Francisco Monsalvete Mazo: ingeniero naval y constructor de barcos de época

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Su amplia sabiduría en este campo le ha llevado a impartir numerosas conferencias y charlas sobre diversos temas relacionados con el arte de navegar

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Francisco Monsalvete Mazo. / M. G.
Fernando Barranco Molina

12 de febrero 2024 - 05:00

Nos conocemos desde que éramos unos chavales y, aunque nunca tuvimos una amistad profunda, sí ha sido duradera y de mutuo afecto, igual que con su hermano Pedro, que además era funcionario y compañero de trabajo de mis hermanas, sobre todo de Chuqui, ya que compartieron oficina durante muchos años en el Gabinete Técnico de Salud e Higiene en el Trabajo.

Me acuerdo de su padre Eliseo, que era funcionario en el Instituto Nacional de Previsión, una persona muy conocida y respetada en Huelva y cuyo hijo mayor, Paco, había nacido a mediados del siglo XIX, igual que yo. Y en aquella pequeña Huelva los de la misma edad nos conocíamos todos, aunque fuimos a colegios distintos, pero el suyo y el mío estaban juntos. Él estudió su bachiller en el Colegio Colón de los Hermanos Maristas y yo en la Escuela Francesa, que estaban en la misma calle de San Andrés.

Paco pasó luego al Instituto La Rábida para hacer el preuniversitario y de allí se fue a Sevilla, donde ingresó en la Escuela de Ingenieros Industriales, aunque él quería ser ingeniero naval, pero por entonces el primer año era común para todas las ingenierías. Así, después de superar el primer curso, se marchó a Madrid, donde se matriculó en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales. Allí coincidimos en algunas ocasiones por la calle Princesa, ya que era mi camino hacia mi Escuela de Topografía. Y por esa calle, que estaba muy de moda entonces, nos encontrábamos muchos de Huelva.

Francisco Monsalvete. / M. G.

Ya no nos volvimos a ver hasta que ambos ejercíamos nuestras profesiones en tierras onubenses, no sin antes haber trabajado en otros lugares de España.

Una vez terminada su carrera, Francisco Monsalvete Mazo empezó a trabajar en los Astilleros de Sevilla, para luego pasar a hacerlo en Motores Perkins de Madrid, una gran empresa británica dedicada a la fabricación de motores diésel, donde estuvo un tiempo hasta que vino a Huelva y empezó a ejercer la profesión libre, ya que puso una oficina de proyectos.

A todo esto, se casó con María José, una encantadora mujer con la que tuvo tres hijos, un niño y tres niñas. A su hijo Borja, que ha seguido los pasos de su padre, lo conozco ya que también es Ingeniero Naval.

Paco también fue director técnico en la empresa Montajes y Talleres Onubenses S.L., que se dedicaba a la transformación y reparación de buques. Posteriormente se dedicó a proyectar y construir carabelas y naves de época. Montó sus propios astilleros llamados “Varadero Rio Piedras” en El Rompido, pueblito muy marinero y muy bonito en la costa de Cartaya. Pero también ha trabajado y ha formado parte de muchas empresas relacionadas con los barcos como han sido Amasur SL, donde fue consejero; Boluda Port Services SL, donde fue apoderado; y también formó parte como consejero de la empresa Desarrollo de Turismo Andaluz SL.

Su amplia sabiduría en este campo le ha llevado a impartir numerosas conferencias y charlas sobre diversos temas relacionados con el arte de navegar, como una interesantísima dedicada a la Expedición Magallanes-Elcano, u otra sobre las carabelas de Colón que se exhiben en el muelle de las Carabelas de la Rábida, y que recibe miles de visitas todos los años y fueron construidas por él y sobre las que disertó en el III Congreso Internacional Conmemorativo del Descubrimiento de América en el año 2015.

Además, el bueno de mi amigo Paco, también fue el proyectista y trabajó en los astilleros de Isla Cristina de José Zamudio, construyendo con este famoso carpintero de ribera muchos barcos. Aunque me confiesa que su gran afición son los caballos, cosa que me deja sorprendido porque yo pensaba que el mar llenaba completamente su tiempo, pero veo que tiene una vida muy completa y llena de aficiones. Pero lo principal de todo es que es una magnífica y buena persona, y muy reconocido por todos, como buen profesional y como un caballero Íntegro. El otro día hemos comido juntos y hemos charlado durante un buen rato y me cuenta que entre sus amigos de navegación está mi querido el magnifico doctor en medicina Agustín Domínguez Macías a quien quiero con toda mi alma. La gente buena se une, de ahí el famoso refrán “Dios los cría y ellos se juntan”. Desde estas letras les envío abrazos fuertes a los dos.

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