La Asociación El Pandero celebra Las Correderitas en Encinasola, una muestra del rico folklore marocho
Tradiciones
El objetivo es volver a vivir aquellos ratos de convivencia donde la música popular y la creatividad eran los principales protagonistas
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Encinasola/Las tradiciones y el folklore popular son difíciles de mantener con vida. Los cambios, los nuevos hábitos y los gustos sociales van acabando con manifestaciones culturales que lo eran todo en los pueblos de antaño. Por ello, recuperar una tradición patrimonial es devolver a los vecinos y las vecinas parte de sus vidas. Una de las localidades donde más se practica este rescate es Encinasola, gracias a la labor de personas como Tomás López y asociaciones como El Pandero.
Desde hace unos años llevan rescatando Las Correderitas, celebraciones en las que se cantaba y se bailaba, además de promover el encuentro y el intercambio social. La cita de este año, en su sexta edición, tendrá lugar este mismo sábado. El programa, en el que colabora el Ayuntamiento de Encinasola, comenzará a las 12:00 con la apertura y la actuación del grupo de pulso y púa Maestro Lama, de Valverde del Camino. Ya por la tarde, el almuerzo de convivencia de la Asociación El Pandero, abierto a otras personas interesadas hasta completar aforo, se desarrollará en el Hotel Rincón del Abade. La tercera parte del día dará comienzo a las 16:00, en el Llano de San Juan, desde donde la comitiva se dirigirá a la Plazoleta, la Plaza Mayor y la ermita de los Santos Mártires para coincidir con la degustación de chocolate con dulces a beneficio de la Hermandad de la Santa Vera Cruz. El objetivo es volver a vivir aquellos ratos de convivencia donde el folklore y la creatividad eran los principales protagonistas.
Uno de los impulsores de esta idea es Tomás López, investigador del patrimonio marocho y de otros lugares de la provincia de Huelva. En su opinión, “sé lo difícil que es, la proeza que supone intentar mantener rituales que ahora la mayoría de la gente entiende caducos e inútiles. Pero somos lo que somos porque las generaciones que nos precedieron fueron como fueron y perfilaron modelos culturales y sociales que nos han traído hasta aquí. Es nuestro ADN cultural. Respetar, estudiar, preservar y mantener estas tradiciones debería constituir un orgullo y un aliciente. Además, créeme: yo, como el del papel del caramelo de la semana pasada, lo hago porque creo que debo hacerlo y porque, además, me encanta el añejo tañer de nuestro folclore”.
Explicando el contenido de este ritual, indica este investigador que “el 20 de enero era el día en el que se iniciaban Las Correderitas: las niñas salían a bailar pero casi siempre llovía; San Sebastián las meaba, que dice el refrán marocho. En las esquinas y ensanches de calles y plazas, llegado el atardecer, se daban cita todos los jóvenes que, formando un corro, cogidos de la mano, cantaban dulces y tiernas canciones de amor”.
El hecho de que Las Correderitas comenzaran precisamente el 20 de enero no parece casual. Este es el día de los Santos Mártires San Sebastián y Fabián, a cuyo honor está dedicada una ermita del pueblo marocho, existiendo la costumbre de festejar el día de manera especial en numerosos pueblos extremeños próximos (Jerez de los Caballeros, Fregenal, Burguillos y Zafra, entre otros). En ellos, tal como sucede en Encinasola, además de que se le dedique alguna ermita o iglesia, se conservan recuerdos de fiestas y romerías en su honor. También es el patrón de Huelva y otros pueblos de la provincia como Cabezas Rubias. Además, el 20 de enero se constata en muchos lugares el inicio de rituales como bambas, columpios y mecederos, antesala y preparación del Carnaval.
En cuanto a la denominación, apunta López que “Correderita” puede ser una evolución de corro, que es la forma de iniciar el ritual. También se recuerda en Encinasola como el “juego de la coliflor”.
Todavía se conservan algunas de las canciones que se entonaban originalmente, que nos hablan del deseo y las prisas por marchar cuanto antes al lugar de reunión, de la forma alegre de entender Las Correderitas o de la relación con otras celebraciones populares.
Estas coplillas se cantaban encadenadas en un orden concreto, revelando así el sentido del ritual y mostrando alusiones concretas a Encinasola. La primera, manifiesta el deseo y la prisa por marchar cuanto antes al lugar de reunión; la segunda, se asoma a la forma alegre de entender Las Correderitas y la relaciona con el carnaval, a través de la palabra antruejo; la tercera, muestra el lamento de la mujer por la ausencia de la semana que los hombres permanecían en La Contienda, sin venir al pueblo; y la última, la de la resignación, la pena amorosa.
En otras se mencionan las tareas agrícolas, su impacto en la sociedad de la época, o los desencuentros amorosos, constituyendo de hecho una crónica social del pueblo. En cuanto a las melodías, las principales tenían una cadencia lenta y pausada, como corresponde a las canciones de rueda que se cantan mientras se anda, sin dejar de girar.
En definitiva, Las Correderitas era un ritual amoroso, pero también el inicio para la preparación del Carnaval. En realidad, se celebraban durante varios días y, a medida que se acercaba el Carnaval, iba apareciendo el tono satírico, creándose canciones que recogen los acontecimientos del último año. Otra costumbre era que las pandillas abandonaban su lugar habitual de reunión y se desplazaban de calle en calle, cantando y bailando, formándose las comparsas y las murgas que protagonizarían las fiestas carnestolendas.
Esta recuperación de Las Correderitas es uno de los objetivos de la Asociación Cultural El Pandero, piedra angular de muchas de las manifestaciones patrimoniales que se han rescatado en Encinasola.
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