Una librera vende un manuscrito del nobel de literatura José Echegaray que guardaba en Puebla de Guzmán

Marta Micaela Fernández de Navarrete guarda otros tesoros en su enorme librería, entre ellos numerosos escritos de Ramón de Campoamor, o la tarjeta de visita que falsificó el asesino de Cánovas del Castillo para poder acceder al balneario en que se alojaba, donde le asestó tres disparos

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Marta Micaela en su librería de Puebla de Guzmán
Marta Micaela en su librería de Puebla de Guzmán / Jordi Landero
Jordi Landero

12 de febrero 2023 - 05:00

Puebla de Guzmán/La anticuaria especializada en libros y documentos Marta Micaela Fernández de Navarrete, ha tenido durante veinte años -primero en Madrid y después en su casa de Puebla de Guzmán-, un manuscrito inédito del nobel de literatura José Echegaray. Nadie había mostrado interés por tal documento, a pesar de haberlo tenido a la venta en varios portales en Internet, y de haberlo expuesto en un Salón del Libro Antiguo, hasta que un artículo en prensa publicado recientemente ha hecho que se lo quiten de las manos.

En declaraciones a Huelva Información, Fernández de Navarrete, que se dedica a la venta de libros y documentos antiguos de forma telemática desde su casa en Puebla de Guzmán, ubicada en medio de una extensa dehesa, ha explicado que se hizo con el original de Echegaray porque la librería De la Escalinata, que regentaban sus padres en Madrid, compró a finales de la década de los noventa del siglo pasado el archivo personal de Mariano Ordóñez, un político del siglo XIX y principios del XX. Y "entre los documentos que contenía dicha colección personal, estaba este manuscrito de Don Fernando el Emplazado", detalla.

Según ha proseguido, el manuscrito estaba dedicado al político ya que "al final pone: a mi amigo Mariano Ordóñez. José Echegaray". Marta Micaela Fernández de Navarrete siempre estuvo convencida de su autenticidad, tanto por su procedencia como por la letra, que "comparándola con otros manuscritos del Nobel, se confirma que es la misma", a lo que añade que también se ha preguntado a expertos en Echegaray y "todos han coincidido en que es de él".

Así, como auténtico que es, ha estado a la venta desde el año 2004. Además, añade también "lo llevé a un Salón del Libro Antiguo, donde estuvo expuesto para su venta varios días; y lo he sacado en catálogo y en internet en varios portales". Durante estas dos décadas, "nadie jamás mostró ni pizca de interés por él", y a raíz de un artículo en prensa, "han sido bastantes las personas interesadas y lo he vendido".

La obra Don Fernando el Emplazado, cuenta la historia de Fernando Salvatierra y su enamoramiento de una mujer llamada Carlota. Sin embargo, sus problemas de corazón truncan toda esperanza de relación, ya que un médico le informa que no vivirá más de sus 35 años de vida. Un suceso que hace que confiese todo lo que piensa a quienes le rodean.

Fue la actriz María Guerrero quien encarnó a Carlota, sin embargo, la obra estrenada en un teatro de Santander el 23 de septiembre de 1904, fue un total fracaso y contó con muy malas críticas, de ahí que nunca llego a imprimirse, siendo por tanto el manuscrito que ahora ha vendido lo único que hay de la misma, además de las copias con los textos que se repartieron entre los actores para su representación en 1904.

De estas copias repartidas entre los actores, añade la librera, "solo se tiene constancia" de la existencia de una, actualmente en poder de la Biblioteca Jean and Alexander Heard de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee (EEUU), "desde donde contactaron conmigo para hacerse con el manuscrito, pero cuando lo hicieron ya estaba vendido".

La anticuaria hojea uno de sus libros antiguos
La anticuaria hojea uno de sus libros antiguos / Jordi Landero

Aunque Marta Micaela Fernández de Navarrete ha pasado gran parte de su vida en Madrid, sus orígenes onubenses hicieron que hace dos años y medio se mudara a la provincia de Huelva. A pesar de que su familia materna es originaria de la capital provincial, de Alosno y de Isla Cristina, encontró el lugar perfecto en medio de una bonita dehesa en el término de Puebla de Guzmán.

