¡Minero! ¡Solo minero!
Inmaculada Escobar y Juan Luis Prieto detallan su trabajo como perforistas en Riotinto.
José Ángel Raposo explica cómo es la jornada de los artilleros
Riotinto/“No me llaméis por mi nombre, llamadme solo minero, que mi nombre ya no existe, y si existe, no lo quiero. ¡Minero! ¡Solo minero! De esa larga pena abierta en la mina de mi cuerpo”. El poeta nervense José María Morón clamaba en 1933 por uno de los oficios más antiguos del mundo en su poemario Minero de Estrellas, con esta pasión no exenta de dramatismo.
Se trata de una de las profesiones más antiguas del mundo. Su función principal sigue siendo la misma: extraer las riquezas de las entrañas de la tierra. El abanico de ocupaciones en torno a esta figura es amplio y variado, desde perforistas hasta artilleros, pasando por una ristra de empleos enlazados por eslabones cuan vagones de continuos cargados de mineral. Unos han ido desapareciendo con el transcurrir del tiempo, mientras otros han evolucionando gracias a los avances tecnológicos, ganando en precisión y, sobre todo, seguridad.
Aún así, el de minero sigue siendo uno de los oficios más peligrosos, difíciles y duros, sobre todo en el interior de la mina: privados de la luz natural del sol, impregnados de mineral, expuestos a derrumbes. El riesgo no es menor por trabajar en el exterior, a cielo abierto, donde también pueden provocarse desplazamientos de rocas por voladuras o movimientos de tierra.
Desde los inicios de la civilización las personas han usado piedras, cerámicas y más tarde metales tomados de la superficie terrestre para la fabricación de herramientas y armas. La mina más antigua de la que se tiene constancia arqueológica, es la Cueva del León en Suazilandia, que de acuerdo a las dataciones por el método del carbono 14, tiene una edad de 43.000 años.
En España, la tradición minera se ha centrado sobre todo en Asturias y León, con sus minas de carbón. Pero el futuro de los nuevos mineros del siglo XXI vuelve a estar, como antaño, en la minería metalúrgica de la Faja Pirítica Ibérica que se extiende a lo largo de 250 kilómetros desde la provincia de Sevilla hasta Portugal, pasando por Huelva.
Riotinto es una de las zonas con actividad minera y metalúrgica más antiguas del mundo. En este enclave explotado por tartessos, fenicios, griegos, romanos, británicos y españoles a los largo de los últimos 5.000 años, nuevos inversores vuelven a poner en valor el oficio de minero de la mano de Atalaya Mining con el Proyecto Riotinto, reactivando de esta forma la legendaria explotación. Pero los tiempos han cambiado. En la actualidad, el trabajo que desempeñan los operarios en los tajos es mucho más seguro que el realizado en otras épocas, en gran medida, gracias a los avances tecnológicos experimentados en los últimos años.
La diputada provincial, Rosa Tirador, destaca que “la Diputación ha jugado un importante papel de mediación en el resurgir de la minería en la provincia y hemos puesto nuestro granito de arena para que muchos proyectos mineros no sufrieran retrasos y existiera una comunicación fluida y veraz entre empresarios y ciudadanos a través de sus ayuntamientos”. La institución pone todo su empeño en “poner en valor todo el potencial minero que tiene la faja pirítica de Huelva”.
Perforistas y artilleros
Perforistas y artilleros, siempre de la mano, tan necesario uno, con la excavación del agujero, como el otro, con la colocación del explosivo, para poder extraer el mineral de la tierra, son dos de los oficios de minero que más han evolucionado en los últimos tiempos. La tecnología ha sido la clave en este proceso que culmina con unas cotas de seguridad impensable en otros tiempos.
Para el director del Museo Minero de Riotinto, Aquilino Delgado, la diferencia del minero de entonces al de ahora está determinada por la tecnología. “Hay oficios que no han cambiado hasta que no ha llegado la tecnología. Antes los perforistas realizaban su trabajo a mano, con barrena y martillo, en unas condiciones lamentables. Después llegaron los británicos con sus perforaciones a máquina. Y ahora lo hacen a toque de joystick, guiados por ordenador, desde una cabina, y sentados cómodamente. El objetivo sigue siendo el mismo: abrir un agujero para introducir el explosivo, pero la tecnología lo ha hecho evolucionar hasta el punto de hacerlo más cómodo y seguro”, comenta.
