Pesca a fondo de corvinas y samas en el litoral onubense
El pescador onubense Ezequiel Manaute dedica dos jornadas de pesca, y muchas horas, hasta que logra su objetivo y se hace con dos grandes ejemplares
Cartaya/Para afrontar con garantías una jornada de pesca deportiva en aguas atlánticas onubenses desde embarcación, es necesario hacer una estricta planificación para tener éxito y obtener capturas de calidad. Estudiar las previsiones meteorológicas, conocer la actividad y los hábitos de los peces o conseguir los mejores cebos son algunos de los factores que influirán en el resultado final de esta singladura.
En el vídeo que se adjunta, realizado por el onubense Dani Salas, el experimentado pescador igualmente de Huelva Ezequiel Manaute va a vivir un día irrepetible de pesca a bordo de su embarcación, haciendo participes a todos de su particular modo de entender una actividad que cada día cuenta con más seguidores en la provincia de Huelva, al tiempo que atrae e numerosos aficionados de otros puntos de España.
Para ello navegará desde el amanecer y partiendo desde el río Piedras, buscando los mejores pesqueros en piedras y pecios con profundidades que no superan los 50 metros, empleará cebos como chocos, caballas o langostinos, todo ello con el objeto de hacerse con especies tan codiciadas como la corvina, y de disfrutar del combate con otra de las especies más representativas de estas aguas onubenses: la sama, un potente pez con una espectacular picada, que pondrá a prueba los ligeros equipos de Ezequiel, manteniéndolo en tensión hasta conseguir embarcarlo.
En poco más de media hora, Ezequiel Manaute llega al pesquero buscado inicialmente. Se trata de una zona con una profundidad de 22 metros y un fondo con ramos, donde la sama y la corvina viene a buscar su alimento. En el fondo hay algo de corriente y las mareas van en ascenso, así que de momento probará con plomos de 130 gramos.
Una vez elegido el peso idóneo el pescador selecciona uno de los cebos del día, choco vivo, que encarna con dos anzuelos del 5 barra cero. Se trata de un cebo duradero y polivalente, eficaz para ambas especies. Sumerge el aparejo hasta tocar fondo y le da un par de vueltas de carrete para evitar enganches. El puntero de la caña hará el resto.
El langostino vivo es otro de los cebos estrella ya que atrae a multitud de especies como corvinas, doradas, hurtas, sargos o samas. En este caso usa un solo anzuelo, donde lo coloca por la parte final de la cola para mantenerlo con vida.
La actividad continúa pero, e pesar de ello las capturas están siendo pequeñas, por lo que tras hacerse con una última corvinata, Ezequiel decide regresar a puerto, esperar unos días, y cambiar de estrategia para lograr conseguir grandes capturas.
Varias jornadas después amanece de nuevo en Marina Nuevo Portil, un puerto a orillas del Atlántico, bañado por la ría del Piedras donde encuentra abrigo la empercación de recreo de Manaute. Sopla una suave brisa del norte y las temperaturas han aumentado, por lo que las previsiones son inmejorables.
Ezequiel regresa con todo lo necesario para afrontar una nueva jornada de pesca en busca de grandes corvinas y samas. Y es que, uno de los alicientes de le pesca deportiva, radica precisamente en que cada salida invade al pescador una extraña sensación por la incertidumbre de no saber que le deparará el día.
Con el sol a punto de salir Ezequiel Manaute deja atrás El Portil, y divisa a lo lejos el casco urbano de Punta Umbría. Ya en la mar, no hay viento ni oleaje, teniendo por tanto por delante una hora de navegación sin demasiadas dificultades.
Una vez en el pesquero elegido para esta jornada debe calcular la deriva y el viento, guiándose para ello por un GPS, sin perder nunca de vista la sonda de la embarcación.
Esta vez lo intentará en un pecio a una profundidad máxima de 47 metros, situándose en una zona libre de enganches, para lo cual la maniobra de posicionamiento debe hacerse con mucha tranquilidad y sin prisas, ya que de ella dependerá en gran medida el éxito o el fracaso de la jornada. Finalmente arroja el ancla de fondeo por la borda y deja caer sus más de 150 metros de cabo. Solo queda esperar que el barco se sitúe con la corriente en el lugar adecuado, antes de comenzar a montar los equipos con los que intentará capturar grandes corvinas y samas.
De nuevo el choco vivo se presupone como el cebo más efectivo del día. Son muchas las salidas de pesca que Ezequiel hace durante todo el año en estas aguas atlánticas y sus horas de experiencia le han llevado a hacerse con grandes capturas.
La costa onubense no es muy profunda y en sus fondos abundan zonas rocosas, pecios y ramos de coral, donde los cardúmenes de peces se refugian de las corrientes y encuentran su alimento.
Al pescar con cuatro cañas, como en esta ocasión, es imprescindible que exista entre ellas una distancia considerable. Para ello, Ezequiel usa unas botellas a modo de boya, bajo las que sitúa el cebo vivo a la profundidad adecuada. Son las corrientes y el viento los encargados de alejarlas del casco del barco.
En estos momentos hay media marea, y gran cantidad de pequeños peces devoran su cebo. Un mal comienzo que Ezequiel espera que cambia con el repunte de la marea. Mientras tanto solo queda esperar pacientemente a que llegue el momento de actividad de los grandes depredadores.
Inaugura la jornada con una corvina, aunque no de gran tamaño. Mientras tanto la sonda marca actividad en el fondo. Posteriormente sube a la superficie una chopa, el pez pasto de estos fondos.
Ezequiel sigue probando suerte, para lo cual cambia de cebo en una de sus cañas y usa el lomo de una caballa, bastante efectivo con poca corriente en el fondo.
Y por fin, tras nueve horas de espera, llega el momento deseado, una de las botellas se hunde y vuelve a subir a la superficie, indicando que un gran pez se ha parado en uno de sus chocos. Se trata de un pargo de un considerable tamaño. El grosor de la línea es de 60 milímetros, un hilo de gran resistencia, a pesar de lo cual hay que tener mucha precaución ya que con esta tensión cualquier pequeño roce podría llevar a Manaute a perder el pez. No ha sido así y al final la paciencia del pescador, y larga espera, han merecido la pena.
Satisfecho, regresa finalmente a puerto con dos buenas capturas en su poder. La jornada ha sido finalmente un éxito.
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