Juan Ramón Medina Precioso

¿Un enfoque liberal del problema ambiental?

La tribuna

10525329 2025-01-21
¿Un enfoque liberal del problema ambiental?

21 de enero 2025 - 03:06

Uno de mis genetistas favoritos es John Maynard Smith, que introdujo la teoría de juegos en el análisis de los procesos evolutivos y ecológicos. Influido en su juventud por el marxismo, se afilió al Partido Comunista de Gran Bretaña en 1938. No obstante, cuando conoció la realidad de los regímenes comunistas, se distanció de esa ideología y, en 1956, pidió la baja en ese partido. Junto con Needham y otros científicos proclives al comunismo en los años 30, había mantenido la curiosa tesis de que, en última instancia, la ciencia era incompatible con el capitalismo. Y de ahí derivaba la imperiosa necesidad del comunismo. Si otros autores, de orientación más económica, habían hecho énfasis en la idea de que, llegada cierta etapa de su desarrollo, las relaciones de producción capitalistas bloquearían el desarrollo de las fuerzas de producción, los naturalistas de izquierda creían que también bloquearían el desarrollo de la ciencia. Como declaró Bernal, lo que se necesitaba era una “ciencia para el pueblo”, pero solo sería plenamente factible en una sociedad comunista. En esa línea, Haldane declaró que la contribución principal de Darwin no había sido su teoría de la evolución, un tema que ya habían abordado otros científicos, sino sus estudios experimentales sobre las plantas (que solo conocen los especialistas) y sus investigaciones sobre el papel ecológico de las lombrices (que fue su última aportación justo antes de fallecer). ¿Por qué era eso lo importante? Porque estaba directamente relacionado con la producción. Los agricultores podían obviar la teoría de la evolución, pero les resultaba muy útil saber de plantas y de lombrices. El delirio llegó a su culminación cuando el soviético Lysenko concluyó que la Genética era un cúmulo de falsedades reaccionarias al servicio de la burguesía. Aunque nunca aclaró cómo una suma de errores podía serle de utilidad a nadie, con el apoyo de Stalin retrasó el desarrollo de la Genética (y en parte de la Agricultura) en la Unión Soviética hasta los años 60. Resultó que la ciencia había prosperado más en las potencias capitalistas occidentales que en el comunismo soviético, justo al contrario de lo previsto (por cierto, con la producción había ocurrido algo parecido). No obstante, muchos científicos prefirieron obviar tan incómoda verdad, que solo se atrevió a denunciar el francés Monod. En 1970, en su ensayo El azar y la necesidad, expuso su tesis de que, al igual que las religiones, el marxismo era una ideología seductora, pero carente de fundamento.

La historia de la Genética se repitió, con algunas diferencias, en el caso del ecologismo. Suele decirse que su versión moderna nació en 1962 con el libro Primavera Silenciosa de Rachel Carson. Sin embargo, los pensadores anticapitalistas insistieron en que el verdadero hito había sido la respuesta popular a las pruebas nucleares llevadas a cabo por los estadounidenses en las islas Marshall. De hecho, la novela En la playa, de Nevil Shute, que versaba sobre una población exterminada por los efectos de las radiaciones, tuvo mucho éxito. Y había sido publicada en 1957, un lustro antes que la de Carson. Así, los primeros ecologistas no solo se consideraban antinucleares, sino también antiimperialistas y anticapitalistas. Muy modestamente, mi primer artículo periodístico, Seveso y la democracia, publicado gracias al apoyo del sacerdote Javierre, trataba sobre las ventajas que había tenido abordar en un sistema democrático la catástrofe química ocurrida en la ciudad italiana de Seveso. En realidad, era una crítica disimulada al régimen franquista y una defensa de la democracia, pero no desentonaba de la idea generalizada de que el ecologismo iba vinculado al comunismo o, por lo menos, al socialismo. Sin embargo, luego descubrí que ambas corrientes no acababan de cuadrar. A medida que los problemas de contaminación y de cambio climático fueron acentuándose, los ecologistas fueron reforzando su propuesta de que solo un estricto decrecimiento económico podría resolverlos. Y naturalmente eso chocaba con la tendencia productivista típica del comunismo original. A ver si no iba a ser el capitalismo, sino el ecologismo, el responsable del previsto bloqueo del crecimiento económico. De hecho, aun disimulado por un ingente recurso al endeudamiento, algo de eso está ocurriendo en la Unión Europea, con medidas tan absurdas como cerrar las centrales nucleares y prohibir los cultivos transgénicos, y omisiones tan desafortunadas como retrasar la construcción de infraestructuras hidráulicas. Visto que, con muy escasas excepciones (yo solo conozco la del minoritario Volt), las formaciones políticas ecologistas se han alineado con los partidos socialistas y comunistas, y visto que nos proponen sacrificar el desarrollo económico en aras de la protección ambiental, quizás haya llegado el momento de explorar más a fondo el enfoque liberal de problema ambiental. ¿Qué puede ofrecernos el mercado y la innovación en materia ambiental? Esa es la pregunta que me formulo ahora.

stats