Fuentepiña vuelve a estar ocupada

moguer | patrimonio cultural

Fuerzan parte de la puerta y acceden a la finca de verano de Juan Ramón Jiménez

Junta y Ayuntamiento están a la espera de la resolución del segundo litigio judicial para poder actuar

Estado que presentaba en el día de ayer el porche de la finca que, tal y como evidencia la imagen, está ocupada de nuevo. / Reportaje Gráfico: Alberto Domínguez
Texto: Elena Llompart/ Vídeo: Canterla

16 de junio 2018 - 09:05

Huelva/En una esquina, el cartel de grandes dimensiones que indica que el espacio se incluye en la Ruta de los Monumentos Rurales yace derruido y boca abajo. El rótulo es la metáfora perfecta de la situación que atraviesa Fuentepiña, la finca de verano que Juan Ramón Jiménez disfrutó entre junio de 1906 y noviembre de 1910 y en la que vio la luz una tercera parte de su obra.

Ropa tendida, botas de campo, bidones de agua, abundante basura esparcida, pintadas y vegetación que crece a su antojo lucen en un porche con las pilastras derruidas. Esta es la bienvenida que encuentra todo aquel que se acerca a un lugar de visita obligada para los admiradores del Nobel.

Parte de la tapia de hormigón y de la chapa metálica instalada hace unos años ha sido derribada recientemente y la casa, que es una propiedad privada, vuelve a estar ocupada de nuevo sin que las administraciones hayan actuado y sin que haya visos de que la situación de solucione.

Fuentepiña vuelve a estar ocupada

Porque tanto este emblemático inmueble, situado a escasos dos kilómetros de Moguer (en el paraje del mismo nombre y en la Finca Santa Cruz de Vista Alegre) como el pino centenario que hay junto a la casa, declarado Especie Singular, y a cuyos pies el escritor enterró a su amado Platero, carecen desde el año pasado de protección patrimonial por parte de la Junta de Andalucía, lo que impide, según fuentes de la Delegación de Cultura, que se pueda actuar con la Ley Andaluza de Patrimonio Histórico en la mano para instar a la propiedad a que mantenga el inmueble o bien para imponerle multas.

Tanto la casa como el pino dejaron de ser Bien de Interés Cultural (BIC), figura que recuperaron dos años atrás, debido a la medida impuesta por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y refrendada por el Tribunal Supremo, que anuló de nuevo esta custodia.

La medida cautelar se enmarca en el litigio que mantiene la propiedad de la finca con la Administración autonómica en relación al decreto del 20 de enero de 2015, por el que el paraje y la casa de Fuentepiña se inscribieron en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC).

En esta declaración -además del paraje y la casa de Fuentepiña- se incluyen la casa natal del poeta, el inmueble de la calle Aceña número 5, el cementerio parroquial donde se ubica el panteón con sus restos y los de su esposa, Zenobia Camprubí, y la Casa Museo Zenobia y Juan Ramón, así como los bienes muebles y fondos bibliográficos que se conservan en ella. La figura que engloba a todos estos lugares vinculados al poeta es la de Sitio Histórico.

La primera protección como BIC -declarada en 2004- también quedó sin efecto posteriormente por un fallo administrativo por parte de la Junta, un error que provocó la anulación de su protección patrimonial como Sitio Histórico. Aquella declaración fue acordada por el Consejo de Gobierno el 2 de noviembre de 2004 y también amparaba a la casa natal del escritor, el inmueble de la calle de la Aceña, el paraje de Fuentepiña y su casa, el cementerio parroquial y la Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón, así como los bienes muebles y documentales que se conservan en ella.

Sin embargo, la Junta de Andalucía inició la tramitación un año antes de su declaración y los propietarios montaron en cólera al tener constancia de la misma. Por eso recurrieron en 2004 ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) la protección de los lugares juanramonianos, al entender que la Administración autonómica no les notificó en tiempo y forma esta declaración a ellos como propietarios de la vivienda.

La "indefinición de las fincas propiedad de la recurrente a las que afectaba la declaración" fue otro de los motivos por los que los propietarios se opusieron a la declaración BIC, debido a "la discordancia de superficie afectada" según la descripción catastral de la parcela y la superficie de la finca inscrita en el Registro de la Propiedad, de modo que no existía justificación del entorno delimitado correspondiente al Paraje de Fuentepiña. Así lo recoge la sentencia del TSJA que dio entonces la razón a los dueños.

Poco después, la Junta recurrió ante el Supremo al considerar que no habría que notificar la declaración, sino que bastaría con publicarla en el BOE. Sin embargo, a finales de 2010, los jugados volvieron a dar la razón a los propietarios.

Ahora, toda vez que la finca y el pino vuelven a estar en un limbo judicial hasta que los tribunales decidan, tampoco desde el Ayuntamiento moguereño pueden actuar y están "a la espera" de que se pueda declarar BIC de nuevo. Así lo señaló ayer el alcalde, Gustavo Cuéllar, quien recordó que el alto valor que la propiedad solicita por la venta del inmueble truncó el pasado año la negociación mantenida durante años al objeto de que el Consistorio adquiriese la finca para dotarla de uso cultural tras restaurarla.

Ya en 2017, el regidor explicó que los propietarios pedían "entre 1,2 y 1,5 millones de euros" y, sin embargo, los técnicos municipales sitúan el valor de la finca "entre 150.000 y 180.000 euros".

Esta disparidad de criterios, según indicó ayer Cuéllar también hace que el Ayuntamiento esté "indefenso" a la hora de tramitar una expropiación, habida cuenta de que cada parte determinaría un valor muy dispar. De este modo, el objetivo del Ayuntamiento de disponer de la casa para aprovecharla como centro de interpretación juanramoniano, como centro de interés turístico, punto de encuentro poético o bien como residencia de estudiantes en torno a la Cátedra sobre la figura del Nobel, se vuelve a quedar truncado en el camino.

Y así, año tras año. Porque ni siquiera cuando estos espacios gozaron de protección se actuó desde las administraciones. La consecuencia es que, mientras otros Nobel tienen grandes museos hasta en las casas que apenas pisaron, Fuentepiña -de importancia capital en la creación del poeta (la evoca continuamente en obras como Platero y yo)- es un estercolero que se viene abajo.

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