La tribuna
Estado imperfecto
Mensaje de Jueves Santo
Jueves Santo. Día eucarístico, día sacerdotal, día del amor fraterno. Jesús instituye la Santísima Eucaristía y el sacerdocio, y nos da la mayor muestra de su amor, se ofrece en sacrificio y se queda en el Sacramento del Amor: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20). Agradecimiento y adoración brotan de nuestros corazones ante gesto tan trascendental: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Y antes, lavó los pies a sus discípulos. Es como el anticipo del servicio supremo que realiza en la Cruz.
Por eso Jesús, hoy, nos pregunta: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”. Y nos manda: pues haced vosotros lo mismo. Entonces comprendemos que Eucaristía y servicio están unidos, entonces comprendemos que el sacerdocio es para la Iglesia. No puede haber disociación de Eucaristía y vida, y tampoco de Eucaristía y sacerdocio, ni de sacerdocio del servicio al Pueblo de Dios.
¿Cómo comprender lo que Él ha hecho con nosotros? Que cada uno mire su vida y vea cuánta misericordia ha usado el Señor con nosotros, cuántas veces nos ha perdonado, cuántas veces ha besado nuestras llagas, cuántas veces ha cargado con nuestros pecados, cuántas veces ha cargado con nuestras cargas.
Y, ¿cómo comprender lo que hemos de hacer nosotros? Si nuestra vida es un seguimiento de Cristo, ¿cómo no imitarlo en sus gestos y actitudes?, ¿cómo no perdonar al prójimo, incluso a los enemigos?, ¿cómo no lavar los pies de todos a los que tenemos que servir?
También hoy es día de preguntarnos por los hermanos, sobre todo por aquellos que son más pobres y más desamparados, los que necesitan mayor testimonio del amor de Dios. Cáritas, en la Jornada del Amor Fraterno, nos sale al encuentro para que nosotros salgamos al encuentro de los hermanos. Quiere ser un grito de auxilio hacia ellos. En nuestra diócesis tenemos a nuestros hermanos sufrientes más cercanos: los enfermos, los que sufren soledad, los inmigrantes, los que no tienen trabajo, los que son despreciados y explotados. ¿Qué hemos de hacer con ellos? Lo mismo que el Señor.
Que el gozo por la Eucaristía nos lleve al compromiso con los pobres. Que comprendamos lo que el Señor ha hecho con nosotros y estemos dispuestos a hacer lo mismo con nuestro prójimo. Será la mejor semilla para la Pascua, para el paso del Señor por nuestra vida.
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