La tribuna
Ya no sé ni dónde vivo
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Los más veteranos recordamos los tiempos en los que los equipos de fútbol casi se odiaban. El ejemplo más acabado de ese casi odio lo representaban el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona. Al parecer esa vieja rivalidad se fraguó durante la Copa del Generalísimo de 1943. En la ida, en su casa, el Barcelona ganó al Real Madrid por tres goles a cero. En la vuelta, el Madrid se desquitó y venció al Barça por once a uno. En el campo del Real Madrid, la derrota barcelonista estuvo acompañada de agresiones físicas a jugadores catalanes y a técnicos y a acompañantes. El fichaje de Di Stéfano por ambos clubes aumentó la ira de unos contra otros. Y ya en nuestros tiempos, recuerden la etapa de Mourinho y de Guardiola. Las disputas y las afrentas eran moneda corriente cuando se enfrentaban ambos clubes.
Hoy día ese odio ha pasado a mejor vida. Da gusto escuchar a los entrenadores de ambos clubes y de todos los equipos de Primera División elogiando la categoría, la calidad de los jugadores del equipo contrario y el buen fútbol que practican. Han llegado a la conclusión de que resulta más rentable deportivamente ganarle a un equipo bueno que a uno malo. Que es menos escandaloso perder con uno que juega muy bien que con otro lleno de tuercebotas. En definitiva, los equipos de fútbol han decidido reconocer la categoría y la calidad de los equipos contrarios. Se dan la mano al final y aceptan normalmente al árbitro de la contienda. Ya no practican el desprecio que utilizaban en tiempos pasados.
Desgraciadamente la política española sigue anclada en los tiempos del odio y el desprecio al contrario. El Partido Popular no reconoce al PSOE y al Gobierno de España y el PSOE no reconoce al PP y a sus gobiernos autonómicos. No solo no se reconocen, sino que se desprecian. El PP no elogia la categoría del PSOE y el PSOE no elogia la categoría del PP.
Los políticos de hoy no ensalzan a los políticos de los otros partidos. Todo lo contrario. Los insultan, los minusvaloran, se mofan de ellos y los retratan como auténticos perdedores. Cuánto más los desprecian y minusvaloran, menos ponen en valor cuando les ganan electoralmente e incluso cuando pierden ante ellos.
En definitiva, el PSOE no reconoce al PP y el PP no reconoce al PSOE, condición sine qua non para que exista una democracia digna de tal nombre.
El ganador actúa con el árbitro (Tribunal Constitucional) como lo hacía el Barcelona con el árbitro Moreira. El que pierde no acepta ni respeta a ese árbitro que debe ser la garantía de la Constitución.
En lo único en que coinciden equipos de fútbol y partidos políticos es en parte del graderío. Siguen existiendo los forofos acérrimos, que disfrutan con el insulto y las agresiones. Cada equipo y cada partido tienen sus peñas que jalean el juego sucio, el engaño, las agresiones, la mentira y el desprecio a los que no llevan su misma camiseta.
Y en esas estamos. Remedando a Machín, ¿cómo se pueden creer dos versiones a la vez, y no estar locos? Junts afirma que será condición indispensable el conocimiento de la lengua catalana para obtener la residencia en Cataluña. El PSOE y sus ministros lo niegan. ¿Cómo salir de dudas?
Quien va a ejercer la competencia que se delegue será la Generalitat de Cataluña, en el supuesto de que supere el trámite parlamentario. La Generalitat tiene un presidente que, aunque lo parezca, no es Puigdemont. ¿Qué dice el encargado de ejercer esa competencia? ¿Exigirá o no el conocimiento de la lengua para obtener la residencia? Illa es el único que puede sacarnos de dudas, en el caso de que decida hablar.
Supongamos que llevan razón los de Junts. Si alguien no puede residir en Cataluña por no conocer el idioma catalán ¿será expulsado solo de Cataluña o también de España? ¿Con qué títulos un presidente catalán podría expulsar de España a un ciudadano? Si no puede residir en Gerona, ¿podría hacerlo en Zamora? Si puede residir en una parte del territorio español, ¿qué razones existirían para que no pudiera residir en el resto del territorio?
¡Nos vamos a volver locos!
¿Somos un único Estado o somos dos? Si somos dos, uno de ellos no está en la Unión Europea. Si somos dos, la Unión Europea no estaría conformada por 27 sino por 28 Estados. ¡O sobra un Estado o falta un idioma!
¿Cómo enseñarán en las escuelas Conocimiento del Medio? ¿Uno o dos Estados? Si solo somos uno, ¿qué razones existen para que alguien pueda entrar en una parte de ese uno y no en el resto del mismo?
¡Por favor! Ya no sé ni donde vivo
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