Una Yalta sin Europa

La ciudad y los días

18 de febrero 2025 - 03:06

Tenemos de antiguo la mala costumbre de poner nombres propios a los males históricos, como ahora hacemos con Trump y Putin, pese a que la Teoría del Gran Hombre como motor de la historia es cosa superada desde hace muchos años. Por mucho poder que tengan Trump y Putin, muchas malas decisiones que puedan tomar y mucho que estas afecten a la política internacional y con ello las vidas de todos nosotros, no dejan de ser la punta del iceberg de procesos históricos, estructuras socioeconómicas o imaginarios sociales que han hecho posible, autocráticamente en el caso de Putin y democráticamente en el de Trump, sus liderazgos. Surfean sobre olas mucho más poderosas que ellos. Por supuesto tienen poder, y mucho. Y sus personalidades influyen. La situación no sería del todo la misma si Kamala Harris hubiera ganado las elecciones. Pero tampoco sería tan distinta. Trump y Putin son el rostro de fuerzas que han sabido utilizar a su favor. Ni la muerte de miles de jóvenes rusos en Ucrania ha provocado la caída de Putin, como auguraban los optimistas, ni la disparatada campaña de Trump impidió que más de 70 millones de estadounidenses le votaran.

La agonía de Europa empezó en 1945, con el eclipse del Imperio Británico, último de los europeos que dominaron el mundo durante siglos, y el inicio de las nuevas hegemonías mundiales de Estados Unidos y la URSS. Esta agonía se constata estos días en los que se está asentando con crudeza un nuevo orden mundial –China, Estados Unidos, Rusia– que está imponiendo un imperialismo del que Europa está excluida. De celebrarse hoy la conferencia de Yalta, Churchill estaría tan excluido de ella como lo estuvo De Gaulle. Solo se reunirían Eisenhower y Stalin, como ahora solo se van a reunir los jefes de exteriores de Estados Unidos y Rusia en Arabia Saudí, preparando una futura cumbre entre Trump y Putin.

Poco pueden y quieren hacer los líderes europeos reunidos ayer en París para –dijo Albares– “evidenciar la unidad de los europeos en estos momentos cruciales, analizar qué debemos hacer para garantizar una paz justa y duradera en Ucrania y analizar qué necesitamos para alcanzar esa paz”. No hay unidad, no somos capaces de garantizar la paz porque no estamos dispuestos (con razón) a enviar nuestros jóvenes a morir por la libertad de Ucrania y provocar otra guerra mundial, y por lo tanto no habrá más paz injusta que la que Trump y Putin impongan.

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