El Arenosillo cumple medio siglo con un creciente nivel científico

mazagón | a la espera de albergar el proyecto ceus

El centro del INTA destaca en ámbitos como las energías renovables, el estudio de la atmósfera terrestre y los vuelos no tripulados

El enclave es punto de apoyo para los programas de Defensa

La tecnología ubicada en El Arenosillo se ha sofisticado con el paso del tiempo.
La tecnología ubicada en El Arenosillo se ha sofisticado con el paso del tiempo. / H. Información
Carlos López Mazagón

20 de noviembre 2016 - 02:17

En el Centro de Experimentación El Arenosillo (Cedea) del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), una docena de científicos multidisciplinares se afanan midiendo parámetros meteorológicos como la dirección y velocidad del viento, comprobando coordenadas y calculando trayectorias. Todos los conocimientos atesorados en las distintas disciplinas académicas pasan de la certidumbre del papel a medirse sobre el terreno, en una realidad donde las variables escapan al control y en la que los errores no se corrigen con goma de borrar. Aunque es un acto inaugural y habrá tiempo de pulir fallos, todos quieren comenzar la gesta con buen pie. Tras varias semanas de trabajo el cohete Judi-Dart, de fabricación americana, toma posición en la lanzadera apuntando a un cielo limpio y cristalino. Su misión: escudriñar la atmósfera para comprender mejor el comportamiento del clima. A las 13:55, el bólido rompe su reposo y con un ensordecedor estruendo sale disparado cual bala abandonando el tambor de una pistola.

Así escribía oficialmente El Arenosillo su primera aventura en materia aeronáutica tras aprobar la Comisión Nacional de Investigación del Espacio (Conie) que Mazagón fuese el emplazamiento para instalar un campo de lanzamiento de cohetes que vigilase la atmósfera para el estudio y comprensión de la ciencia meteorológica.

Semanas antes de este hito en la historia del INTA, la plantilla adscrita al Ministerio de Defensa ya había lanzado sus primeros globos portadores de reflectores metálicos o chaff para obtener los primeros datos de la baja atmósfera, que resultaron esenciales para trazar los primeros estudios desde la simpar costa onubense. La operación mitigó las probabilidades de error en los lanzamientos de cohetes, afinó la puntería y multiplicó con ellos las probabilidades de éxito. Tres días antes del estreno oficial el cohete militar FFAR, utilizado por el Ejército del Aire, surcó previamente la costa para ultimar los detalles y trabajar el entrenamiento con los radares.

Mario Vázquez, ingeniero técnico aeronáutico, teniente coronel del Ejército del Aire y autor del libro De El Arenosillo al Cedea precisó que todos estos lanzamientos se realizaban "en colaboración con el Servicio Nacional de Meteorología y la NASA y posteriormente con el CNES francés y otras instituciones españolas y europeas". El centro desarrolló paulatinamente programas de mayor envergadura.

Desde entonces el INTA ha desarrollado en Mazagón 558 lanzamientos, muchos de ellos con modelos de producción propia como los INTA 100, 255 y 300; así como 58 vuelos con globos estratosféricos para el estudio y diagnóstico de la atmósfera. Más recientemente, las capacidades del centro se han potenciado con la modernización de sus sistemas de radares de vigilancia y trayectográficos, de estaciones optrónicas, comunicaciones y telescopios que son poco menos que los ojos de Dios en el universo. Todo ello sin olvidar el apoyo que se presta a los programas del Ministerio de Defensa y a los de entrenamiento de tiro de las Fuerzas Armadas.

El teniente coronel José Ramón Villahermosa relata que en este medio siglo de historia, el mayor éxito del Cedea ha sido "situarse a la vanguardia de la técnica en campos como la certificación y el desarrollo de proyectos de energías renovables, el estudio e investigación de la atmósfera terrestre y la experimentación con aeronaves y aviones no tripulados".

El militar subraya cómo toda "la experiencia atesorada con los lanzamientos de cohetes en El Arenosillo ha sido determinante" para el posterior funcionamiento de los satélites españoles que trabajan en el espacio.

Un capital de conocimiento que permite vislumbrar un prometedor futuro cuando aterrice la financiación para el proyecto CEUS, que situará el centro como un referente a nivel mundial en el campo aeroespacial, con el incremento de la actual plantilla de setenta trabajadores. Para Villahermosa, además del valor científico, la aportación de la institución a la sociedad lo conforman las sinergias que son capaces de generar para que "las empresas españolas encuentren nuevos nichos de mercado".

El hecho de que en el año 1966 la NASA adiestrara al personal del INTA y le surtiera de material de experimentación para sus ensayos en el planeta Tierra hizo que muchos medios de comunicación apodasen a El Arenosillo como el cabo Cañaveral Español. Al igual que el enclave estadounidense, situado al norte del Estado de Florida, Mazagón era un lugar estratégico por su situación geográfica para el análisis del espacio. Aunque aquí no se lanzaron cohetes a la Luna ni las investigaciones canalizaron sus recursos a la carrera espacial, las instalaciones onubenses jugaron un papel primordial en otros campos como el control del ozono en el mundo. En efecto, en la Estación de Sondeos Atmosféricos del Cedea se desarrolla la campaña bianual a nivel mundial de calibración e intercomparación de espectofotómetros, que no son otra cosa que los aparatos que miden el nivel de ozono en el mundo.

Junta a ello El Arenosillo acogió en 1998 la primera estación astronómica robótica de la red Bootes, palabra que surge del acrónimo en inglés de observatorio de estallidos y sistemas de exploración de fuentes esporádicas ópticas procedentes del espacio intergaláctico profundo. En 2013 se instaló en el centro un nuevo telescopio de última generación que monta 16 cámaras capaces de rastrear todo el cosmos que se divisa desde el hemisferio norte de la Tierra, cuyo cometido es hacer de guardia del planeta azul detectando las radiaciones gamma, que son las artífices de los agujeros negros.

En el campo de la energía solar térmica, en El Arenosillo se trabaja en la experimentación con tecnologías como las pilas de hidrógeno, llamadas a ser el reemplazo de los combustibles fósiles. El centro cuenta con un laboratorio de ensayos de baterías, supercondensadores y pilas de combustibles más avanzados de Europa. Asimismo disfruta de una microrred de integración de energías renovables a escala real para ensayos de prototipo.

En la Estación de Sondeos Atmosféricos de El Arenosillo se escruta el espacio en estrecha colaboración con el Instituto Astrofísico de Andalucía. Sus equipos técnicos observan la ionosfera en materia de radiación solar, la existencias de aerosoles, el contenido de ozono, gases traza y la meteorología.

El Centro de Excelencia de Sistemas no Tripulados (CEUS) es no obstante el esperanzador proyecto de futuro que se espera con impaciencia. En ellas se calificarán y certificarán las aeronaves autónomas no tripuladas de mediano y gran tonelaje que pueden circular por el espacio aéreo europeo. Para ello se proyecta construir dos pistas de vuelo y un laboratorio científico y tecnológico donde se desarrollará la tarea.

El INTA afirma que ya está todo ultimado en cuanto al diseño y la aprobación del proyecto, cuya ejecución únicamente se encuentra a expensas de la financiación correspondiente que asciende a 40 millones de euros.

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