La voz de Europa

Europa ha dado por fin el primer paso en la dirección correcta para responder al tremendo desafío que le ha lanzado Donald Trump con la ruptura del sistema de alianzas que ha cimentado las políticas de seguridad durante los últimos ochenta años. La cumbre celebrada el pasado domingo en Londres pone las bases para que el continente se haga oír ante un eventual acuerdo entre Washington y Moscú que suponga, en la práctica, la desaparición de Ucrania como país independiente. Ese paso europeo, por ahora muy pequeño pero esperanzador, se produce además en el contexto marcado por la grotesca humillación a la que fue sometido el pasado viernes Volodimir Zelenski en el Despacho Oval. Esa encerrona ha supuesto un antes y un después en el desarrollo del conflicto y evidencia la comunidad de intereses que han formado Trump y Vladimir Putin. No lo tiene fácil Europa. Son muchas las dificultades que se le presentan para tener una posición de influencia en un orden internacional que se está diseñando desde la premisa de su exclusión. Aparte de la propia división interna que hasta ahora han presentado los socios de la UE a la hora de afrontar políticas conjuntas de defensa y seguridad, el hecho de que la mayoría de sus miembros lo sean también de la Alianza Atlántica hace muy complicado que se pueda implicar de forma directa como fuerza de paz en Ucrania una vez alcanzado un alto el fuego. A pesar de todos estos obstáculos, Europa necesita encontrar su sitio en una nueva situación en la que asume riesgos de todo tipo. Trump ha dejado claro que ni cuenta con ella como aliado estratégico ni está dispuesto a garantizar su seguridad. Los únicos lujos que no se puede permitir el continente son los de la inacción y la división interna. Cuanto antes dé pasos en esa dirección más consolidado tendrá su futuro.