La tribuna
Oro y euro
La tribuna
Me divierte mucho el inicio y el final de la película de John Huston El tesoro de Sierra Madre (1948). Esta película está basada en el libro de similar título, escrito por un personaje enigmático que unos dicen que es Ret Marut, anarquista que participó en el soviet de Baviera durante la I Guerra Mundial, y que condenado a muerte se refugió en Chiapas, adoptando el nombre de B. Traven para consagrarse a escribir libros de aventuras. Otros señalan que fue un escritor de Chicago, llamado B. Traven, como declaró la última esposa de este. En todo caso, aunque la primera hipótesis es la más plausible, lo cierto es que B. Traven una vez que firmó el contrato con Huston envió a su representante al rodaje, si bien existe la sospecha de que fue él mismo bajo otro nombre. Es decir, nos hallamos ante un verdadero ilusionista que construyó un misterio en torno a sí.
La película comienza con Humphrey Bogart, el mítico actor de Hollywood, en el papel de un pobre y harapiento norteamericano deambulando por México a la busca de trabajo. La hilaridad llega cuando Bogart le pide a un mexicano impoluto, que se hace dar brillo en los zapatos en una plaza de Tampico, “un peso para que este pobre gringo pueda comer”. Cuando le pide otro peso, el mexicano le espeta a Bogart: “Te doy dos, pero no me vuelvas a pedir. Trabaja”. Dadas las circunstancias actuales la escena es desternillante.
Trump lo ha dicho claramente: “La Unión Europea la han hecho para fastidiar a USA”, y que a él le gusta Europa, pero país por país, es decir divididos. Cuando el euro entró en funcionamiento yo estaba precisamente en lo profundo del Estado de Nueva York, a orillas de los Finger Lakes, a escasos kilómetros de la casa de postas donde se ideó la American Express. Los americanos veían con mucho escepticismo la llegada del euro. Incluso, yo diría que estaban ofendidos. Luego he comprobado que desde los campus norteamericanos se lanzaba una y otra vez una ola de antieuropeísmo de izquierda llamando a provincializar Europa.
La izquierda en Europa ha estado muy tempranamente alerta contra cualquier proyecto continental. Los grandes europeístas, como Richard N.Coudenhove-Kalergi, en el período entreguerras, fueron conservadores, sobre todo. El antropólogo francés Marc Abélès, buen amigo, que investigó el Parlamento europeo, la OCDE y Silicon Valley, se preguntaba en un libro que yo coordiné, titulado Europa y la contracultura, sobre el porqué de esa desafección de la izquierda, desde el mismo Karl Marx. Hay una latencia antiimperialista, en la época en que las principales potencias de Europa se lanzaban a la conquista del globo con gran voracidad.
Empero, hoy día, tras dos guerras mundiales, que se prolongaron en ultramar –véase África–, y dos guerras a sus puertas –Balcanes y Ucrania–, Europa no está para bromas. Al final, la UE se transformó en un proyecto socialdemócrata y conservador, con la aquiescencia de la izquierda. Cuando el proyecto estaba a pleno rendimiento ocurrió el Brexit, auspiciado por el eje anglosajón, que pretendió desestabilizar el continente. No les salieron las cuentas, y Gran Bretaña entró en un período de incertidumbre que se prolonga hasta hoy mismo. Sólo quedaban pues los viejos nacionalismos emergidos de la residual extrema derecha. Bannon, el ideólogo de Trump, se estableció en Roma y comenzó su campaña de apoyo a los ultraderechistas del continente y de hostilidad hacia el Papa. El momento actual de antieuropeísmo trumpista es más una fase superior de aquel proyecto desestabilizador.
Siempre me ha llamado mucho la atención la pronunciación que hacían los magrebíes de la palabra euro, que sonaba muy parecido a oro, sobre todo cuando el patrón euro/oro iba por delante del dólar. Volviendo al final de la película de Huston. Bogart, con otros dos norteamericanos, consigue hacerse clandestinamente con un yacimiento de oro en Sierra Madre. Los tres amigos van sacando de él polvo aurífero, hasta conseguir una capital; entonces, deciden trasladarse a Tampico para venderlo y retirarse. Bogart comienza a enloquecer febrilmente pensando que sus compañeros lo quieren asesinar para quedarse con su parte. Lo único que consigue es que unos bandidos lo ataquen, y maten. Cuando abran el equipaje de sus mulas piensan que los saquitos que llevaba Bogart son arena vulgar, para que pesen más las pieles que portaba, con el fin de engañar a los comerciantes. Rompen los saquitos, desparramándolos por el suelo. Cuando los compañeros de Bogart van a buscar el polvo de oro ha estallado una tempestad. Entonces, los dos americanos, en mitad de la ventolera, al comprobar que el oro se lo ha llevado el viento, estallan a reír, con una risa tan hilarante como la que yo tuve al principio de la película viendo al pobre de Bogart suplicar un peso para comer.
Me temo que Trump ha desencadenado una tempestad que seguro se va a llevar el oro. A nosotros, a la vieja Europa, nos va a quedar el consuelo menor de reírnos con un placer supremo.
También te puede interesar
La tribuna
Oro y euro
La tribuna
Invisibles, pero imparables
La tribuna
Por qué estoy a favor de la condonación
La tribuna
Manuel Gregorio González
Musk y el barroco
Lo último