En medio de los miles de libros y documentos que atesora en su librería, Fernández de Navarrete nos cuenta que es bióloga de formación, pero que circunstancias de la vida la llevaron a trabajar con sus padres en la librería De la Escalinata, situada en la calle del mismo nombre, junto a la madrileña Plaza de la Ópera. Un establecimiento que pusieron en marcha en 1978 sus padres, un amigo de éstos y un tío suyo, dada "la pasión que sentían por los libros". Una pasión de la que "inmediatamente me contagié durante el tiempo que trabajé con ellos, y que finalmente me ha traído hasta aquí".

LA TARJETA QUE FALSIFICÓ EL ASESINO DE CÁNOVAS DEL CASTILLO

El archivo personal de Mariano Ordóñez que la librería de sus padres adquirió a finales de la década de los noventa atesora otros muchos documentos, y alguna que otra "curiosidad", según relata Fernández de Navarrete, como es el caso de numerosos manuscritos del escritor Ramón de Campoamor.

Entre ellos destaca numerosa correspondencia, tanto escrita por él, como cartas dirigidas a él; los manuscritos originales de dos obras de teatro: Cuerdos y Locos y El Honor; y algunas de sus poesías, a las que el propio escritor llamó Doloras.

Y entre las curiosidades, añade la librera, la tarjeta de visita que el asesino del político e historiador Antonio Cánovas del Castillo, figura capital de la política española de la segunda mitad del siglo XIX, se falsificó para poder acceder al balneario en que éste se encontraba, donde le asestó varios tiros.

Dicha tarjeta de visita, con unas medidas de 11x7 centímetros, en cuyo anverso figura impreso el texto "Emilio Rinaldini. Tenedor de libros. Corresponsal del periódico Il Popolo"; y en su reverso, a lápiz, "Esta tarjeta se encontró en el bolsillo del asesino de Cánovas del Castillo, Angiolillo".

El asesinato del conocido político se produjo un domingo del verano de 1897, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, donde sus aguas termales sulfurosas eran un magnífico tratamiento para los achaques de glucosuria que, a sus 69 años, padecía el entonces presidente del Gobierno.

En su viaje al balneario, Cánovas se había detenido a despachar con la Reina regente María Cristina en San Sebastián. Se instaló con su esposa en Santa Águeda el 8 de agosto. Pero cuatro días antes también lo había hecho un extraño personaje italiano que se registró con el falso nombre de Emilio Rinaldini, haciéndose pasar por corresponsal del periódico Il Popolo.

Aunque de apariencia modesta, éste se alojaba en una habitación de primera, y decía seguir un tratamiento de baños para curar la faringitis. Era un hombre retraído que levantó las suspicacias del marqués de Lema, director general de Comunicaciones, que acompañaba al jefe del gobierno, pero que no despertó la menor sospecha entre los nueve policías y 25 guardias civiles encargados de la protección de Cánovas.

El 8 de agosto, a primera hora de la tarde, Cánovas del Castillo bajó desde su habitación al comedor acompañado de su mujer, Joaquina de Osma. Mientras ella se entretenía hablando con una amiga, el político se adelantó y se sentó a leer el periódico en banco. Allí le esperaba el asesino. Rinaldini se acercó a él y, sin mediar palabra, le disparó tres veces con un viejo revólver: un tiro en el pecho y otros dos en la cabeza. Rinaldini aún hizo un cuarto disparo al techo, seguramente para amedrentar a quienes intentaron detenerle, aunque no ofreció resistencia al ser capturado.

Tras matar a Cánovas Rinaldini dijo: “He venido a vengar a mis hermanos de Montjuïc”, en referencia a los fusilados en Barcelona acusados de perpetrar atentados, en la espiral de violencia esos años protagonizaban en la ciudad condal los partidarios del anarquismo y las fuerzas del orden. Mostró total indiferencia al ser detenido. En realidad se llamaba Michele Angiolillo y siete días después fue sentenciado a muerte por un consejo de guerra, siendo finalmente agarrotado el 20 de agosto a las 11:00 horas en la prisión de Vergara.

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