Haizam Salim Falla: Vino de muy lejos y se enamoró de Punta Umbría

Gente de Aquí y Allá

Nació en Siria, pero siente onubense de corazón y ahora está inmerso en la formación de una fundación que persigue formar emprendedores internacionales

Rafael Vidal Garduño, un gran geólogo al servicio de Huelva

Haizam Salim Falla. / M. G.
Fernando Barranco Molina

03 de julio 2023 - 06:00

Hoy, al escribir sobre Haizam, sí que estoy haciendo honor a “Gente de aquí y de allá”, porque él nació en Damasco (Siria), más lejos de Punta Umbría, imposible. Y, sin embargo, vino a caer aquí con el paso de los años.

Aunque es árabe de nacimiento, se siente español por los cuatro costados y, más concretamente, puntaumbrieño, porque su esposa, natural de Bollullos Par del Condado, era propietaria de una casa en Punta Umbría a la que empezaron a venir y, hoy por hoy, raro es que no se encuentren aquí. Él suele decir que ya de árabe no le queda nada más que el documento de identidad, que se siente español en el alma y que es como un hijo adoptivo de España, que le dio y le sigue dando tanto.

Hace solo unos días coincidimos dando un paseo por el muelle de las canoas, en la Plaza Pérez Pastor de nuestra Punta Umbría del alma. Él iba acompañado de sus hijos y yo de mi esposa y hablamos un buen rato sobre la amistad que tenemos desde hace muchos años. Me contaba, muy contento, que sus hijos habían aprendido a nadar en la playa de Punta Umbría, con sus aguas cristalinas y sus arenas doradas, a tan solo unos minutos de su casa, situada en el emblemático lugar que se encuentra junto a la torre almenara de 1614 y que sirvió de defensa de nuestra población.

Recordamos cuando asistimos, invitados por él, a una fiesta árabe en los jardines de su casa bollullera, en la cual me regaló una chilaba árabe, ya que yo no tenía ninguna, a pesar de que mi padre, por ser militar y haber estado destinado en África, tenía varias que yo recordaba desde pequeño, pero que no lograba encontrar. Haizam me regaló una muy bonita, que fue la que utilicé para la fiesta. Lo que no recuerdo bien si fue ese día el que conocí a sus padres o fue otro, pero lo que sí recuerdo es que fue en verano, que hubo una plaga de mosquitos y que esa fue la única palabra que el padre de Haizam aprendió a decir “musquito”. Aquello me hizo mucha gracia, porque no aprendió a decir “gambas”, que están más ricas y sabrosas. Después de aquel día ya no lo volví a ver porque volvieron a Damasco. Más tarde vino la guerra cruel de Siria, que empezó en el mes de marzo de 2011 y destruyó el país. Murió mucha gente inocente y hay muchas personas realizando grandes esfuerzos por salir adelante y tratando de salir de esa situación para reconstruir sus vidas y su país. Y aunque la guerra aún no ha terminado, desgraciadamente, ahora tenemos también la de Rusia y Ucrania, injusta también como todas las guerras donde mueren tantos niños y mujeres.

Haizam y yo seguimos siendo amigos, ya para siempre. Tanto es así, que me suele llamar “hermano Fernando” desde que por primera vez nos vimos en el año 1979. Él había nacido en octubre de 1950 y, por tanto, yo soy un año mayor que él. Su padre se llama Salim, es ingeniero y afortunadamente aún vive y su madre, ama de casa. Quisieron mandarlo a estudiar a Estados Unidos, a la Universidad de Harvard, pero un amigo de la familia les dijo que si iba a estudiar allí nunca más volvería. Por eso su madre convenció al cabeza de familia para que estudiase en Sevilla y así fue como, después de estudiar bien nuestro idioma, se matriculó en la Facultad de Medicina y, posteriormente, en la de Ciencias Empresariales. Luego estudió un Máster de Relaciones Internacionales por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Y a todo esto, se enamoró de María del Carmen Valdayo Velázquez, con la que tendría cuatro hijos, que también fueron todos a la universidad.

Su vida profesional empezó pronto, pues tenía que mantener a su familia y pagar estudios universitarios. Por eso empezó ejerciendo como médico de cabecera en un pueblecito situado a mitad de camino entre Huelva y Sevilla llamado Huévar. Después vino Punta Umbría a ayudar a los doctores Prieto Toubes y Patricio Vizcaíno, ambos de gran recuerdo entre los habitantes y veraneantes de Punta Umbría. Luego fue a Rociana y también a Bollullos y Almonte. Y por su condición de oftalmólogo fue nombrado responsable de Oftalmología de la ONCE en Huelva. Después pasó al Hospital Universitario Virgen del Valme de Sevilla como adjunto en un programa que estaba realizándose para las personas con una enfermedad llamada Retinosis Pigmentaria, entre los cuales se encontraba mi padre, al que yo acompañé en varias ocasiones. Se trata de una enfermedad sin cura hasta el momento y que hace que la vista se vaya cerrando a modo de cañón hasta que definitivamente el paciente se queda sin visión alguna. Espero y deseo que se encuentre una solución definitiva para esta enfermedad.

Haizam presume mucho (y es verdad porque yo lo he podido comprobar) de tener muchos amigos y dice que un día tratará de reunirnos a todos.

No olvido el día que se inauguró la Exposición Internacional de 1992 de Sevilla (EXPO 92), que nos invitó a visitar varios de los pabellones árabes como el de Siria, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y otros tantos donde fuimos amablemente agasajados.

Pero el amigo Haizam no descansa, no para, y ahora está inmerso en la formación de una fundación que pronto se presentará en sociedad. Se trata de la Fundación Dr. De falla con motivo de formar emprendedores internacionales. Él tuvo una escuela donde se formó durante 15 años en temas internacionales, esa fue la Fundación de las Tres Culturas de Sevilla.

Lo dicho, mi amigo Haizam está siempre en activo, trabajando en pro de los demás y sobre todo en la gente joven que tanto apoyo necesita. Recibe un abrazo fuerte querido amigo-hermano.

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