo. Ese honor es, precisamente, para Wimbledon que coincide en semana de celebración con el de Huelva, y en el que hoy se puede coronar por segunda vez seguida Alcaraz, el gran talento mundial actual del tenis, justo dos años después de que jugara en Huelva, en esta misma pista del Recreativo para disputar esta Copa del Rey donada por Alfonso XIII, que no llegó a alzar como subcampeón que fue finalmente.
Sólo hay tres torneos en el mundo más antiguos que el Recreativo de Tenis de Huelva: Wimbledon (1877), el US Open (1881) y el Masters 1.000 de Canadá (1881). Los demás se crearon después de existir ya este club en Huelva, Roland Garros (1891) incluido. Estos datos redundan el valor de los pioneros del deporte en esta provincia, de la historia convertida en patrimonio deportivo, social, cultural e histórico. Y en la necesidad de protegerla y potenciarla.
En esas, el club mira a 2025 con ilusión por su edición centenaria de la Copa del Rey. Llega sin que aún haya cerrado su traslado a las nuevas y modernas instalaciones que darán paso a los legendarios y obsoletos terrenos del Velódromo que ahora ocupa. Esa operación, junto a la 100ª Copa del Rey, deben ser aprovechadas como punto de inflexión para centrar nuestra atención en el tenis, en el deporte y en el patrimonio que tenemos en él, como puerta de entrada en España de fútbol, tenis y golf.
El horizonte del próximo año está definido con ilusión, y esa misma mirada valiente es la que debe apuntar más allá en el horizonte con ambición. Hay que saber reconocer la oportunidad que surge con las nuevas instalaciones que vienen en camino, y aspirar a lograr lo que hasta ahora no se ha tenido, y se puede alcanzar.
El presidente del club, Rafael Romero, ya ha avanzado que hay que hacer de la Copa del Rey de tenis un torneo de categoría internacional y entrar en el circuito ATP, con carácter competitivo y con premios que la conviertan en una cita interesante en la temporada. Con la extraordinaria ventaja, además, que sólo tiene un torneo de 112 años, organizado por una entidad de 135 años, la más antigua de España, y una de las más antiguas del continente.
Ese aval patrimonial que aquí se posee da un valor excepcional y eleva esta oportunidad a máxima categoría para la promoción del territorio de la provincia de Andalucía. Un torneo ATP 250 sería la aspiración, sólo por detrás de los Master 1000 y ATP 500; al mismo nivel que, por ejemplo, Bastad, en Suecia, donde estos días Nadal se prueba para reaparecer, y grandes números uno han dejado su nombre en el palmarés.
Más de medio millón de dólares son necesarios sólo para el reparto de premios entre los 64 participantes en un cuadro de esta clase, que pone en juego también 250 puntos para la clasificación mundial para el ganador. Es otro reclamo para la nobleza secundaria del circuito ATP, con todo lo que supone de proyección internacional.
Por eso es una oportuna y valiosa nueva ventana para la promoción de Huelva como destino turístico. Ahora que tanta inversión viene en camino a Huelva, es también una ocasión perfecta para el anclaje en el territorio y el compromiso social de las empresas a través del deporte, que tan efectivo es como vehículo identitario, sobre todo en Huelva, patrimonio intangible y sentimental.
Hace falta ahora tener visión de futuro, proyección y analizarlo más allá del ámbito del deporte. El potencial es enorme, en todos los aspectos. Hay que plantearlo y valorarlo seriamente. Dar un paso más y tomar la iniciativa sin renunciar a nada. Miremos con orgullo, con la seguridad de los argumentos que da esa historia. Con la ambición que siempre debe tener Huelva. Y con una razón más para dotarla de las infraestructuras de comunicación que necesita.
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