Jornadas en Cañaveral de León

En defensa del patrimonio cultural

La cita con las jornadas y con el llamada Camino Sur del Camino de Santiago será a finales de este mes l La presencia constante del agua define la identidad de este pueblo de la Sierra

Fuente redonda , cuyo origen está relacionado con la piedra caliza de la Sierra.

25 de marzo 2012 - 05:01

COMO si fuera un correo real hace unos meses se presentó en el archivo provincial la alcaldesa de Cañaveral de León con uno de sus patrimonios más preciados, una copia del Privilegio de Villa. Su visita tenía dos objetivos, por una parte, transcribir el documento, y por otra, averiguar si el original se encontraba en algún archivo nacional. La ilusión que transmitían sus ojos me recordó la fiesta que debió producirse con la llegada, en 1588, de aquel documento formalizado en pergamino y miniado que enterraba el aldeazgo y daba vida al villazgo.

Todos estos pasos están íntimamente relacionados con la celebración de las XXVII Jornadas del Patrimonio de la Comarca de la Sierra en aquel hermoso pueblo, cuya historia la remontamos al Calcolítico por los restos encontrados en la Sierra del Jacaco o Sierra del Puerto, que también es lo mismo. El nacimiento del actual núcleo de población no lo podemos precisar, pero sí diremos sin temor a equivocarnos que el manantial de la fuente Redonda posibilitó el asentamiento, pues el lugar era tan fresco que crecían por todos lados las cañas. Este hecho y su pertenencia a la provincia santiaguista de León darán lugar al nombre de Cañaveral de León.

Durante la primera mitad del siglo XIII estas tierras fueron conquistadas por la orden militar de Santiago, perteneciente al priorato de San Marcos de León, fomentándose entonces una repoblación que atrajo a muchos vecinos que procedían de los reinos de Castilla y de León. En 1253, una vez que la mayoría de las tierras serranas pasan al poderoso concejo de Sevilla el término de Cañaveral queda en la provincia de León, bajo la tutela de Fuentes de León y el partido de Segura de León. A finales del siglo XVI con la compra a Felipe II del privilegio de villa Cañaveral se convirtió en municipio y entró a formar parte del Partido de Llerena. Varios siglos después, en 1833, fue erróneamente incluido en la provincia de Huelva, pues por historia, cultura y sentimientos lo debió de hacer en la de Badajoz, como muy acertadamente pensaban sus capitulares.

Claro que una de las cosas que mejor definen su identidad es la presencia constante del agua, pues el manantial de la Fuente Redonda, cuya origen está íntimamente relacionado con la piedra caliza de estas montañas, ha provocada el surgimiento de un sistema hidráulico por donde discurre el líquido elemento por su propio peso. El planteamiento de los vecinos, seguramente ideado por los árabes, fue siempre abastecerse y regar las huertas que se encuentran en la Vega Baja. Desde la fuente el agua discurre por una acequia, a través de la calle Pantano, para desembocar en una balsa o alberca, denominada La Laguna. Por cierto, que los naturales le han dado a este embalse, en verano, otras utilidades como el baño público o la extinción de incendios. Desde La Laguna una red de levas lleva el agua hasta las huertas entre componentes auditivos y visuales.

Otro de los principales patrimonios con los que cuenta Cañaveral es su medio natural, no olvidemos que nos encontramos en pleno Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, lo que posibilita miradores como el de la Sierra del Jacaco o senderos y caminos como Los Carrascales, Cachón, Chaparral, Dehesa, Silo o Sierra del Puerto. El aprovechamiento humano ha contribuido a la formación de variados paisajes, entre los que podemos destacar las dehesas de encinas y alcornoques, los olivares o la vegetación de rivera.

En el casco urbano pasear por sus calles es una auténtica gozada, donde el contraste entre el color de los empedrados, el encalado de las casas y la rojez de los tejados provocan encuadres para las mejores fotografías. También debemos mencionar los edificios singulares como la Iglesia parroquial de Santa Marina Mártir, cuya fisonomía nos pone en contactos con el gótico y el mudéjar. Otra de las joyas locales, de principios del siglo XIX, es el museo etnológico del aceite, también conocido como molino Márquez, el cual dejó de moler en los años sesenta del siglo pasado.

Tenemos que hacer aquí también una especial mención a las gentes de Cañaveral, hospitalarias, educadas y alegres que compendian la cultura de esta tierra, y que han sabido compaginar las tradiciones festivas con la tranquilidad de los medios rurales.

Ya lo saben queridos lectores a finales de este mes tenemos una cita con las Jornadas del patrimonio serrano y con el llamado Camino Sur del Camino de Santiago; Cañaveral nos abrirá sus puertas para zambullirnos en la laguna de la cultura, pudiendo catar uno de sus principales componentes, la rica gastronomía, abanderada por los guisos de morcilla de lustre, el arroz de matanza, las morcillas tontas o el gazpacho majao.

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