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Huelva/La conocí hace ya algunos años en la Universidad, porque fue mi alumna en la carrera de Ingeniería Agrícola, pero, vueltas que da la vida, por lo que destaca Virginia es por algo que no tiene nada que ver con sus estudios, sino porque tiene una voz portentosa y canta de maravilla todos los palos del flamenco.
Ella nació en Huelva en el año 1973, hija de otra gran cantaora, Victoria Prieto; y de Juan José Gómez, propietarios de un establecimiento de renombre en la playa de Punta Umbría, desde cuya cocina Virginia alternaba las sartenes con los libros y, en muchas ocasiones, sin parar, acudía a clases.
Estuvo de pequeña en el Colegio de las Esclavas y en el Instituto Pablo Neruda de Huelva, del que guarda un gran recuerdo. Luego se marchó a Sevilla a estudiar la carrera de Farmacia, que no llegó a terminar porque a ella lo que le gustaba era el campo, las plantas y los animales. Por eso recaló en La Rábida, que era donde estaba entonces la Escuela Politécnica Superior y, dentro de ella, la carrera que más se asemejaba a sus gustos. Y ahí fue cuando yo la conocí y recuerdo de ella que destacaba por lo estudiosa que era y por su simpatía.
Pero a todo esto, a ella le gustaba mucho cantar y se presentó a un concurso, en el año 1998, que ganó y obtuvo una beca para irse a Sevilla a la academia de la Fundación de la americana Cristina Heeren, mecenas del cante jondo y que cuenta con los mejores profesores profesionales del cante, del baile y de la guitarra. Y ella alternaba las clases que recibía en Sevilla con las clases que impartía de jardinería en Aspapronias en Huelva, una labor social en pro de las personas discapacitadas. Además, también trabajaba en la cooperativa fresera Cora de Palos de la Frontera, en el departamento de calidad como técnica experta.
Siempre fue una aficionada al flamenco y ya de pequeña tocaba la guitarra y tuvo grandes maestros como la gran guitarrista María José Matos o el compositor José María de Lepe. Ella incluso se atrevió en una ocasión a acompañar a la guitarra al genio de los genios cantando fandangos, Paco Toronjo. Sin embargo, lo que mejor se le daba era el cante y por eso se dedicó y se dedica a ello.
Virginia está muy contenta y muy orgullosa de todos los premios que ha recibido, pero sin duda el que más ilusión le hace es el que le concedió la Universidad de Huelva, el “Premio 3 de Marzo”. Y, casualidades de la vida, tenía que ir a cantar a Holanda y le falló el guitarrista que la iba a acompañar y allí le dijeron que no se preocupase, que había un holandés que era un gran guitarrista que iba la iba a acompañar en aquella actuación. Y mira por dónde, con el tiempo se iban a casar y desde entonces su guitarrista es “Gaspar de Holanda”, que por cierto tuvo que volver en varias ocasiones, ya que tenía mucha fama en su país y le salían muchas actuaciones, para las que siempre contaba con ella.
Actuaron en el Centro Flamenco de Utrecht, al que, simpáticamente, le llamaban el Centro Flamenco de Utrera del Norte. Pero Gaspar deseaba venirse a vivir a España a demostrar el gran músico que es, porque él no toca solo flamenco, sino que también hace música clásica. Así que se vino y empezó a trabajar con el tío de Virginia, el conocido deportista olímpico de tiro con arco Pepe Prieto, que tenía una empresa de reformas experta en colocación de pladur y allí fue donde hizo sus primeros trabajos.
Voy a contar una curiosidad que contaba un catedrático que tuve en mi carrera, que era don José María Torroja, ingeniero de caminos y doctor en Ciencias, hijo del célebre e ilustre don Eduardo Torroja, uno de los genios del hormigón. Él decía, con cierto gracejo, que toda su vida había sido el hijo de Eduardo Torroja y que ahora es el padre de Ana Torroja, la buena cantante del famoso grupo Mecano, pero que nunca había sido él mismo, y mira que don José María Torroja era otra eminencia. Pues Virginia me recordaba el otro día que a ella todo el mundo la conocía por ser la hija de Victoria Prieto y luego por ser la esposa de Gaspar de Holanda, pero ya por fin, dada su valía, todo el mundo la conoce por su nombre y apellidos, Virginia Gómez Prieto.
Virginia y Gaspar tienen dos hijos: Paula, que tiene 20 años y estudios de Filología Hispana, realizando en Holanda su curso de Erasmus; y su hijo Víctor, de 15 años y que es muy buen estudiante en 4º de Eso en el Instituto Fuentepiña de Huelva. Además, ambos cantan muy bien porque tienen, al igual que toda la familia, muy buena voz, aunque a ellos no les da por el flamenco.
Y para terminar estas letras, decir que guardo muy buen recuerdo de Virginia de su época universitaria, por su afán de superación y su capacidad de trabajo. Ha sido un placer volver a reencontrarme con ella, porque derrocha simpatía y se pasa muy bien hablando con ella.
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