Gente de aquí y allá: Bonifacio Casas Sánchez, importante cartógrafo español y gran amigo
Confeccionó el plano fotogramétrico del término municipal de Huelva
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Huelva/Cuando yo presumo de mis amigos, de mis buenos amigos, este es uno de ellos, de los mejores, de esos que sabes que nunca te fallan. Por eso quiero resaltar esta gran amistad, pero también tengo que resaltar su importancia como gran cartógrafo español. Yo siempre nombro al general Ibáñez de Ibero y a don Francisco Coello como los mejores cartógrafos españoles de todos los tiempos, esos que siempre aparecen en los libros y en las enciclopedias. Bonifacio no aparece porque es contemporáneo, pero si algún día se escribe una historia de la Topografía en España, sin duda mi amigo aparecerá en primera línea.
Boni nació en Valencia en 1946, al comenzar la primavera. Hijo de Bonifacio Casas y Faustina Sánchez, ambos de la provincia de Salamanca, aunque de diferentes pueblos, pero charros a fin de cuentas. Su padre, militar, murió cuando Boni aún era pequeño y su madre lo internó en un colegio para huérfanos de oficiales del ejército. Allí adquirió una educación en la que se resaltaban los valores de las personas y la honradez y seriedad en el trabajo. Cuenta con gracia los grandes maestros que tuvo, por lo bien que enseñaban y, sobre todo, por la paciencia que tenían con él, que era muy travieso.
Cuando le llegó la hora de elegir carrera se decantó por estudiar Topografía en la Escuela de Ingenieros Técnicos en Topografía de la Universidad Politécnica de Madrid, que entonces era la única existente en España. Guarda muy buen recuerdo de ella por el magnífico claustro de profesores, entre los que destaca a los catedráticos Torroja, Vázquez Maure y José Luis Ojeda, que le enseñaron todo lo que posteriormente iba a ejercer, primero en el Ministerio de Obras Públicas. A la vez se matriculó en la Universidad Complutense de Madrid en la facultad de Derecho, aunque esta carrera no la llegó a terminar por sus constantes salidas a campo.
Pidió una excedencia para montar una empresa a la que llamó Genecar (General de Cartografía) y se dedicó a hacer Topografía, Cartografía y Fotogrametría, no solo a nivel nacional, sino también internacional. Vino a Huelva a confeccionar el plano fotogramétrico de todo el término municipal de la capital onubense y en su equipo estaba Alfredo del Pozo, que fue compañero de quien esto escribe. Decidieron llamarme para que les ayudase en aquella gran tarea que tenían por delante y ahí fue cuando conocí al que iba a ser mi gran amigo.
Recuerdo que cuando me quedé viudo me dijo que, por mi juventud, posiblemente tarde o temprano iba a tener otra compañera en mi vida, como así fue. Mis hijos ya habían terminados sus estudios y cada uno emprendió su vida. Yo me quedé solo y Boni se quedó muy preocupado y me daba consejos: “No quiero que conozcas a una mujer en la barra de un bar”, me decía. Y cuando un día le dije que había conocido a una chica que me hizo “tilín”, lo primero que me preguntó fue por el lugar donde la había conocido. Y claro, se alegró mucho cuando le conté que fue en un congreso y que ella estaba dando una ponencia. Así que cuando fui un día a Galicia, que era su tierra, dijo que se venía conmigo para conocerla y se vino con su mujer, la encantadora Wilma, y desde entonces los cuatro somos íntimos. Boni es así, todo corazón y amigo de sus amigos de forma fiel.
Ha dirigido proyectos internacionales, sobre todo en países iberoamericanos y, concretamente, haciendo trabajos en Cuba, conoció en La Habana a una ingeniera militar del ejército revolucionario de Fidel Castro, la capitán Wilma Martínez, de la que se enamoró y, tras un largo proceso, logró que ella dejara el ejército y se viniera a España, donde se casaron. Afortunadamente son muy felices y ambos están muy contentos y vienen a Punta Umbría a visitarnos muchas veces e incluso hacemos viajes juntos, de gran recuerdo para los cuatro es un paseo en coche por todo Marruecos.
Este gran cartógrafo con el que he trabajado mucho también ejerció la docencia sobre hidrología y regadíos y ha participado en congresos de Cartografía por todo el mundo. Ahora que le ha llegado la jubilación, se dedica, entre otras cosas, a jugar al golf y a reunirse con sus hijos, a los que quiere y adora. Y es que son todos ellos encantadores, pues los conozco bien y me quieren como si yo fuese su segundo padre. Como no tiene otra cosa que hacer, el otro día se montó en el Ave y se vino a Sevilla a comer conmigo, con mi hijo Javier y con mi compañero indiscutible de la Topografía en Huelva, el extraordinario Enrique González Barragán. Al terminar lo llevamos de nuevo a la estación y se volvió a Madrid. Quedamos en repetir este encuentro, pero la próxima vez seremos nosotros los que vayamos a la capital de España.
Boni, a pesar de ser una persona seria y exigente en el trabajo, también es muy cariñoso y entrañable y muy querido por todo el que lo conoce. Es una suerte para mí tenerlo como amigo. Mi gran amigo Boni.
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