Desafección con la política

La desconfianza en los partidos, en algunas de las principales instituciones del país y en la política en general que desde hace tiempo muestran los ciudadanos al responder diversas encuestas, dejó hace tiempo de ser noticia. Pero nunca se debería normalizar esa importante desafección, aunque los principales actores se sientan mínimamente concernidos por este preocupante escenario. El último Barómetro de diciembre del centro de estudios andaluces (Centra) plantea a los 3.600 encuestados si comparten la afirmación de que la sociedad organizada es mejor que las instituciones y si para arreglar Andalucía se necesita un líder fuerte dispuesto a romper las reglas. En el primer caso el 70% opina que sí, mientras que casi el 69% de la muestra respalda la opción autoritaria de los dirigentes para resolver los problemas. Es cierto que no dejan de ser preguntas inducidas que, además, coinciden con un estado de excitación inhabitual en la sociedad como el que desencadenó la tragedia de la Dana y la pésima respuesta institucional. Pero la decepción, en este caso de los andaluces, supura a lo largo de la mayor parte del cuestionario, fundamentalmente cuando se plantean cuestiones relativas a la política estatal. Sólo la Corona, el Ejército o la Unión Europea merecen un aceptable grado de confianza de los consultados frente al Gobierno central, el Congreso, el Senado o el sistema judicial, que obtienen unos porcentajes mayoritariamente negativos. En su propuesta de cierre del pasado año Juanma Moreno propuso alejar Andalucía “del ruido” y se comprometió a hacer de la política “una actividad noble, de servicio público, alejada de la bronca continua y del enfrentamiento”. Ojalá puedan cumplirse estos buenos propósitos. La polarización ya socava los cimientos básicos de la democracia en España.