Manuel Burgos Cruzado: Maestro, alcalde y senador
Gente de Aquí y Allá
Nuestro protagonista de este semana ejerció de maestro y dio clase a soldados que lo necesitaban
Patrocinio Álvarez Tinoco 'Patrón', voluntariado por los necesitados de Punta Umbría
Empecé a realizar trabajos topográficos para el Ayuntamiento de Moguer siendo alcalde don Francisco Serrano, antes de que llegase a España la Democracia. Y desde entonces he trabajado con todos los que le sucedieron: Julián Gamón, Paco Díaz Olivares, Juan José Volante, Rosario Ballester, Manolo Burgos y Gustavo Cuéllar. Con todos ellos he desarrollado mi profesión en pro del pueblo donde nació mi madre y toda mi familia materna. Y aunque con todos he tenido una relación muy cordial, debo reconocer que con quien he mantenido una buena amistad ha sido siempre con Paco Díaz, a quien aprovecho con estas letras para recordarlo con todo mi cariño y aprecio, ya que hace muy poco que nos abandonó; y con Manolo Burgos. Con este último aún me reúno a menudo para tomar una cervecita bajo el balcón principal de la casa donde vivía su abuelo, en la moguereña Plaza del Cabildo, el recordado don Manuel Burgos y Mazo, que fue ministro de Gracia y Justicia con el Rey Alfonso XIII. Además de nuestra amistad por razones de trabajo, también tenemos vínculos familiares, ya que mi bisabuelo Federico Molina Alcón fue secretario del ministro, su abuelo. Yo le regalé un libro enorme que había escrito Burgos y Mazo sobre el problema social y la Democracia cristiana que estaba en casa de mis padres.
Manolo nació en Moguer en 1942. Su padre se llamaba José Ramón y su madre Montemayor y tuvieron tres hijos: Cayetano, que murió siendo aún muy joven; Manolo y Juan. Él estudió sus primeras letras en una academia que tenía una maestra local, doña María Molina, donde también impartían clases don José Joaquín Márquez Rangel y don Juan Gorostidi, que también fue alcalde y es a quien se debe la creación de la Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Luego fue al Colegio de las Esclavas Concepcionistas, que estaba situado en el bonito e histórico convento de Santa Clara. Después fue al Colegio Público Pedro Alonso Niño, donde empezó de alumno y, tras sus estudios de Magisterio en Huelva, entró a formar parte del claustro de profesores y posteriormente fue director del centro.
Ejerció también como maestro durante su servicio militar y se apuntó a la campaña de alfabetización. Daba clases a los soldados que lo necesitaban y también en algunos pueblos como Bonares, Bollullos o Lepe, enseñando a la gente que trabajaba en la almadraba de Nueva Umbría. Y curiosamente su jefe fue mi padre, que por entonces era comandante de Infantería en el Regimiento de Huelva llamado Granada 34 y me contó algunas anécdotas simpáticas ocurridas entre ambos.
Manolo se casó con una joven de Huelva, pero criada en Palos de la Frontera, el pueblo vecino tan vinculado al descubrimiento de América, igual que Moguer. Casualmente ella tenía el mismo apellido que su familia, María Antonia Mazo Rodríguez, pero no tenían parentesco alguno. Tuvieron tres hijos: Cayetano, Manolo y Álvaro, que actualmente se dedica a la política y ostenta el cargo de delegado territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Así, sigue los pasos de su bisabuelo, que fue en varias ocasiones ministro y diputado en Cortes; y de su padre, que fue alcalde de Moguer entre los años 1995 y 1999, sustituyendo a la alcaldesa Rosario Ballester, y después fue elegido senador en la cuarta legislatura desde 1989 hasta 1993. Es digno de resaltar a su bisabuelo Manuel Burgos Bueno, también moguereño y que fue en su época el magistrado más joven de España. En definitiva, una familia muy ilustrada y muy querida en Moguer.
Hace unos días Manolo y yo hemos estado sentados en la terraza de un bar en Mazagón y hemos recordado muchos tiempos pasados de su familia y de la mía, de Moguer y de muchos y buenos amigos comunes. Fue un verdadero placer charlar con él. Me contó su vinculación con la hermandad de la patrona de Moguer, la Virgen de Montemayor, de la que es hermano desde pequeño, ya que sus padres lo hicieron, igual que a tantos niños moguereños. Ya de mayor perteneció a la junta directiva y, durante 8 años, fue el presidente, periodo en el que se restauró la ermita, siendo la autora del proyecto, de singular belleza, mi buena amiga y malograda arquitecta Cristina Pinedo. Yo mismo hice el plano y las mediciones del Coto de Montemayor hace casi 50 años. Allí en la ermita de la Virgen está enterrado el famoso obispo Infantes, que nació y murió en Moguer y que, en los últimos años de su vida, desempeño el puesto de capellán perpetuo de la misma.
Y para terminar, decir que es para mí un honor ser amigo de Manolo Burgos Cruzado, un caballero de la cabeza a los pies, muy buena persona, gran amigo de sus amigos y con quien espero y deseo seguir compartiendo ratos muy agradables junto a mis amigos de la infancia Francisco Salvador, Manolo Batista y Mandolín, que es medio puntaumbrieño, en la bonita Plaza del Cabildo.
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