Aparecen los primeros restos de fusilados en las fosas del cementerio de Minas de Riotinto
Memoria Histórica
Entre los cuerpos encontrados podría encontrarse el del primer fusilado en la localidad
La nieta del cabo Godoy quiere recuperar la memoria del guardia civil asesinado por defender la República
Al igual que hiciera Nerva en noviembre de 2017, con la apertura de la fosa común de su cementerio, Riotinto ha iniciado el camino hacia la restitución de la memoria histórica y del honor violentado de las personas asesinadas en plena Guerra Civil con el inicio de los trabajos de indagación, localización y delimitación de la suya, que podría albergar los restos de más de 200 víctimas del fascismo, según las investigaciones realizadas por Alfredo Moreno y Gilberto Hernández en base a fuentes documentales.
Uno de los casos más llamativos de esa restitución lo protagoniza Luis Ortega Godoy. Las iniciales con las que se conocía al Cabo Godoy (C.G.) las utilizó el sepulturero de Riotinto, Guillermo Carrasco, para anotar en el libro nº 4 del registro del cementerio municipal la inhumación del guardia civil fiel al Estado de Derecho en forma de II República. Fue el 26 de agosto de 1936 y se trataba de la primera ejecución perpetrada en la localidad minera a manos de las tropas sublevadas que ese mismo día llegaron a la comarca. En ningún registro civil se da cuenta de su muerte. Ahora, 85 años después, sus restos podrían encontrarse entre los primeros en aparecer tras la apertura de la fosa común riotinteña. No obstante, sólo las pruebas genéticas podrán certificar esta historia.
Los investigadores Alfredo Moreno, vecino de Minas de Riotinto, y Gilberto Hernández, de El Campillo, autores del libro Memoria Vindicada 1936-1939, están firmemente convencidos de que los restos del cabo Godoy se encuentran en la fosa nº 86 de la cuartelada 21 del cementerio riotinteño.
“La inhumación está registrada con la anotación C.G., que corresponden al Cabo Godoy, citado de esta forma varias veces en el Sumario nº 236/36; solo el sepulturero la tiene anotada; solo aparece en el libro nº4 del cementerio; es más, esta fosa nunca ha sido utilizada para otra inhumación, ni anterior ni posterior al 26 de agosto de 1936. Así que estamos seguro casi al 100% que entre los primeros restos hallados se encuentra el del cabo Godoy”, subrayan.
Según los investigadores locales, tras el alzamiento militar del 19 de julio de 1936, Godoy estuvo reclutando guardias civiles para marchar a luchar contra el avance de las tropas sublevadas que se encontraban en Valverde del Camino. “El 7 de agosto se produce el ataque al puesto de avance rebelde en El Empalme, entre el cruce de carreteras y línea ferroviaria que dista unos cinco kilómetros de Valverde del Camino y cerca de cuatro de la aldea zalameña de El Buitrón. Según la prensa de la época, la ofensiva la protagonizó una columna formada por alrededor de medio millar de mineros procedentes de diferentes pueblos de la comarca. Al frente de los milicianos mineros reclutados se encontraba el cabo de la Guardia Civil Luis Ortega Godoy”, aclaran.
El diario ABC de Sevilla daba cuenta el 29 de agosto de 1936 del fusilamiento del cabo Godoy, pero no el lugar de enterramiento: “El cabo de la Guardia Civil Luis Ortega Godoy era de Fuenteheridos y pertenecía al puesto del Alto de la Mesa. Alto, grueso, con gafas, fue un inducido por la lectura de ciertos periódicos burgueses al servicio del marxismo, que, no obstante, los despreciaban. Al tenerse noticias en la Cuenca Minera de la llegada de las fuerzas militares, algunos cabecillas, como Molina, huyeron… Pero el cabo Godoy, alentando no sabemos qué esperanzas de perdón, se metió en la cama, fingiendo enfermedad. Así fue detenido. Y hasta el último momento alentó esperanzas de salvación… No dio la cara al pelotón, ni la espalda. De costado, mirando hacia la parte de Nerva, escuchó la breve arenga del comandante, que le acusaba de traidor a sus hermanos y a la Patria. ¡Carguen! ¡Fuego! fueron las voces que se dieron casi al mismo tiempo”.
Godoy nació el 28 de diciembre de 1891 en Zafarraya (Granada). Se casó con la serrana onubense Magdalena Martín Mallen, con la que llegó a tener siete hijos: Luis, Josefina, Dolores, Antonio, Juan, Rosario y Enrique. Todos emigraron a Marruecos tras el asesinato del guardia civil y el posterior desahucio al que fue sometida toda su familia.
Marie Gerena Ortega es nieta del cabo Godoy. Nació de forma “accidental” en Argentina, pero se crío en Casablanca (Marruecos), donde les acogió una hermana de su abuelo. Tiene 69 años y vive en Benalmádena, Málaga, donde ha ejercido como profesora de francés hasta su jubilación. Su madre Dolores tenía tan solo 11 años cuando sucedieron los hechos, los suficientes para no olvidar.
“Mi madre nos contó cómo su padre se mostró firme en la defensa de los derechos del pueblo. Jamás me habló de partidos, de rojos ni azules, solo de honor y dignidad. Me crió con los valores de igualdad, libertad y ayuda al prójimo. Mi abuelo era republicano, sí, pero no era un político activista, era un defensor del Estado de Derecho”, subraya.
