Jerónimo Gallego Izquierdo: Ejemplar amigo

Gente de Aquí y Allá

Jeromín, rociero y devoto, es cofundador de la Hermandad del Rocío de Niebla y tiende la mano a muchas otras hermandades

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Jerónimo Gallego Izquierdo montando a caballo. / M. G.
Fernando Barranco Molina

18 de diciembre 2023 - 05:00

Tengo el recuerdo muy vivo de los primeros amigos de mi vida, los amigos de mi infancia. Con algunos de ellos sigo teniendo contacto. Tengo muy buenos recuerdos y un gran cariño hacia todos ellos. Por ejemplo, Paco Granja y su hermano menor Juan Carlos; Jesús Conde y su hermano Juan José, conocido por todos como “Nene”; Antonio Olivera Prats, al que siempre llamábamos “Tete”, por aquello de “Antoñete”; Rafael Yórquez; las hermanas María Luisa y María Cristina Serrano; Pepe Cumbrera; Paco Mendoza; José Ramón Agulla; Juan Vélez y Jerónimo Gallego, al que los más íntimos aún le seguimos diciendo “Jeromín” o “Jeromo”.

Algunos estamos más distanciados, pues el tiempo nos separó por nuestros trabajos: Sevilla, Madrid, Conil de la Frontera, o incluso la muerte, que les vino antes de tiempo. Otros nos vemos de vez en cuando y otros hablamos por teléfono en ocasiones. Pero con Jeromín la relación es más intensa, y eso gracias a él, que hace todo lo posible para que así sea.

Cuando yo doy una conferencia o presento un libro, allí acude siempre él, a pesar de tener que venir a Huelva o Punta Umbría desde Los Pinos de Valverde, que es donde reside. Y no falta que, de vez en cuando, organice una comida en su casa y me invite. Por tanto, es lo que se dice un amigo de “los de toda la vida”.

Jeromín nació en Huelva en mayo de 1950 y era el más pequeño de los hermanos, a los que yo, naturalmente, conocí desde siempre a todos, aunque al que más traté fue a Julio, que fue profesor de la Universidad de Huelva, y también a Felisa. Y por supuesto a sus padres, a los que recuerdo con mucho afecto. Su padre, igual que el mío, era militar, pero una vez que pasó a la reserva montó una academia de mecanografía donde toda la juventud aprendió a escribir a máquina, algo que era tan necesario en aquella época para optar a cualquier trabajo y para todas las oposiciones. El propio Jeromín daba clases también cuando su tiempo se lo permitía. El padre era muy simpático con los amigos de su hijo y entre sus alumnas siempre había alguna que le gustaba para nosotros. A mí me llegó a buscar una “novieta” con la que salí algún tiempo.

Mi amigo aprendió sus primeras letras y enseñanzas elementales con la célebre “Enciclopedia Álvarez”, como tantos niños, y sus primeros maestros fueron don Jesús Conde, padre de nuestros amigos Jesús, Nene y Charo; y también en su propia casa con sus padres. Después pasó al Instituto La Rábida, donde hizo el bachiller elemental y luego el bachiller superior. Tras esto, enseguida empezó a trabajar en las oficinas de Inocencio Barrios y pronto ganó unas oposiciones en la Administración General del Estado, donde ha desarrollado toda su vida laboral en Huelva, Ayamonte, Algeciras, Granada, donde aprovechó para estudiar la carrera de Turismo, que era su asignatura pendiente, y ya por último se vino a Valverde del Camino, donde estuvo de jefe de la oficina comarcal de la Seguridad Social hasta que su tuvo que jubilar por un ictus que le atacó, pero que afortunadamente lo superó de forma magistral y en la actualidad tiene una vida llena de actividades como montar a caballo, escribir, tocar instrumentos musicales como el piano o la guitarra, montar belenes y ser un gran rociero y devoto de la Semana Santa.

Yo le acompañé durante algunos años en la Hermandad de la Virgen de la Victoria, en la que él estuvo 25 años llevando la Cruz de Guía y nuestro común amigo “Tete” y yo llevábamos cada uno un farol en la cabecera de los desfiles procesionales, lo que pasa es que nosotros nos cansamos antes que él. Muchos lectores recordaran que todos los Miércoles Santo escribía una columna en este mismo periódico titulada “Bajo el antifaz azulina”.

A Jerónimo le gusta mucho escribir y, como fin de su carrera de Turismo, escribió un magnífico trabajo sobre la provincia de Huelva que yo tuve el placer de leer. No hace mucho tiempo él me propuso para que hiciese el prólogo a un libro que ha escrito otro gran amigo suyo, Expedi Vázquez, sobre el “Estraperlo” que pronto verá la luz y que me lo pasé muy bien leyéndolo y aprendí mucho sobre aquella etapa de la vida española en la posguerra. Además, mi buen amigo de vez en cuando nos sorprende con algún artículo de interés en la prensa o la revista valverdeña “Facanías”, publicación mensual que hace unos años superó los 500 números de historia, más de 40 años entre sus lectores y que lleva el nombre de una venta o mesón que existió en un lugar conocido como Facanías.

Tan rociero es Jeromín, que es cofundador de la Hermandad de El Rocío de Niebla y además ayuda a las nuevas hermandades de San Sebastián de los Reyes y de Valladolid, y por supuesto a la de Valverde del Camino. Y podría seguir escribiendo sobre mi polifacético amigo, pero no tengo más papel y solo he querido resaltar algo de su biografía, pero sobre todo, dejar claro que es un amigo de los que todos quisieran tener.

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