La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
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Uno de los problemas que la vida en común plantea es el tener una vivienda, tener un sitio donde cobijarte y poder vivir con tranquilidad, bien solo o sola, o bien en familia. Hace poco estuve en los cines Renoir de Madrid y ¡oh, maravilla!, allí no venden palomitas ni chuches, en esas salas vas a disfrutar del cine. Desde hace años vengo proponiendo que en las salas andaluzas, se destine alguna para disfrutar del cine, sin sonidos y ruidos roedores, y las demás para quienes comen y ven la peli. ¡Y todos contentos! En las salas Renoir vimos El 47, dirigida por Marcel Barrena y con un Eduard Fernández en el papel de Manolo Vital que realiza una interpretación que será candidata al Goya 25, como mejor actor. Porqué hablo de esta peli, porque en ella, se plantea una lucha vecinal por vivir dignamente en un barrio periférico de Barcelona, Torre Baró, que se levantó en los años 60, durante el franquismo. La gente, generalmente emigrantes de Andalucía y Extremadura tenían que construir de noche y techar la chabola antes de que amaneciera, pues sino, la guardia civil la derribaba. Y como en Torre Baró, ocurrió en Madrid, en el Pozo del Tío Raimundo y en otros lugares de las grandes capitales en la posguerra.
Noticia reciente. La Generalitat de Cataluña ha anunciado en el Parlament que destinará 500 millones anuales a la construcción de vivienda protegida y 100 millones a ayudas a la emancipación de jóvenes menores de 35 años para poder dar la entrada para un piso, con créditos de hasta un 20% del precio total de la vivienda. El Presidente catalán, Salvador Illa planea invertir 4.400 millones para construir 50.000 viviendas públicas antes de 2030. La Generalitat ofrecerá Viviendas de Precio Limitado Permanente, con lo que si el propietario quiere venderla más tarde, no podrá cobrar un precio superior al que abonó cuando la compró, para evitar la especulación. Es una buena noticia en plena crisis de alquileres y compra venta de pisos, ante la carestía de la vivienda, que hace imposible que jóvenes y mayores puedan adquirir una vivienda de alquiler o meterte en la odisea de la compra de un piso, hipotecando una parte de tu vida para poder pagar durante muchos años, la hipoteca.
Los alquileres de pisos o viviendas son prohibitivos para cualquier economía juvenil o familiar con trabajos precarios o temporales que convierten en una odisea el tratar de tener tu propio piso, y de ahí que muchos jóvenes pasada la treintena sigan viviendo bajo el techo familiar. Los alquileres turísticos se han encarecido, y la especulación por parte de las agencias, fondos buitre, y muchos propietarios ha creado una burbuja inmobiliaria que va a ser muy difícil pincharla, para volver a alquileres y a compraventa de pisos asequibles para la gente. Desde hace tiempo asistimos a grandes manifestaciones ciudadanas en las que se pide facilitar el acceso a una vivienda digna, tal como recoge el artículo 47 de nuestra Constitución, los Estatutos de Autonomía, la UE, y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los alquileres han subido de media un 30% desde 2015, en las áreas metropolitanas de las principales ciudades españolas. En Valencia, un 43%; en Baleares, un 40%; en Málaga, un 39%. Los sueldos de 2015 a 2022 han subido un 17%, pero la inflación un 20%. Hay personas que emplean un tercio de su sueldo en el alquiler de una habitación en un piso compartido. La ley de Vivienda asume la recomendación de la Comisión Europea de no destinar más del 30% del salario a la vivienda, pero no da respuesta a otros problemas, y el fantasma del desahucio planea sobre el precariado que tiene difícil llegar a fin de mes. Casi 1,3 millones de hogares dedican más de uno de cada tres euros del sueldo a pagar su casa. Las viviendas para uso turístico han tensionado el mercado de la vivienda, toda vez que esos pisos, generalmente apartamentos, se ofrecen en los centros de las ciudades. Mientras el precariado malvive para vivir bajo techo, la industria inmobiliaria y los particulares engordan sus beneficios. Según Eurostat, el 39% de los hogares españoles destina el 40% de sus ingresos a la vivienda. El Banco de España estima que entre 2022 y 2025 deberían construirse 600.000 viviendas para equilibrar la oferta y la demanda, pero el ritmo de construcción no llega a 90.000 viviendas anuales.
Según leo en este periódico, Andalucía, en el segundo trimestre de 2024, fue la tercera Comunidad donde más subió la vivienda, tras Baleares y Aragón. El precio medio del metro cuadrado llegó a 1.589 euros en Andalucía, un 7,5% más que en 2023. El precio en Málaga es de los más caros de España. El Real Decreto-Ley 1/2024, de 14 de mayo de medidas para proteger a los deudores hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social y la Ley de Vivienda establece que durante 2024, la actualización del precio del alquiler será del 3%. Y en 2025 se espera que sea más estable e inferior al IPC. El derecho a una vivienda digna es para muchos españoles una utopía, y merece toda la atención del Gobierno Central, de las Autonomías y de los Ayuntamientos.
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