Pilar Gallango Faraco: Señorita Pili

Gente de Aquí y Allá

Pilar ha desempeñado durante toda su vida una labor docente encomiable y por ello ha recibido numerosos premios

Una calle de Huelva lleva el nombre de la docente

Eduardo Javier Calero García, humilde grandeza

Pilar Gallango Faraco.
Pilar Gallango Faraco. / M. G.
Fernando Barranco Molina

18 de septiembre 2023 - 06:00

Una vez que hice mi preescolar en un colegio de monjas cercano a mi domicilio junto a mis hermanas Mari y Pili, mi padre decidió que me fuese a estudiar al Colegio Francés. Se trataba de un centro laico en la calle San Andrés, donde se concentraba la vida estudiantil de Huelva. Allí estaba el colegio de los Hermanos Maristas y, en el lugar donde estuvo el Hospital Inglés, se hallaba mi nuevo colegio. Un poco más arriba estaba el colegio Santo Ángel y el Instituto La Rábida que, por entonces, era el único existente en la ciudad.

El Colegio Francés o, como lo llamaba mi padre, la Escuela Francesa, era un centro mixto cuya directora era una señora francesa a quien todo el mundo conocía por “Madame”. Se trataba de Madame Ivone Cazenave. Aún recuerdo el primer día que llegué al colegio y entré con mi padre a saludarla en su despacho, donde había una muñeca grande vestida con el uniforme de las niñas: azul oscuro y con un lazo blanco en el cuello. Luego pasé a la clase y conocí a la señorita Manolita Medel, a la señorita Manolita Rodríguez, a doña Carmen Solís y a la señorita Pili. Ellas fueron las primeras profesoras que tuve después de las monjas de mi anterior colegio y no se me olvidará nunca las riñas de doña Carmen por la letra tan fea que yo tenía. Y es que, anteriormente, se habían preocupado más de que yo aprendiera a rezar que a escribir bien. Así que entre doña Carmen y mi padre, que se empeñaba en ponerme a hacer “planas” de caligrafía todas las tardes, por fin consiguieron que llegase a tener la mejor letra de la clase, una letra muy bonita que me acompaña toda la vida.

Y por fin conocí a la señorita Pili Gallango, que vino a darnos clases de Francés. Era un encanto de profesora, siempre amable, siempre sonriente, siempre cariñosa con los niños, guapa, educada, elegante y, además, buena profesora que nos enseñaba el idioma de Molière a la perfección, con mucho cariño y con mucho amor. Pili, había sido alumna del colegio desde pequeña, luego, durante muchos años, fue profesora y, finalmente y hasta su jubilación, otros muchos fue directora tras el fallecimiento de Madame.

Con el paso de los años, mis hijos Fernando y Javier también fueron al colegio de la calle San Andrés y, todavía hoy, cuando me encuentro a Pili por las calles, lo primero que hace es preguntarme por los niños e interesarse por ellos con todo su cariño. Mis hijos hoy no tienen nada de niños ya, son unos hombres hechos y derechos, pero para ella siguen siendo sus niños, a los que conoció cundo solo tenían 4 años.

En el colegio tuve unos profesores que me marcaron mucho para mis estudios posteriores: don José Jiménez, un gran profesor de Matemáticas; o don Manuel Mora Bayo, que nos enseñó a orientarnos con las estrellas y a aprender a leer los mapas durante las clases de aquella asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional. También recuerdo con mucho cariño a Matilde Medel, profesora de Historia: o a Paquita Corralejo que, por cierto, posteriormente hice mucha amistad con su marido Paco Pérez Benítez, magnífico constructor con quien realicé muchos trabajos topográficos y del que guardo un fantástico recuerdo.

En definitiva, guardo en mi memoria con mucho cariño aquellos años de enseñanza junto a tantos otros alumnos que aún nos vemos a menudo y nos une una gran amistad. Algunos de ellos ya no están con nosotros, pero los seguimos teniendo siempre en nuestros corazones. Son los casos de Luis Torrado, Julen Guerrero, Chacho Barba y Juan Perles, con los que me unió una gran amistad. Y por supuesto, siendo todavía unos niños, Joaquinito Hernández, Juan Carlos Quintero Oso y Manolo Morejón, que fallecieron en un trágico accidente que no se nos olvidará jamás. Además, entre los miles de alumnos que han pasado por las aulas de este centro salieron grandes médicos, arquitectos, abogados, periodistas, profesores, jueces, políticos, gobernadores o ingenieros. El Colegio Francés le dio y le sigue dando mucho a Huelva.

Pili nació en Almonte porque su madre era de allí y, como solía ser costumbre, las hijas iban siempre junto a su madre para dar a luz. Pero pasados unos días volvieron a Huelva. De ahí que ella sea una ferviente devota de la Virgen del Rocío. El apellido Gallango primitivamente era con “i” griega, y además en plural, terminado en “s”, igual que un pequeño y bonito pueblo situado al norte de la provincia de Burgos, rodeado de pequeños lagos y que recientemente he visitado. Pero un antepasado de Pilar decidió cambiar la letra “y” por la “ll”, además de quitarle la última letra y dejarlo en singular. Así lo admitió el juzgado y así sigue.

Pilar ha desempeñado, a lo largo de su vida, una labor docente encomiable y, por ello, ha recibido numerosos premios y distinciones. Además, una calle de nuestra ciudad junto al nuevo colegio Molière lleva su nombre, ya que el Ayuntamiento de Huelva así lo decidió como reconocimiento a su trayectoria. Yo asistí aquel día muy contento y emocionado viendo cómo se hacía justicia con una persona que lo dio todo por la enseñanza, por sus alumnos y por Huelva. Además, también impartió clases en el Colegio de las Teresianas, en el del Santo Ángel y en la Escuela de Turismo.

Entre las numerosas distinciones, ella recuerda con mucho cariño la Orden Nacional al Mérito Francés que, en tiempos del presidente de la República François Mitterrand, vino a entregársela el embajador de Francia en España, momento que ilustra la fotografía que acompaña estas letras.

Me quedo corto escribiendo de ella, pero mi espacio es este y no puedo seguir. No obstante, me quedo con ganas porque ella se merece mucho más, porque lo tiene todo y sigue derrochando cariño y amabilidad por donde va pasando. Pili, eres todo un ejemplo como docente y como persona. Por eso Huelva te admira.

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