Danzas en honor a la Tórtola

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Los danzantes acompañaron a la Patrona durante su procesión por las calles del municipio

Los danzantes, durante un momento de la procesión de Nuestra Señora de Tórtola.
Javier Moya Hinojales

02 de mayo 2016 - 05:01

El pueblo serrano de Hinojales está inmerso en sus fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de Tórtola, en las que destaca la tradición de los danzantes, que acompañan a la imagen durante su recorrido procesional por el pueblo.

Las fiestas, que comenzaron el pasado sábado y finalizarán mañana martes, tuvieron ayer domingo su día grande con la procesión de la patrona por las calles del pueblo, tras el traslado de la Virgen de Tórtola, desde su ermita hasta la iglesia de Consolación, el sábado por la tarde.

El pueblo amanecía ayer expectante por ver un año más a los danzantes, gran reclamo turístico de estas fiestas. Primero, tenía lugar la misa, pasadas las 12:00, y algo después de las 13:00 se produjo la salida de Nuestra Señora de Tórtola desde la Iglesia de la Concepción -con más de cinco siglos de vida como indica un azulejo en la fachada del templo-, al son de la gaita, el tamboril y las castañuelas del grupo de danzantes compuesto por siete personas y el acompañamiento musical de la Banda de Música de la vecina Cumbres Mayores.

La Virgen, bajo palio y portada por vecinos, fue llevada por todo el pueblo en un amplio recorrido, de algo menos de dos horas. Precisamente al final de la primera calle, en bajada, desde la iglesia se ha colocado un monolito, rodeado de flores, que recuerda la tradición ancestral de los danzantes. La danza tiene orígenes, al parecer, celtas y posee un encanto especial. Los danzantes van ataviados de una forma singular, con pantalón azul marino, medias más zapatillas y blusa blanca con un fajín de color rojo salvo uno que lo lleva en color verde por ser el que guía al grupo. En la cabeza llevan una especie de gorro rosáceo con flores a sus lados y unos lazos que cuelgan por atrás. Los hombres que mantienen viva esta tradición realizan un gran esfuerzo físico, al ir moviéndose constantemente delante de la Virgen y siempre frente a la imagen o de espaldas al discurrir del cortejo.

La tradición goza de buena salud porque durante el recorrido se alternaban tres grupos de distintas edades. Una de las estampas más bonitas y esperadas es la entrada de la imagen en su templo, ya que antes de hacerlo por una puerta estrecha, baja y ojival, se le tiene que quitar el palio, que de nuevo se le coloca una vez dentro. Todo el pueblo espera en el interior de la iglesia, donde el grupo de danzantes -con todos sus componentes y algunos veteranos que se incorporan aún sin el traje típico- hacen la llamada danza completa en la nave central del templo, con movimientos en semicírculo, líneas rectas, de atrás hacia delante, simulando una cruz y, lo más importante, todos al son del tamboril y la flauta.

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