F. Javier Merchán Iglesias

Escolarización y educación

La tribuna

11522839 2025-03-24
Escolarización y educación

24 de marzo 2025 - 03:06

Como cada año, a lo largo del mes de marzo se sucede el proceso de escolarización en Andalucía, un proceso mediante el cual niños y niñas obtienen plaza en algún centro escolar a partir del 2º ciclo de la Educación Infantil. En realidad, sólo tienen que solicitarla las familias cuyos hijos o hijas se incorporan por primera vez al sistema educativo o quienes, por alguna razón, deseen cambiar de centro. En el resto de los casos, salvo incidencia extraordinaria, las plazas se asignan de forma automática en el mismo centro en el que cursan sus estudios o en aquellos a los que están adscritos cuando se pasa de una etapa educativa a otra. Lo más habitual es que, de una u otra forma, pueda obtenerse plaza en el centro que se solicita en primer lugar –en torno al 96% de los casos–, que generalmente es el que está más próximo a sus domicilios.

En Andalucía, la tasa de escolarización es del 100% en los niveles de enseñanza obligatoria –Primaria y ESO–; en el primer ciclo de la Educación Infantil se alcanza casi el 50%, mientras que en el segundo ciclo ronda también el 100%. En lo que hace a los niveles no obligatorios de la enseñanza secundaria –Bachillerato y FP– la tasa de escolarización va disminuyendo desde los 16 a los 18 años, situándose en torno al 78% como promedio. Si continúa esta tendencia, parece bastante probable que, en un futuro no muy lejano, esté escolarizada la inmensa mayoría de la población andaluza entre 0 y 18 años, culminándose un proceso que se inició hace más de 50 cuando en 1970 se amplió la edad de escolarización obligatoria hasta los 14 años.

Ahora bien, esta expansión de la escolarización ¿ha supuesto una mejora significativa y proporcional de la formación de la población? La cuestión no es tan evidente como a simple vista pudiera parecer. Aunque tenemos algunos indicios poco optimistas, desde luego es un asunto difícil de valorar, ya que no es sencillo cuantificar ese nivel de formación entendida en un sentido amplio (conocimientos adquiridos, capacidad de discernimiento…), ni determinar en qué medida se debe exclusivamente a la escolarización. En todo caso, podría afirmarse que han mejorado los resultados académicos, pero tampoco es para tirar cohetes. Si nos fijamos en indicadores más objetivos, resulta que, por ejemplo, en el curso 2022-23 Andalucía, casi el 20% del alumnado no consiguió el título de la ESO y sólo el 63,7% lo obtuvo con todas las materias superadas. En ese mismo curso, la tasa de repetición fue del 9,2% y la tasa de idoneidad a los 15 años, del 70%. Es cierto que años anteriores estos datos eran peores, pero no es menos cierto que también se han ido reduciendo los requisitos para obtener el título, así como los objetivos mínimos para superar las materias. Por otra parte, si nos fijamos en los resultados de pruebas externas, como puede ser PISA, se advierte que desde la primera edición en el año 2000 hasta la última de 2022 los resultados no sólo no han mejorado, sino que incluso han empeorado.

En definitiva, aunque la tasa de escolarización haya aumentado significativamente en los últimos cincuenta años, no puede decirse que el rendimiento académico o el nivel y la calidad de la formación lo haya hecho en la misma proporción. Y es que, en lo que respecta a la educación, no cabe duda de que la escolarización es una condición necesaria, pero no es suficiente. Se requiere, además, que se produzca en ciertas condiciones de habitabilidad, disponibilidad de recursos, integración…no basta con ubicar al alumnado en un centro escolar. Por otra parte, es necesario atender también a otros aspectos claves de la educación, como los contenidos del currículum escolar, los métodos de enseñanza, la evaluación… para formarse no es suficiente con pasar las horas y los días en un centro escolar, hace falta que lo que allí ocurra redunde de manera significativa en la adquisición de conocimientos y en el desarrollo de capacidades críticas de pensamiento, aspectos en los que los avances no son tan relevantes como cabría esperar. Ciertamente en esta suerte de desequilibrio entre puestos escolares para todos y educación, intervienen diversos factores, pero al menos uno de ellos es que la política educativa no puede reducirse a una política meramente de escolarización. Y es que, a veces, da la impresión de que lo que primordialmente preocupa a la administración es colocar al alumnado en los centros escolares –cada uno en su sitio–, mientras que los asuntos relacionados con la calidad de la formación que allí reciben, se abandonan a la suerte o al empeño y buena voluntad de los docentes, como si sólo de ellos pudiera depender.

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