Manuel Chaves

Dinero y poder

La tribuna

10499181 2025-01-19
Dinero y poder

19 de enero 2025 - 03:10

En un artículo anterior señalé que el regreso de Trump a la Presidencia de EE.UU impulsaría una “ola de autocratización” y la “normalización” de la extrema derecha en Europa. En la etapa de transición a su investidura como Presidente, Trump ha hecho propuestas que indican su escaso respeto a las normas internacionales: anexión de Groenlandia (Dinamarca), del Canal de Panamá y la incorporación de Canadá como 51 estado de EE.UU, amenazando con la intervención militar y la presión económica a estos países. El tiempo dirá si sus declaraciones son solo provocaciones o hechos que van a desembocar en un caos del sistema internacional ya que otros estados podrían actuar del mismo modo o justificar sus agresiones como en el caso de Ucrania.

Todo esto forma parte de una visión “trumpista” del mundo en la que el American first se convierte en una amenaza imperialista a los estados, incluidos los aliados y en el objetivo de acomodar a Occidente en un orden ideológico, cultural y político –la hegemonía iliberal– que responda a los intereses económicos de los poderosos –las grandes Corporaciones tecnológicas– en conjunción con los intereses políticos de Trump. En este contexto, lo mas preocupante es la alianza –dinero y poder– de Elon Musk y de Trump. Es una situación inédita en las democracias liberales: el hombre mas rico del mundo, con una red social que llega a mas de 200 millones de usuarios y sin ningún control de verificación de su contenido, interviene en la política interna de los estados e interfiere en sus procesos electorales apoyando a los líderes de la extrema derecha.

Se dice que el sistema democrático está en decadencia, pero no es cierto; mas bien la extrema derecha, y los poderes que la sostienen, utilizan los derechos constitucionales y las instituciones democráticas con el objetivo de desestabilizar las democracias y abrir el camino a los gobiernos autoritarios. Es evidente que la extrema derecha está en ascenso y está adoptando una dimensión global en gran parte del planeta. En la UE los partidos ultras están fuertemente representados en la mayoría de los países miembros. En cinco de ellos, Italia, Finlandia, Países Bajos, Hungría y Eslovaquia (probablemente en Austria) presiden o forman parte de los Gobiernos. Hungría y Eslovaquia tienen ya sistemas autoritarios incompatibles con los principios de la UE. En Francia, Le Pen puede ganar las próximas elecciones presidenciales y en Alemania un partido postnazi (AFD) puede ser la segunda fuerza electoral. Por otra parte, los distintos grupos de extrema derecha en el Parlamento Europeo tienen mas de 200 eurodiputados que de unirse representarían una fuerza determinante para entorpecer el proceso de integración europea. Ante este estado de cosas, la UE tiene la responsabilidad de poner coto a la desinformación, bulos e interferencias de las grandes redes sociales a través de la legislación comunitaria.

Por otra parte, desde la II Guerra Mundial los partidos conservadores y socialdemócratas europeos habían garantizado la estabilidad de las democracias frente a la extrema derecha. Actualmente no es así. En los países antes citados, la presencia de la extrema derecha en los gobiernos es el resultado de pactos con los partidos de la derecha democrática. Esta derecha debe rehuir el dilema de pactar con los partidos ultras o radicalizar su discurso para evitar la fuga de los votos hacia éstos. Existe una tercera opción: ”un cordón democrático” frente a la derecha ultra. En España, el PP parece estar dispuesto a gobernar con Vox lo que es peligroso para la democracia. El PP es un partido democrático, pero tiene un fuerte sector “trumpista”, de derecha radical, que condiciona su estrategia acercándolo a las políticas radicales de Vox. Por ejemplo, existen escasas diferencias entre las posiciones políticas e ideológicas de Ayuso y las de Abascal, Meloni o Milei.

Existen riesgos para las democracias, también para la nuestra. Parece que no pasa nada, pero sí pasa. La erosión de la democracia tiene lugar paso a paso. Richard Holbrooke, gestor de la paz en los Balcanes, planteó un supuesto: “supongamos unas elecciones libres y democráticas y que los elegidos libre y democráticamente son racistas, fascistas, antidemócratas y belicistas”. En Europa ya tenemos algunas modelos.

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