Elías Hierro Gómez: carpintero artesano

Gente de aquí y allá

Elías Hierro Gómez. / M.G.
Fernando Barranco Molina

28 de agosto 2023 - 06:00

Todo el mundo lo conocía por Elías, pero su verdadero nombre era Eliécer y fue de las primeras personas que yo conocí nada más ingresar como técnico municipal en el Ayuntamiento de Punta Umbría, porque el alcalde lo hizo llamar para que me preparara un tablero de dibujo donde yo pudiese hacer mis planos y desplegar los enormes planos catastrales del pueblo. Y así fue como empecé a conocer con el máximo detalle las particularidades de este pueblo que, aunque ya me cautivaba desde pequeño, esto fue el remate total y lo que me hizo quererlo más. Y a Elías por supuesto también, porque conocerlo era quererlo, a él y a toda su familia. Él me hacía las estacas de madera para marcar las parcelas en mis mediciones. No exagero, pero más de miles me hizo para todos mis replanteos. Su padre, al que conocí y que alguna estaca me hizo también, estaba normalmente allí en la carpintería, con su cigarrillo en la boca y la mirada perdida, tal vez pensativo sobre los hechos que ocurrieron en los comienzos de la Guerra Civil aquí en Punta Umbría, ya que Manuel Hierro era el secretario del Partido Comunista, hecho por el que estuvo privado de libertad unos tres años de su vida, sin haber hecho nunca mal a nadie.

Mucho más tarde fueron sus hijos Ricardo, Elías, Domingo y Manolo los que me siguieron haciendo estacas. Y vuelvo a repetir, no exagero nada, pero también fueron muchos miles de ellas. De hecho, hace solo unos días me fabricaron las últimas.

Había una costumbre en la oficina técnica que era la de tomar un café rápido a las 8 de la mañana en el bar Caracoles. A esta cita diaria con Tomás acudíamos Manolo Leal, Carlos Madrid e Isidoro Rasco, y allí estaban esperándonos los fieles parroquianos Elías Hierro, Miranda, Dolago y otros, con los que comentábamos las noticias del día. Me gustaba mucho este rato de relax y aprendí mucho con ellos.

A raíz de estos encuentros, Elías y yo hicimos muy buena amistad y él, que era muy amable y servicial, me hizo algunos muebles para mi casa de recién casado. La amistad no solo fue con él, también lo fue con su esposa Berta Álvarez Oliva y, por supuesto, con sus hijos, con los que hoy nos tenemos un gran aprecio.

Eliécer nació en Huelva en la calle Menéndez Pelayo, en el barrio de Las Colonias, muy cerca de la Plaza de Toros de La Merced, en el año 1931, en lo que se llamaba “un patio de vecinos”. Pero como su bisabuela Elena tenía terrenos en Punta Umbría, en la esquina de la calle Piragua con la calle Fragata, enseguida se vinieron a vivir aquí y ya desarrollaron toda su vida en este pueblo, del que ya nunca se marcharon. Y aquí conoció a Berta porque, aunque era natural del pueblo minero de El Campillo, se vino a trabajar a Punta Umbría. Después del periodo de noviazgo se casaron y pronto tuvieron descendencia, además de los varones ya nombrados, dos hijas: María del Carmen y María Isabel.

Yo conocí la carpintería de Elías donde estuvo mucho tiempo, junto al bar de Gregorio Coronel, que hoy regenta su yerno, el bueno de Paco Perdigones. Pero cuando el ayuntamiento amplió la antigua zona industrial donde están los varaderos, adquirieron una parcela y construyeron una nave industrial donde hoy tienen la carpintería en la que siguen sus hijos trabajando y que mantienen con el nombre de su padre. Además, ya hacen sus “pinitos” trabajando sus hijos, es decir, los nietos de Elías.

Ser carpintero le sirvió para poder trabajar en aquella célebre película que se rodó en Punta Umbría y que en un principio su nombre iba a ser “Un Yate rumbo a Jamaica”, pero que al final se llamó “Armas para el Caribe”. Elías trabajó adaptando un barco a los estándares propios de la época y también tuvo un pequeño papel en “El hombre que nunca existió”.

Mi querido amigo Elías era muy amigo de Miguel Báez “El Litri”, con el que se reunía a menudo y este le regalaba entradas para los toros y además él le trabajaba en su casa. Pero no solo trabajaba para los amigos, que eran muchos, sino que colaboraba con el ayuntamiento en todo: montaba escenarios para las fiestas, fabricaba las cabalgatas de los Reyes Magos o la cartelería para la playa, que eran unos carteles muy bonitos hechos con las tablas pintadas en varios colores y unas leyendas muy peculiares. Recuerdo algunas de ellas: “No se marche hoy sin limpiar un metro cuadrado de playa”, “Punta Umbría más limpia con tu ayuda”. En definitiva, que Elías hizo de todo en pro de este pueblo y hoy sus hijos siguen su estela y son todos muy queridos, porque además de ser buenos carpinteros, son muy buenas personas.

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