En el mismo sentido se pronuncia, Laureano Pazos, jefe de obra del Departamento de Perforistas y Artilleros con el que Insersa trabaja para el Proyecto Riotinto en la histórica minera. “Antes era todo más sensorial, más manual. Ahora está todo más automatizado. Las perforaciones manuales nada tienen que ver con las que se realizan hoy con máquinas totalmente automatizadas. De los martillos neumáticos hasta los sistemas informatizados de hoy en día, hemos pasado por las máquinas perforadoras neumáticas e hidráulicas. Todos estos avances ha redundado en una mayor seguridad para el trabajador. Antes se operaba a pie de tajo y ahora se hace desde una cabina”, aclara.
Inmaculada Escobar y Juan Luis Prieto son dos de la veintena de perforistas que Pazos tiene a sus órdenes. Son los nuevos mineros del siglo XXI. Ambos se dedican a la perforación de barrenos previa a la colocación del explosivo desde sus potentes máquinas perfectamente informatizadas. A golpe de joystick y vista de monitor, en el que un ordenador les va indicando el lugar exacto que perforar, van abriendo un agujero tras otro con una facilidad pasmosa. Cada uno de ellos puede realizar una media de veinte barrenos por turno. Todo el proceso está automatizado. Lo hacen desde el cómodo sillón ubicado en sus cabinas de mando. Únicamente pisan el tajo para colocar el tubo con el que asegurar la excavación.
Prieto está en posesión del título de técnico en Excavaciones y Sondeos. Es muy joven, poco más de veinte años. Escobar finalizó con éxito el curso de Iniciación a la Operación Minera impartido por la empresa en la que trabaja. Es una de las pocas mujeres que pueden contarse con los dedos de una mano en realizar este tipo de trabajo en explotaciones mineras de España. Los dos se muestran satisfechos con el trabajo que realizan a diario en las históricas minas de Riotinto, donde buena parte de sus ancestros se dejaron la piel para alimentar a sus familias. Y no ocultan la ilusión y el deseo por seguir desempeñando su labor durante muchos años. “Ojalá y dure 20 años”, coinciden en desear.
La evolución experimentada por el artillero durante las últimas décadas ha sido muy similar a la del perforista, sobre todo en el tema de la seguridad, pero a diferencia de este último, el de artillero sigue siendo más manual. “El explosivo también ha mejorado”, asegura Pazos. Hoy existe una variedad de productos con mayor seguridad y poder destructivo que antaño. “Antes, se cargaba la pólvora a granel en pequeña escala. Los métodos de iniciación de la voladura era con mecha lenta, altamente sensible. Después llegaron los cartuchos de dinamitas, pero los detonadores seguían siendo altamente sensibles en condiciones climatológicas desfavorables o incluso al calor de la propia mano. A partir de los 70 comienzan las voladuras con detonadores eléctricos. Una década después comienzan a utilizarse los detonadores mixtos que se inician con un chispazo, mucho más seguros para su manejo, altamente insensibles. Y en la actualidad, utilizamos las emulsiones explosivas, con el mismo resultado destructor, pero mucho más seguras que la dinamita, y con detonadores electrónicos con secuencia temporal a medida”, comenta.
José Ángel Reposo es el responsable del equipo de artilleros encargado de completar el trabajo iniciado previamente por los perforistas. Lleva cinco años trabajando en la mina. Entre los ocho artilleros que forman parte de este equipo se encuentra el padre de Prieto, cuyo abuelo también trabajó en la legendaria mina de Riotinto. Una prueba más del traspaso generacional que marca a este oficio tan antiguo.
El equipo de artilleros puede verse también como una gran familia. Todos se conocen. Muchos son de la misma localidad, Nerva, aunque también los hay de otros puntos de la geografía comarcal. De hecho, el 80% del departamento lo integran trabajadores de diferentes municipios de la Cuenca Minera de Riotinto. Al igual que los perforistas, manejan el material de trabajo con la seguridad que les da la garantía de que la emulsión no explotará hasta estar completamente confinada para poder detonarse y el agujero perfectamente retrancado. “Este trabajo es más seguro de lo que cualquiera pueda pensar. El explosivo tiene que estar confinado para poder detonarse. Lo que rompen la roca son los gases de la explosión. La mejora de este oficio radica en el propio explosivo que permite manejarlo con mayor seguridad”, asegura el artillero.