Tras conocer la noticia de la apertura de la fosa riotinteña, Gerena no pudo evitar emocionarse al recordar a su madre: “Mi madre siempre llevó a su padre en el corazón. ¡Qué pena! ¡Cuánto hubiera deseado vivir este momento!. Era una buena persona. Siempre se decía que el honor de su padre sería restablecido algún día. [Rompe a llorar]. Para ella era muy importante restaurar la memoria de su padre. De ahí mi interés por colaborar al máximo con Alfredo y su colega Gilberto, que me tienen informada de todo. Han hecho un gran trabajo con su libro. Gracias a su investigación hemos dado con mi abuelo, porque estoy segura de que entre los restos hallados está el suyo, y a mi me han quitado un gran peso de encima. Estoy deseando hacerme las pruebas genéticas”.
Aún es muy pronto para decidir que harán con los restos del cabo Godoy, de confirmarse las pruebas genéticas, porque la fase de exhumación está por valorar. No obstante, Gerene vería con buenos ojos la fórmula del panteón colectivo donde todas las víctimas descansen de forma individual, perfectamente identificados con sus nombres y apellidos. “Es una cosa que tengo que ver con mis hijos, a los que también trasladé esta historia, tal y como me la contó mi madre. Es muy importante que nuestros hijos conozcan la verdad para no caer en los mismos errores. Esto no va de venganza, va de honor y dignidad”, comenta.
La fosa oficiosa
El hallazgo de los primeros restos encontrados por el equipo de arqueólogos dirigido por Andrés Fernández confirma la existencia de una nueva fosa común al margen de la marcada como oficial en los años 80 del siglo pasado por las autoridades municipales. Tras varias catas negativas realizadas en la cuartelada 22, donde se ubica la fosa oficial, justo detrás de la placa en memoria de las víctimas, el equipo de arqueólogos decide trasladarse a la zona señalada por los investigadores locales en la cuartelada 21.
“A 80 centímetros de profundidad hallamos un depósito colectivo con los restos de cinco sujetos interrelacionados, arrojados de forma simultánea en el habitáculo que podría ocupar una sola tumba. En uno de los cráneos se puede advertir la evidencia de un orificio de salida que habría que confirmar con un estudio antropológico posterior. En cualquier caso, tenemos argumentos suficientes para confirmar que estamos ante una de las fosas comunes existentes en el cementerio de Riotinto”, afirma Fernández.
No obstante, el arqueólogo prefiere ser cauto con el caso del cabo Godoy. “Por ahora, la arqueología corrobora la argumentación escrita. Es cierto que podría encontrarse aquí porque los documentos escritos lo marcan en este espacio, pero no descartamos que haya otros niveles superpuestos, y si el guardia civil fue de los primeros represaliados debería encontrarse en niveles inferiores. La prueba de ADN a los familiares será crucial para determinar la identidad”, aclara.
Fernández, responsable también de los trabajos de exhumación que se llevan a cabo en las fosas comunes de Nerva, asegura que los restos óseos hallados en Riotinto se encuentran en mejor estado de conservación que los de la nervense. “La cal viva con la que se cubrían los cuerpos tras ser arrojados a la fosa puede ser la explicación más plausible para esto. Lo tendremos que determinar más adelante. Ahora tenemos que centrarnos en delimitar con exactitud la longitud de las fosas y confirmar, corroborar o desmentir la zona testimoniada por la tradición oral en la que las dos primeras catas han resultado negativas, y evaluar la exhumación de los restos que hemos encontrado en la fosa nº 89 de la cuartelada 21”, aclara.
Según el estudio Memoria Histórica en la Cuenca Minera de Rio Tinto, realizado por los investigadores locales Moreno y Hernández, entre lo restos de las personas que yacen en la fosa común de Riotinto también se encuentran los de Policarpio Rodríguez Sabido, tatarabuelo de la alcaldesa de Minas de Riotinto, Rocío Díaz. Su registro de defunción, oficializado cinco años después de su ejecución el 2 de septiembre de 1936, recoge que su “fallecimiento en el cementerio de Riotinto” fue causado “por la acción de las armas militares” en el marco de “la actual campaña contra el marxismo”.
Díaz vive estos primeros días de trabajo en la fosa común de su pueblo con “emoción y un pellizco en el estómago”. Su abuelo, que espera hacerse pronto las pruebas genéticas, y su bisabuela (hija de su tatarabuelo), fallecida hace poco, le contaron que tenía un antepasado igual de revolucionario que ella. “Tengo esperanza en que algún día podamos recuperar a nuestro antepasado para darle una sepultura digna con nombre y apellidos. Es algo muy necesario para la justa reparación de su memoria”, subraya.
La regidora socialista espera seguir contando con la ayuda de la Administración para culminar con éxito el proceso iniciado. “Agradezco la ayuda prestada por la FEMP para iniciar los trabajos, pero esto no puede quedar aquí. No me cansaré de llamar a todas las puertas que sean necesarias para continuar pronto con la exhumación, porque cuando se empieza algo hay que terminarlo. En Nerva llevan cuatro años. Sabemos que el camino será largo y tortuoso, pero merecerá la pena llegar al final”.
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