Un libro recoge los principales hitos biográficos de Diego José Navarro, el higuereño que fue Gobernador de Cuba
El investigador José Sierra añade un nuevo trabajo a su rescate de la historia de la localidad
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Higuera de la Sierra/José Sierra Garzón se ha convertido en uno de los principales investigadores de la historia de Higuera de la Sierra. Sus trabajos publicados en blogs, redes sociales y libros han contribuido a dar a conocer y poner en valor biografías de personas e instituciones relevantes para la localidad serrana. Su última obra, editado por Círculo Rojo, es un libro sobre un higuereño señero, Diego José Navarro García Hidalgo, quien llegó a ser Gobernador y Capitán General de Cuba a finales del siglo XVIII. El título de la publicación se centra en el nombre del personaje y añade un subtítulo que alude al “militar higuereño que llegó a ser Capitán General, Gobernador de Cuba y de la Florida”.
Una de las principales fuentes en las que se ha basado el libro ha sido el expediente conservado en el Archivo Histórico Nacional que se instruyó para nombrar a Navarro como caballero de la Orden de Santiago, ya que en su interior se han encontrado numerosos datos biográficos bien localizados y estructurados, especialmente relacionados con la localidad que le vio nacer. En relación a esta población, hay que hacer constar que en aquella época tenía otra denominación, la de Higuera junto a Aracena.
Nacido el 4 de febrero de 1708, fue bautizado el 14 del mismo mes en la Iglesia Parroquial de San Sebastián. Su padre fue Diego Navarro, intendente del Ejército y natural de Corteconcepción, y su madre Rosa María de Valladares, ambos de familia de hijosdalgo y hacendados muy pudientes. De hecho, su abuelo paterno, Alonso Navarro, higuereño, fue Alcalde de la Hermandad en 1861, y Ordinario en 1682, y se casó con Catalina Sánchez, de Los Marines, descendiente de una familia acaudalada. Su abuelo materno también ocupó un puesto social destacado, ya que Juan Hidalgo de Valladares fue Alcalde Ordinario en 1674, casado con Isabel Rufo Rodríguez, ambos de Higuera.
Su madre murió a los pocos días de nacer Diego, y su padre marchó a Niebla, ciudad de la que era Corregidor, quedando el niño al cuidado de una nodriza, y bajo la tutela de su tío Juan García Valladares, el cura más antiguo de la localidad, quien guio su educación hasta su marcha para ingresar en la Guardia Real. A los 24 años, el 1 de enero de 1732, se incorporó a la sección de Infantería de estas tropas de élite y de difícil acceso, de no existir fuertes vínculos con las altas instancias reales.
Al ser hijosdalgo y tener antecedentes familiares entre la oficialidad del Ejército, superó todos los obstáculos y pasó al período de formación, siendo voluntario en la expedición de Orán e incorporándose a la campaña de Italia con el grado de teniente. Acabada esta lucha, tras meritorias acciones en la batalla de Bitondo y caer prisionero, fue canjeado y regresó a España con el grado de Capitán de las Guardias Reales Españolas, equivalente al grado de Coronel en el Ejército Regular. En 1770 recibió un nuevo ascenso a mariscal de campo y cinco años después participó en la campaña de Argel.
Durante su estancia en Madrid, pide el ingreso como Caballero en la Orden de Santiago y se inicia un proceso que culminaría con su admisión y concesión del Hábito en 1763. Una de las pruebas que hubo de afrontar fue la de presentar su árbol genealógico, hasta llegar a sus bisabuelos, para que tanto él como sus antecesores hasta el cuarto grado fueran fiscalizados en lo referente a sus hidalguías y purezas de sangre. En todo el procedimiento quedó atestiguado que no descendían de judíos, musulmanes o conversos, no tuvieron oficios “viles o mecánicos”, ni fueron condenados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición o fueron “bastardos”, ni cometieron delitos graves o procedían de descendencia sin bautizar o casar por la iglesia, saber montar a caballo y tenerlos en propiedad, ser hacendados o tener escudo de armas, entre otros requisitos de mayor o menor calado.
Para supervisar esta admisión fueron comisionados por la Orden dos caballeros profesos, el seglar Antonio Manuel Carvajal, de los Santos de Maimona (Badajoz), y el religioso del Convento de Santiago el de la Espada, de Sevilla, José Tinoco de Castilla, quienes se desplazaron a Higuera y se entrevistaron con dieciséis testigos, además de visitar también Corteconcepción y Los Marines.
Tras su ingreso en la Orden, participó en la Guerra con Portugal y fue nombrado Gobernador de los Corregimientos de Mataró y Tarragona. Su máxima responsabilidad llegó cuando el Rey le nombró Gobernador de la Isla de Cuba y Capitán General de La Habana, en 1777. En 1781 regresó del Caribe y para convertirse en capitán general del Ejército y provincia de Extremadura. Terminó sus ocupaciones como Capitán General de Extremadura y como miembro del alto mando militar en Madrid. Terminó su dilatada carrera castrense como ‘consejero de Guerra’. En la capital del reino murió, el 8 de marzo de 1784, a los 76 años de edad, siendo enterrado en el hoy desaparecido Convento de la Merced de la Calzada.
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