El departamento liderado por Pazos trabaja en la cota 250 de Cerro Colorado y realiza una media diaria de entre 300 y 400 barrenos en los que emplean más de 40.000 kilos de explosivo para un volumen de voladura superior a los 50.000 metros cúbicos. La profundidad de cada barreno alcanza los 11 metros con un diámetro de perforación de 4,5 pulgadas. La explotación se realiza por bancos de 10 metros de avance de producción, con una sobreperforación de un metro. El espaciado de cada barreno se realiza con mallas de 3,5 x 4 y 4 x 4,5 metros. En el momento de la voladura solo permanecen en la zona el artillero con un auxiliar y otro operario de seguridad. El resto del equipo se aleja hasta un mínimo de 500 metros. Tras tres toques de sirena se efectúa la voladura con la mayor seguridad posible.
Mientras perforistas y artilleros han evolucionado prácticamente de la mano, otros oficios relacionados con el sector minero se han ido quedado por el camino: cargadores, saneadores y zafreros, por poner tan solo algunos ejemplos, han sido sustituidos por máquinas. Muchos de esos mineros llegaron incluso a sabotear las máquinas que comenzaron a sustituirles ante el temor a perder sus puestos de trabajo, como finalmente fue ocurriendo de forma inexorable.
Rosa Tirador, diputada provincial, destaca durante todos estos años “el apoyo de la Diputación en la diversas ferias del sector minero en las que hemos estado presente y donde hemos promocionado el potencial de la faja pirítica ibérica como destino inversor. Canadá, México o el Salón Internacional dedicado en exclusiva a la Minería Metálica que se celebra en Sevilla han sido algunas de las ferias en las que la Diputación de Huelva ha acompañado al sector minero para su proyección internacional”.
El sector de la minería es “uno de los protagonistas en el Plan Estratégico de la Provincia de Huelva. Por eso, entre sus cien proyectos de futuro, se encuentran iniciativas dirigidas a promover e impulsar la minería, como el plan provincial de desarrollo del potencial minero onubense”. Con acciones fundamentales como “la necesidad de fomentar el desarrollo y aprovechamiento de los proyectos en explotación e investigación existentes; la creación de empleo de calidad en la actividad minera y su sector transformador; la diversificación económica de las zonas mineras y generación de valor en productos y procesos; el fomento de la comercialización e internacionalización de las producciones y el impulso a las acciones de control de calidad de los productos y procesos asociados a la minería”.
Santa Bárbara bendita, patrona de los mineros
Tras los últimos avances experimentados durante los últimos años en este sector, todo parece indicar que el minero del futuro lo hará todo por control remoto, con mayor seguridad, y con el menor número de operarios a su alrededor. Serán trabajos muy especializados. Pero, el minero seguirá siendo el primer eslabón del proceso, dispuesto cada cuatro de diciembre a entonar su canción: ¡Santa Báaaarbaraaa bendiiita, traaanlaralará, traaanlará, patronaaa de looos mineeeros…! Lo harán también mentalmente aquellos que, no siendo mineros, heredaron ese sentimiento de padres y abuelos. Y volverán a notar cómo se acelera el pulso, cómo se eriza el vello de la piel, cómo afloran en sus ojos los sentimientos más profundos, y cómo el corazón parece salirse del pecho bombeando ese incesante río rojo que circula a borbotones por las galerías de mina de su cuerpo.
Aquí, en la Cuenca Minera de Riotinto (Huelva), de las entrañas de la tierra se extrae cobre en vez de carbón, y la mayoría de los pozos llevan nombre de mineros. Pero, al igual que en el norte, los mineros del sur murieron en las entrañas de la tierra, “tranlaralará”, con la camisa roja y la cabeza rota por un barreno, “tranlará”; tierras de hombres que asistieron a los entierros de sus pobres compañeros, “tranlaralará, tranlará, patrona de los mineros”, como los de la triste canción asturiana.
En abril de 2020 se cumplirán cinco años de la primera voladura controlada en la milenaria mina de Riotinto, tras más de una década de inactividad. Y los versos del poeta de los mineros volverán a retumbar con fuerza por las galerías de la mina: “¿Nombres? Yo no recuerdo ninguno entre mis labios, sólo el enorme, anónimo, del genérico esfuerzo. ¡Hombres de hollín y lodo! ¡Mineros de Rio Tinto! Yo os guardo en el más alto mirabel del recuerdo”, dejó escrito Morón en su epístola a los mineros de Riotinto en su inolvidable Minero de Estrellas.
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