Décadas de cambios en un paraje único
La colonia onubense de buitre negro se concentra en Sierra Pelada, a lo largo de 50.000 hectáreas muy singulares. Forma parte de un paraje natural, Sierra Pelada y Rivera del Aserrador, declarado así por la Junta de Andalucía en 1989, situado al oeste del parque Sierra de Aracena y Picos de Aroche, lindando con Portugal, y recorriendo los municipios de Rosal de la Frontera, Aroche, Cortegana y Almonaster la Real.
Durante décadas estuvo dominado por un paisaje resultado del clima mediterráneo, con una orografía difícil en zonas con grandes matorrales pero suave en la mayor parte, ocupada por dehesas de alcornocales y encinas explotadas por el hombre para la ganería. Ese escenario era propicio para la existencia de aves carroñeras, pero también para otras especies salvajes como ciervos, jabalíes, corzos, cabras montesas e incluso lobos. Hoy sólo quedan los dos primeros.
En las primeras décadas del siglo XX, Sierra Pelada constituía la colonia de buitre negro más importante de Europa. Pero la regresión fue evidente en años posteriores. Las repoblaciones con pinos alóctonos y eucalipto blanco en los años 40 empezaron a cambiar la fisonomía del lugar, con especial incidencia en territorios ocupados por este ave.
Sin embargo, los ecologistas consideran que la de 1970 fue "la auténtica década negra" para Sierra Pelada, tras un periodo de caza indiscriminada alentada desde la Administración y la llegada de las primeras explotaciones forestales para la producción de celulosa. Aún entonces la colonia onubense, con 45 parejas, seguía siendo la más importante de Europa. La destrucción de matorrales y dehesas -que quedaron relegados a menos del 5% de la superficie ocupada para la cría de buitre negro- hizo el resto. El peso de la sierra onubense en la especie empezó a perderse.
El paraje no es el que era hace cien años pero es un reclamo para el turismo, aunque poco conocido. Sólo falta que el buitre negro sea valorado para que vuelva a reinar con esplendor.
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